Feminicidio y justicia

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

El feminicidio, como el abuso sexual, la trata y la violencia familiar tienen en jaque a la sociedad, pero estamos tan habituados a su presencia que poco o nada llega a importar a amplios, muy amplios sectores de la sociedad, y por muchos años, que recuerde desde hace más de 10, poco o casi nada ha interesado a quienes deben procurar justicia y menos, mucho menos todavía, a quienes dicen impartir justicia.

Hoy, está claro, la violencia contra las mujeres y niñas se ha exacerbado, muchas personas están enojadas porque las mujeres dicen: “ya no aguantan nada, ni un grito ni un empujón, de todo se quejan y exigen sus derechos, nos ponen en mal con la familia, luego nos acusan ante las autoridades, ya no quieren dialogar con nosotros…”, insisten algunos hombres, que no sé si lo dicen de verdad, de conciencia o siguen chacoteando con un tema tan delicado que llega a provocar el asesinato violento de mujeres, tipificado como feminicidio. Bueno y seguimos escuchando poderosos hombres de micrófono diciendo que si son como son es porque los educó su mamá.

Este fenómeno social: la violencia de género contra las mujeres y niñas en todas sus formas, expresiones y ámbitos, sin razón de ser, que como se ha dicho, revela el desprecio hacia la vida de las mujeres, está hoy sobre la mesa, gracias a las redes sociales, los medios comprometidos con la igualdad (aunque pocos todavía), las activistas, las académicas, las que van solitas, en grupos minúsculos o de cientos, que caminan en paralelo aun sin articulación real, siguen horadando el ciberespacio con denuncias, con posiciones diferentes que buscan deconstruir la creencia profunda de esa “naturalidad” de la violencia, con una idea distinta de lo que debe ser la relación igualitaria entre hombres y mujeres, donde la clave fundamental, el principio contra la desigualdad es la no violencia hacia las mujeres.

Y sí, tenemos legislaciones, sin embargo, es claro, la justicia sigue atorada para la gran mayoría de las víctimas. Hoy las mujeres exigen respuestas claras desde la institucionalidad. Las cosas no cambian ni cambiarán por la buena voluntad de nadie. Se requiere transformar y no se puede evolucionar en tanto sigamos viendo, pensando, creyendo de manera sistemática que la sociedad que somos es como es y no existe ninguna otra posibilidad de ser y de relacionarse. Las mujeres y los hombres son iguales ante la ley, dice la Constitución y sus cien años de existencia y sus reformas, y claro los instrumentos rectores de la actuación del gobierno federal como el PROIGUALDAD, que no se aplican en las entidades, pero no cambian las instituciones, la educación, los medios, las familias y todo aquello que nos rodea, que se impregnan cada día, los conocimientos que adquirimos, lo que vemos y escuchamos, y peor aún los creemos.

Así la alerta de violencia de género contra las mujeres, la última de ellas desechada para Oaxaca en febrero pasado por la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, y las otras veces que se ha solicitado sin tener ningún espacio de escucha, porque hay equivocaciones en la formulación de la misma, sigue costando vidas. No existe prevención al delito. En sólo poco más de seis meses, suman 68 las mujeres asesinadas tan solo en Oaxaca, cientos de víctimas de violencia familiar, la desaparición de mujeres también es una constante y la violencia sexual no tiene forma de detenerse.

La semana que terminó la diputada de Movimiento de Regeneración Nacional, María de Jesús Melgar Vásquez interpuso, como ciudadana, un juicio de amparo federal porque la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) muestra omisión respecto a los crímenes ocurridos de diciembre a la fecha en el Estado de Oaxaca. Ello derivado de la omisión y poca importancia que, como se ve, da el titular de la DDHPO, Arturo Peimbert Calvo, quien entre otras cosas no acciona nada, pese a que desde el 30 de mayo pasado fue exhortado desde la tribuna del Congreso a solicitar la Alerta. Y si hacemos memoria no es la primera vez que se solicita a la DDHPO una acción de esa naturaleza, porque el feminicidio lleva en esta entidad una larga cuenta de desgracias para las mujeres.

Y efectivamente la Alerta de Violencia de Género contra las mujeres no resuelve de facto el fenómeno porque se requieren cambios profundos en la estructura social, pero al menos da pie a conocer a profundidad el fenómeno y a la activación de lo que más queremos las oaxaqueños que es la prevención y protección. Porque es claro, los gobiernos municipal, estatal o federal fallan cuando la vida de las mujeres carece de garantías como sucede hoy en Oaxaca y en todo el país.

Este domingo fue detenido un feminicida más en Oaxaca, quizá yo no lo dudo porque en la Fiscalía Especializada en Delitos cometidos contra la Mujer por razón de Género, Rosario Villalobos, una mujer con un nivel de compromiso fundamental, es feminista con muchos años de militancia, eso le tiene que contar, sin duda. Y agregó se ha preparado para el cargo, eso hace hoy la diferencia y hacia ella, eleva el nivel de exigencia del resto de las mujeres. Lástima que no suceda lo mismo hoy con el Fiscal General, Rubén Vasconcelos Beltrán, que con sus declaraciones de este lunes nos hace retroceder años luz. En la entrevista a Juan Carlos Medrano en el portal Diálogos, el nuevo fiscal sostiene lo inadmisible: “Oaxaca ni está en la ruta de ser Ciudad Juárez, ni tampoco todo homicidio en el que pierde la vida una mujer es feminicidio”, y como eso no es suficiente pidió a las organizaciones no confundir términos y dejar de ser irresponsables al decir que todos los casos donde ha perdido la vida una dama se deriva porque se odia a las mujeres o por razones de género. Esto según el texto citado.

¡Qué pena! Sin duda. Tenemos que volver a empezar, porque aunque el funcionario sostiene que no es una declaración que “minimice o soslaye la importancia de todos los homicidios contra mujeres”, la verdad es que sí. Nos invade de nueva cuenta esa sensación que provoca el estancamiento de no entender la dimensión real de la violencia contra las mujeres y que sociedad y gobierno vuelvan a caminar en paralelo, acusando la insensibilidad y la irresponsabilidad de las organizaciones para con las instituciones, cuando la responsabilidad de proteger la vida de las mujeres es solo de las personas que están dentro de un gobierno y ese es el caso del Fiscal General de Oaxaca.

Se desvanece la esperanza de un cambio y no es entonces extraña la llamada de atención que puso a este funcionario otra la diputada de MORENA, Hilda Pérez Luis, quien lo acusa de indiferencia hacia el fenómeno del feminicidio. No hay que buscarle tres pies al gato cuando tiene tres.

Qué sucederá ahora con el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca, donde además de problemas laborales serios, que comprometen el despido de trabajadores, mujeres y hombres, enfrentan la pesada carga de la misoginia, su resistencia a juzgar los hechos desde una perspectiva de género. Y para muestra sobran casos. ¿Despertarán algún día de ese letargo angustiante que sigue poniendo en riesgo a las mujeres y las niñas y fomentando abiertamente impunidad?

Twitter: @jarquinedgar

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