A 15 años del «Tomatazo» que cambió la historia
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
La confusión fue tal que los que festejaban no sabían ni por qué, o para quién, mientras que los que lloraban sabían perfectamente lo que perdían; la noticia corría de manera rápida; Andrés Bermúdez era declarado inelegible y no sería presidente municipal.
Los preparativos avanzaban, se había decretado el recinto oficial para la ceremonia del 15 de septiembre, en la que el Rey del Tomate tomaría protesta como acalde; había comisiones y se corrían las invitaciones, para atestiguar el arranque del representaba no sólo el primer gobierno de un partido diferente, sino que se consideró el primer gobierno binacional.
La historia del indocumentado que cruzó la frontera en la cajuela de un carro acompañado de su esposa embarazada y del migrante exitoso que inventó una máquina para el cultivo de tomates, tuvo su impacto a nivel nacional e internacional y la expectativa era mayúscula.
Conforme se acercaba el día, personalmente Andrés había hecho varios recorridos por la presidencia municipal, mismos que parecían intimidatorios entre el personal, pero sobre todo para con los trabajadores de confianza que aún estaban en funciones.
Antes de ello, su visita más reciente al palacio municipal había sido poco amigable en y puso en jaque al Ayuntamiento cuando fue a solicitar su constancia de residencia que en un inicio le fue negada, fue necesario presionar.
Pero cantó victoria antes de tiempo y faltando una semana para rendir protesta, vino el resolutivo, el monarca no sería alcalde de Jerez, al menos para el ejercicio 2001-2004, por no acreditar su residencia en el municipio; el dictamen era irreversible, fue la última instancia y jurídicamente no había nada que hacer, recuerda el actual regidor bermudista Jaime Viramontes Miranda.
No será presidente, decía algún encabezado de los periódicos estatales, Lo hicieron Puré, refería otro; Llora el Rey diría uno más, mientras que en el clásico estilo de hacer leña del árbol caído, la vox populi comenzaba a hacer mofa de la situación al señalar que el rey del tomate era sólo una aceituna, por verde y porque le quitaron el hueso; entre muchas más expresiones.
Minimizó la impugnación
Semanas antes rondaba el fantasma de la impugnación, debido a que Bermúdez no se preocupó por regularizar su nacionalidad mexicana luego de adquirir la estadounidense, según refiere el semanario Diálogo número 1199, correspondiente al 26 de agosto.
Pero nadie daba crédito a ello, por la contundencia con la que se ganó y porque además, el Tribunal Electoral del Estado y la Segunda Sala, decretaron improcedente la queja presentada por el Partido Revolucionario Institucional, cuyo argumento fue en todo momento que constitucionalmente, (en ese tiempo) sólo podían ser electos ciudadanos mexicanos, pero el candidato se ocupó únicamente de tramitar la carta de residencia más nunca su ciudadanía de nacimiento.
Sin embargo, faltaba la última instancia, el Tribunal Superior del Poder Judicial de la Federación, donde la ilegibilidad fue confirmada y con ello Andrés Bermúdez no podría asumir el cargo; el dictamen precisaba que el presidente sería el suplente Ismael Solís Mares.
A mí me llamó Armando Esparza para decirme ya valió madre, acaban de descalificar a Andrés; recuerda Jaime Viramontes Miranda, quien comentó que el Rey del Tomate se encontraba en Estados Unidos, por lo que lo primero que se hizo fue reunir al equipo y en especial a los regidores electos, quienes se mostraron descontentos con la designación de Solís Mares y dispuestos a lo que fuera por revertir la situación, pues el presidente que Jerez eligió era Bermúdez.
En su libro Hubo una vez un Rey, página 75, Raymundo Carrillo Ramírez describe cómo recibió la noticia telefónica por medio de la secretaria privada del gobernador Ricardo Monreal Ávila y minutos después confirmado por ella misma en el sentido de que el TRIFE estaba notificando que se hiciera efectiva la suplencia.
Pero para el bermudismo, nunca estuvo claro que el PRI fuera el orquestador de esta acción, no obstante que llevaron a cabo el proceso jurídico hasta la última instancia.
Irene Ibarra Bautista, otra de las protagonistas principales, por su activismo mostrado, señaló que desde el primer momento se detectó que todo obedeció a una traición desde el interior, un grupo bien identificado.
A don Andrés le dio mucha tristeza porque a él le dolió mucho ya que Martín Montelongo era su compadre y lo traía para allá y para acá, se le olvidó el compadrazgo y se le olvidó todo. Fue un plan que movieron, don Andrés traía mucha gente para ganar, luego lo tumban y ponen al que le tocó la suerte, a Solís.
Para Jaime Viramontes, señalar responsables es complicado, aunque técnicamente fue el PRI el que llevó todo, sin embargo tiene la certeza de que existió la confabulación del llamado Dream Team, un grupo económicamente fuerte al interior de la campaña, del que era parte el candidato suplente y más tarde alcalde.
Comenzó la batalla
Tras la determinación Andrés Bermúdez amenazó con irse de Jerez para no volver jamás, dos días después inició una permanente resistencia civil que consideró impedir la toma de protesta del suplente y el bloqueo a la presidencia.
La mañana del 15 de septiembre en el teatro Hinojosa estaba todo listo para el cambio de poderes, Ayuntamiento entrante y saliente, una cantidad importante de público e incluso se instaló formalmente la sesión, en el exterior cientos dispuestos a no permitir la entrada De Solís Mares.
El acalde electo arribó acompañado de Javier Reyes Romo; encontrando un bloque infranqueable; aunque su arribo fue sin ninguna seguridad, algunos policías lo protegieron de forma espontánea en el intento de acceso, segundos después y sin mayores aspavientos se retiró si insistir mucho.
Pero el conflicto crecía, se declaró un receso y más tarde arribó el secretario de Gobierno Arturo Nahle García, intermediario que trataba de persuadir a las partes en conflicto para permitir el desarrollo de la ceremonia. Durante el día, las comitivas iban de lado a lado buscando entablar negociaciones y mientras Raymundo Carillo gritaba a sus seguidores que no cayeran en provocaciones, les pedía estar atentos a bloquear cualquier espacio alterno donde se pudiera llevar a cabo la toma de protesta.
Y se cumplió el protocolo
Por la noche, a manera de consuelo, Andrés Bermúdez daba el grito de Independencia no desde el balcón central, pero sí desde una camioneta con pacas de avena, frente al palacio municipal bloqueado por sus partidarios; con euforia gritó que viva la dignidad de los migrantes y miles corearon al unísono el tradicional Viva México.
Mientras tanto, Solís Mares, casi al vencimiento del plazo de ley, tomaba protesta en el salón principal del Hotel Leo y se escabullía de su marca personal, Luis Medina Lizalde, El Oso, encargado de sacarle la renuncia en el momento mismo que se convirtiera en alcalde constitucional.
Solís y su grupo jugaban en su cancha y montaron toda una estrategia que funcionó al pie del cañón; acceso controlado por la cocina, a media luz, sin entrevistas, felicitaciones ni saludos que afectaran la rápida salida y la apertura de la puerta principal cerrada durante toda la ceremonia y volverla a cerrar para su retirada, sin que nadie pudiera seguirle; cuando todos reaccionaron sólo escucharon el rechinido de llantas del vehículo en el que el nuevo presidente desaparecía por el boulevard.
La presidencia seguía tomada y días después apareció por vez primera en escena Ricardo Monreal cuya actitud dejó muchas dudas al bermudismo, él personalmente llevó a cabo las pláticas y convenció a los manifestantes de permitir que se abriera la presidencia, con el compromiso de revisar las posibilidades de revertir los hechos.
Nos prometía que iba a hacer todo lo posible porque Andrés fuera presidente, si la gente lo pedía, recuerda Irene Ibarra.
Esa falacia se sostuvo durante tres meses más, cuando se dio a conocer que con una encuesta a realizarse en diciembre, se respetaría lo que la mayoría pidiera; pero siempre se supo que jurídicamente era imposible revertir la determinación legal y volvieron las marchas y los bloqueos; el resultado de la encuesta favoreció a Bermúdez y comenzaron nuevamente las exigencias de renuncia y la toma de la presidencia municipal.
La crisis política se prolongó por casi año y medio, aunque ya sin resistencia civil ni manifestaciones, fue a nivel de Ayuntamiento donde los regidores “oficiales” votaban todo en contra y losa cuerdos se sacaban con el respaldo de la oposición, asimismo al interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuyos liderazgos parecían tener una sola visión, todos contra Solís.
Pese a las circunstancias, el desarrollo del municipio no se detuvo pero las decisiones en el cabildo afectaban la agilidad de las acciones.
Repitió la dosis
Andrés Bermúdez por su parte, aprendió de perseverancia y en tres años más volvió a arrasar en las elecciones, ahora con las siglas del Partido Acción Nacional (PAN) y resuelta cualquier duda sobre su ciudadanía, que fue el pretexto legal para tumbarlo en septiembre de 2001.
Al respecto recuerda Irene Ibarra, “cuando se llegó el tiempo le dije que la gente quería que volviera, él estaba un tanto decepcionado, pero me dijo que si le juntaba tres camiones de personas le entraba, le juntamos 11, pero nos la volvieron a jugar en el PRD y él ya no quería nada, entonces llegó la invitación del PAN, lo consultó con el grupo y se decidió ir por ese partido y volvió a ganar.
Jaime Viramontes Miranda, reconoce que tras la decepción, fue difícil convencerlo de seguir en la política, pero finalmente aceptó y el resultado fue que hizo un gobierno sensible con las personas más necesitadas, rompió paradigmas y a la fecha –asegura–, es un ícono de la nueva forma de hacer política. Llevó su proyecto a la cúspide, al mejoramiento de la política local.
Viramontes Miranda tiene la certeza de que sin que su figura esté físicamente presente, el bermudismo ha tenido continuidad y tiene futuro, situación en la que no coincide del todo Irene Ibarra, quien considera que Serafín Bermúdez se ha prestado a diversas situaciones políticas de algunas personas que han provocado divisionismo; pero recordó que Serafín no es Andrés.
La historia de Andrés Bermúdez no se limitó a ganar dos veces la presidencia municipal en forma contundente, tuvo un tercer proceso y llegó a ser diputado federal, función que tampoco concluyó debido a su prematuro fallecimiento.
“Lo de su muerte yo creo que se lo hicieron, pero de no haber pasado eso, seguramente sería el gobernador que ahorita estuviera concluyendo sus funciones.” Aseguró la que fuera presidenta del DIF y del patronato de la feria en su periodo gubernamental.
A 15 años de distancia, el tomatazo sigue en la mente de muchas personas, que aun consideran aquello como un robo orillado pro una serie de traiciones; un hecho que ha quedado para siempre en la historia política del municipio.
LNY/RECV