Juventud Resiliente: El espiritismo de la democracia
RODRIGO RODRÍGUEZ OLVERA
Puntear el tema de la democracia en México, nos recuerda a un personaje entrañable, defensor del pueblo, enemigo de los dedazos, y tal vez la persona más antiporfirista que alguna vez existió; si el Licenciado en Administración por parte de la Universidad francesa de Hautes Études Commerciales, Francisco Madero.
Héroe nacional para unos, icono del freno de mano progresista de Díaz para otros, Francisco I. Madero, fue un personaje que sin duda trascendió a los libros de historia… literalmente.
Algo un tanto espinoso como clasificado es el concubinato que Madero sostenía con la metafísica, que es el área de la filosofía que se encarga de estudiar los sucesos que aparentemente no tienen explicación.
Según Catherine Mansell escritora y esposa del presidenciable Agustín Carstens, documenta que Madero desde su juventud hablaba con los muertos, en su condición de médium Francisco o Pancho para sus cuates encontró hacia dónde dirigirse y cuando actuar.
El manual del espiritista libro de Madero supuestamente signado al amparo de un seudónimo, tienen en sus entrañas la información de la capacidad y alcances de entablar diálogos y mensajes con las personas no vivas.
Incluso según la investigadora, Madero estando encarcelado entablo pláticas con su hermano que había muerto hace varios años y donde le indicó que palabras exactas emanar en sus discursos para el encantamiento de los opositores del mexicano más europeo: Diaz.
Episodio poco mencionado del personaje que tal vez lleve su nombre en el mayor número de avenidas y calles de este país, mismo que no engrandece ni minimiza su figura representativa en la cronología de México. Pero es interesante saberlo.
Tal vez hace falta en los nuevos líderes políticos y sociales ese espiritismo, pero no de dialogar con muertos o practicar situaciones oscuras de dolo, sino de buscar el estado espiritual integral y alimentarlo, como se alimenta el cuerpo y la mente, tal vez con eso lograría una empatía cercana a la utopía social, con tintes de evolución. Y no solamente acciones de una situación de orden social o que le competa al sector representativo democrático, debería de ser una práctica sin distingos y plural, alimentar el espíritu en sus particulares formas.
Nos leemos el próximo viernes si Dios, adiós.
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