Comunicación disuelve conflictos habituales en familia
Toluca, Edomex, 5 de agosto.- Al reconocer que cada familia es distinta y utiliza un lenguaje único, Fabiola Orozco Castro, terapeuta familiar, afirmó que la comunicación es la clave de la convivencia, por lo que recomendó que para mejorarla debe existir voluntad, interés y disponibilidad de los padres.
Al dictar la conferencia Herramientas en la educación familiar, durante la VIII Reunión de Promotores de Prevención y Bienestar Familiar, organizada por el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia del Estado de México (DIFEM), que preside Laura Barrera Fortoul, la ponente recomendó a los padres de familia observar el tipo de comunicación existente con los hijos, para detectar cuando las actitudes son un obstáculo para la buena relación y la toma de acuerdos.
En el auditorio Diforama y ante Marcos Zamora Sarabia, director de Prevención y Bienestar Familiar del DIFEM, la conferencista egresada de la Universidad Anáhuac del Norte, aconsejó escuchar activa y reflexivamente las intervenciones de los hijos, a fin de valorar hasta qué punto merecen prioridad de atención frente a la tarea que se realice en el momento, siendo necesaria una respuesta correcta que no menosprecie su necesidad de comunicación.
Subrayó que es preciso evitar el empleo del mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que los hijos no piensen que los padres son autoritarios y les hacen sentir culpables, que les quitan la importancia a sus planteamientos o sólo les dan sermones.
Refirió que es importante dejar las culpabilidades paternas a un lado y si se reconoce que no han sido modelo de comunicadores, se puede mejorar y adaptarse a una nueva forma de comunicación, lo cual permitirá mejorar la convivencia familiar y extinguir conflictos habituales.
Cuando se toma la decisión de cambiar o mejorar hacia una comunicación más abierta, es aconsejable un tiempo de prueba como una semana o un fin de semana, y después valorar si funciona o no, y si se debe modificar algún aspecto. “Los padres tenemos malos hábitos de conducta arraigados, que requieren esfuerzo y dedicación, pero sobre todo paciencia para cambiarlos”, concluyó.
