Tello ante la excepcionalidad
GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ
Ante condiciones insólitas el nuevo gobernador zacatecano, Alejandro Tello, optó por la unidad, la reconciliación y la apertura. Para un político que se asume distinto, de formas novedosas y originales, el verdadero desafío estaba en permitir un relevo de gobierno sin obstinarse a consagrar los ritos del viejo régimen. Y es que en democracia el replanteamiento institucional es primordial.
La toma pacífica del Palacio Legislativo zacatecano por un colectivo del Movimiento de Regeneración Nacional -quienes después reprodujeron una escena más digna del conflicto magisterial en Oaxaca y Guerrero al adornar con alambre de púas una improvisada trinchera en la entrada del edificio réplica de la antigua Real Caja- es también una expresión de ese lenguaje democrático después de décadas del antiguo régimen de partido único.
Pero posterior a un sexenio donde el uso de la fuerza fue la respuesta primera ante las expresiones ciudadanas, en forma de represión y en el debilitamiento de la protesta mediante leyes que obligan hoy a los distintos grupos a pedir permiso para ocupar las calles -quitando toda posibilidad de espontaneidad de la manifestación- el círculo compacto del gobierno entrante se decidió ahora por la madurez política y el respeto a las voces distintas.
Además de atinar en representar valores democráticos al no jugar, en este caso, el juego de Morena, y respetar las oposiciones partidistas (el centro de la disputa sigue siendo de naturaleza electoral), el equipo de Tello construyó una nueva narrativa de política gubernamental. Optaron por la legitimidad antes que la imposición.
Mostraron prudencia suficiente incluso por encima de aquellas voces de la militancia tricolor que exigían desocupar el recinto legislativo para dar paso el evento en ciernes. Tello manifestó a los medios de comunicación esa posición reacia una semana antes cuando afirmó que entraría al Congreso a que le rindieran protesta. Luego decidió revalorar y sopesar los costos políticos de aferrarse a un viejo símbolo del presidencialismo mexicano.
Ese no sólo era un paso obligado a dar para refrescar la imagen del gobierno, sino que también le permitía desactivar el nivel de victimización de la protesta de Morena. La lógica al interior del partido de López Obrador será ahora asumir como un triunfo el encumbramiento de Alejandro Tello lejos del recinto legislativo, pero no podrán acusar de ilegalidad futuros escenarios para la desocupación del edificio en caso de que la Sala Superior ratifique la elección extraordinaria.
Morena entonces deberá repensar su estrategia de disconformidad, ya que para llegar fortalecidos a los nuevos comicios necesitarán regresar a la vinculación ciudadana y a la asimilación del descontento en forma de campaña política.
Los habitantes de la capital que se decidieron por Soledad Luevano quieren que se respete el triunfo. Esa misma porción de votantes inconformes están dispuestos a refrendar la conquista de la candidata en las urnas, especialmente si es la misma Soledad –no está impedida legalmente- quien encabece por segunda ocasión la planilla de su partido. La toma simbólica del recinto legislativo tiene sus días contados.
Ahora la encomienda central nuevamente deberá dirigirse a las colonias de la ciudad capital y no a desperdiciar tiempo en un acto de “resistencia”. La ciudadanía agraviada exige la derrota del Revolucionario Institucional en el gobierno capitalino, no la ocupación de las plazas con un ayuntamiento priista al mando. Si los representantes y líderes de Morena no alcanzan a ver esa realidad entonces habrán perdido la oportunidad única de refrendar el rechazo al PRI en las urnas.
Del otro lado de la cancha, la elección extraordinaria representa para Tello un espacio de oportunidad para decidirse por los operadores electorales con quien más cómoda y eficazmente trabaje, ya sin la intervención de Miguel Alonso en esa porción operativa del partido.
No sólo en el discurso deberá buscar el consenso y un ofrecimiento de “gobierno diferente” a la ciudadanía de la capital. Las condiciones de una elección de este tipo se asemejan más a un referéndum que a un segundo ejercicio por anulación de un triunfo anterior.
El Revolucionario Institucional está obligado a repensar su discurso sobre el castigo a la corrupción, pues ese ofrecimiento fue el que permitió a Soledad Luévano representar el malestar ciudadano que transformó luego en votos.
Tello necesita igualmente los recursos suficientes (con apoyo de mexiquenses e hidalguenses) para la campaña. Dependerá entonces también de los recursos con que disponga Ricardo Monreal (López Obrador) para patrocinar un segundo triunfo que posicionaría al Movimiento de Regeneración Nacional en el ámbito nacional, así como su búsqueda de la candidatura al Gobierno de la Ciudad de México.
Ambos partidos tienen mucho que perder y mucho que ganar. Las alianzas con otras fuerzas políticas definirían la ruta hacia el ayuntamiento capitalino.
Por ahora, Miguel se retira del escenario principal buscando fuero en la Ciudad de México. Los priistas no lo miran con confianza y se lo han hecho saber en dos columnas de diarios nacionales ayer y hoy.
Twitter: GabrielConV