Yo Emprendo por Zacatecas: ¿En qué país vive el Presidente?
ULISES MEJÍA HARO
Es común escuchar en la clase gobernante en turno, llámese presidentes de la República, gobernadores de los estados e incluso en presidentes municipales, aseveraciones como: “Nunca como ahora hemos avanzado en creación de empleos, en transparencia, combate a la corrupción y a la impunidad; en abatimiento de la pobreza, del hambre y de la inseguridad”, “en nuestro gobierno se ha avanzado sin precedente alguno en infraestructura carretera, educativa, hospitalaria, deportiva, hidráulica y agropecuaria”. Estas aseveraciones en muchas ocasiones no están soportadas con hechos reales, ni las acciones de gobierno han sido evaluadas con rigor técnico- científico en la mejora de indicadores; otras veces son solo una danza de números y frases presentados a conveniencia, resaltando donde hay avance y ocultando donde hay retroceso.
Un ejemplo de lo anterior, fue el contenido del discurso pronunciado el pasado 3 de marzo por el Presidente Peña Nieto durante el 88 Aniversario del PRI, al decir palabras más palabras menos “la oposición no está lista para gobernar en 2018”,“si algún otro partido que no sea el PRI triunfa en la elección presidencial del 2018 representaría un retroceso para el país”, y se atrevió a convocar a los mexicanos a “defender los avances económicos, el desarrollo del país y el bienestar de la gente”. “Hoy nuevamente hay riesgos de retroceso, al igual que hace seis años, están resurgiendo las amenazas que representan la parálisis y retroceso de la derecha o el salto al vacío de la izquierda demagógica, el PRI garantiza modernidad y desarrollo”.
También dijo: “No olvidemos el estancamiento del que veníamos… están en riesgo la modernización de los sectores energético, educativo y telecomunicaciones que han sido impulsados por la actual administración y la estabilidad de la economía nacional”, “lo que está en juego es mucho más que una elección, es literalmente, el futuro de México, para que la sociedad tenga acceso a la educación y los jóvenes la posibilidad de encontrar empleo”.
El discurso demagógico y electorero del Presidente, en buena medida fue para denostar a Andrés Manuel López Obrador y a su partido Morena, quien encabeza todas las encuestas rumbo a la elección presidencial de 2018, seguido por Margarita Zavala del PAN; también tuvo la intención de levantar el ánimo entre el priismo nacional, sabedores que el PRI se coloca en tercera posición en las preferencias ciudadanas.
Pensar que el Presidente EPN haya dicho tales aseveraciones convencido de que su administración ha sido exitosa para la economía nacional, para el desarrollo del país y para el bienestar de la gente, sería una aberración, porque entonces nos preguntaríamos ¿En qué país vive el Presidente?, ¿en mexicolandia?, ya que el México en el que vivimos es muy diferente al que se refiere el Presidente; para ello, basta analizar algunos aspectos: En materia de economía, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en lo que va del gobierno de EPN, el crecimiento económico ha sido mediocre, de apenas el 2.14 % anual, en su campaña electoral prometió un crecimiento económico de al menos 5%, este incipiente crecimiento explica la depresión de nuestra economía; la devaluación del peso frente al dólar, donde la tasa cambiaria pasó de 14 pesos por dólar a $19, $20 y hasta 21 pesos, lo que significa una depreciación de nuestra moneda mayor al 18%; una economía con una inflación creciente, la cual de acuerdo a proyecciones recientes de algunas instituciones financieras y del INEGI será del 4.9 % en 2017; una economía con fuerte incertidumbre en la inversión privada nacional y extranjera; una economía con una deuda externa impagable que ha crecido exponencialmente en los últimos dos sexenios; una economía con alta dependencia de los Estados Unidos, que hoy se ve seriamente amenazada por las políticas proteccionistas económicas y comerciales de Donald Trump.
Bajo este entorno económico desfavorable, es que preguntamos: ¿Dónde están los avances económicos y la estabilidad de la economía nacional de la que habla el Presidente?, ¿Dónde está el bienestar de la gente? Porque en el México actual, se padece la mayor desigualdad de los países afiliados a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de América Latina, a excepción de Haití, donde nuestra riqueza nacional se concentra en el 10% de la población, mientras la pobreza la sufren 55.3 millones de mexicanos según cifras de 2014 publicadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Por otro lado, los cánceres malignos de la corrupción y la impunidad abarcan los tres niveles de gobierno y los tres poderes de la Unión, con invasión a la esfera privada; la inseguridad está desatada y generalizada, lo cual inhibe la inversión; los sectores estratégicos energético, educativo y de alimentos están abandonados a su suerte.
El sector energético con la supuesta reforma energética se está privatizando, entregándose progresivamente a los grandes consorcios privados y a las trasnacionales, lo que nos conduce a la importación del 60 % de las gasolinas a precios muy caros. En Estados Unidos este 7 de marzo la gasolina en promedio costó 0.68 dólares por litro (13.60 pesos por litro), en México se pagó a 17.83 pesos por litro la Premium. La energía eléctrica, el gas y el diesel también encarecieron al grado que le están restando competitividad a nuestra industria y comercio nacional; igual sucede con tantos impuestos y obligaciones federales, estatales y municipales.
En el sector educativo, la reforma educativa -la cual más bien fue laboral, con propósitos de cercenar los derechos de los maestros y lograr su sometimiento- no trascendió en mayores recursos a la educación, inclusive su inversión disminuyó en términos reales, lo que limita la cobertura en Educación Media Superior y Superior, y la equidad y calidad de la educación en general en sus tres niveles.
En el sector de producción de alimentos, tenemos un campo empobrecido y abandonado por el gobierno, con políticas equivocadas que favorecen las importaciones de alimentos y la dependencia agroalimentaria del exterior -principalmente de Estados Unidos- en lugar de incentivar la producción nacional y la soberanía alimentaria.
Bajo este contexto nada halagador, preguntamos ¿En qué país vive el Presidente?
*Maestro en Administración
FB: @mejiaharo