El puño cerrado
JUAN GÓMEZ
Nuevamente una desgracia nos deja muchas enseñanzas, sobre todo, lo concerniente al ser humano y al quehacer de la política.
Lo que los mexicanos han mostrado al mundo es un ejemplo de cómo se vive la solidaridad, no desde la teoría o la política, sino desde la praxis, desde la conciencia del ciudadano.
En las redes sociales circulan muchos comentarios al respecto de este sentido de solidaridad de mexicanos concentrado o evidenciado en la Ciudad de México, lo que para muchos es síntoma de orgullo nacional. No es para menos.
Apenas unos minutos después del sismo del 19 de septiembre, cientos o quizá miles de capitalinos salieron a las calles para prestar ayuda a quienes estaban bajo los escombros de los edificios sobre todo, en el sur de la Ciudad de México.
En el sismo que vivió el entonces Distrito Federal (DF) el 19 de septiembre de 1985 mostró dos aspectos: la inmovilidad del gobierno federal y la movilidad de los capitalinos para apoyar en las labores de rescate. 32 años después no hubo muchas variantes.
La solidaridad es lo que prevalece. Una vez pasado el movimiento telúrico los capitalinos se arrojaron a las calles para ayudar a sus vecinos, buscar a sus amigos y colaborar con las labores de rescate.
El tumulto era tal que muchos estorbaban para darle orden a los trabajos que se realizaban en las calles, pero también se organizaban cadenas de apoyo para levantar piedras, sacar escombro y llevar ayuda a las víctimas del temblor.
La organización fue rápida. La llegada de elementos de la Marina y del Ejército Mexicano permitieron conformar la organización.
Surgió una forma de comunicar: el puño cerrado como objeto de orden, de silencio, para no entorpecer el trabajo de rescate en medio de los escombros.
No hacen falta palabras, basta levantar el puño para que todos se callen, para que todos obedezcan, para que todos se queden quietos.
Es el símbolo del respeto pero también del orden. Las personas saben que ese puño levantado puede salvar una vida. Es también el símbolo de la esperanza, pues el puño levantado significa que hay una vida debajo de toneladas de cemento que puede ser rescatada.
Pero no solamente en la Ciudad de México se ha mostrado la nobleza de los mexicanos, también en distintas partes del país, porque el sismo del 19 no afectó solamente a la Ciudad de México, sino a otros estados aledaños y del sur, quienes no han estado en los medios de comunicación televisivos de la capital de la República.
Para no ir tan lejos una de las delegaciones que sufrió estragos fortísimos fue Xochimilco que ha estado muy lejos del foco televisivo.
Los corporativos nacionales solo se han centrado básicamente en la CdMx y en especial en la colonia Roma Sur y en el Colegio Enrique Rébsamen, al que ha colocado como un ícono de la desgracia sísmica, lo cual es inexacto.
La centralización de la tragedia en un solo colegio nos muestra la gran limitación del equipo de noticias de Televisa, pero también de la fuerza de manipulación que tiene el monopolio.
Para la televisora de Emilio Azcárraga Jean nada es comparable con la tragedia del colegio Enrique Rébsamen. Está equivocado, como lo estubo la historia que ayudaron a construir sobre la epopeya de rescate de la niña “Frida Sofía” que nunca existió, pero que su fuerza mediática obligó a la Secretaría de Marina a dictar un comunicado en vivo a través de las pantallas televisivas para asumir el error. El colmo.
El puño cerrado también nos pone en claro la mediocridad de los partidos políticos y el rechazo social, a esta clase que nos representa en los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Poder y dinero (no muchas veces adquirido de manera lícita) acompañan a los políticos, pero ahora se ha puesto de manifiesto no solo la falta de credibilidad en ellos, sino el rechazo y repudio a esta élite.
El abrumador rechazo en redes sociales a gobernadores, funcionarios y políticos en general, pone de manifiesto el hartazgo a este tipo de forma de hacer política que ha caracterizado a diputados y gobernadores principalmente, en los últimos decenios.
Este rechazo ciudadano no solo se da a políticos de la clase gobernante sino también a los de oposición, lo que evidencia la incredulidad social en la conducción del país y en sus representantes populares.
Los capitalinos también se equivocan al creer que todo sucede en la Ciudad de México. En el interior de nuestro país también se dan muchas muestras de solidaridad con quienes perdieron todo, incluso un hijo, un familiar, en el sismo del pasado martes 19 de septiembre. Quienes así lo piensan sólo ven el ombligo de su cuerpo. Ven el árbol pero pierden el bosque.
El puño en alto también nos dice que el país debe cambiar y por lo tanto, debe modificarse su forma de hacer política, de conducir el gobierno y de elaborar las políticas públicas.
La naturaleza está cambiando. Los movimientos telúricos y la modificación del clima en diversas regiones del mundo, es un indicativo de que la actividad y costumbres del ser humano deben cambiar.
El rechazo a la conducción actual de la política en México nos indica que debe de reinventarse. Ya no se puede seguir gobernando de la misma manera ni se puede seguir simulando con el mismo discurso demagógico, insulso, vacío, sin contenido; lleno de palabrería y engaño.
La mano empuñada y levantada nos dice que el ciudadano tiene un poder, no solo para mandatar silencio, sino para frenar a una clase gobernante corrupta, inepta, mediocre, que solo se ha enriquecido irresponsablemente y a la que no le ha importado el bienestar social.
Esta mano empuñada también nos indica que los medios de comunicación deben cambiar, tener una visión más amplia del país y su realidad, pues los que están en la Ciudad de México solo ven su ombligo, su entorno, y ese es un criterio muy limitado y acotado. Así ha sido siempre, pero ellos ostentosamente se dicen medios nacionales y no lo son.
Ya es momento de cambien también.
Al tiempo.
Twitter: @juangomzac