El futuro
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
Confirmado por el Tribunal Electoral del Estado de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa gobernará esta entidad, donde la mayoría de sus habitantes son mujeres, el 52.4 por ciento (INEGI).
Ese dato debe resultarle significativo al futuro gobernante de Oaxaca para plantear verdaderas políticas compensatorias y contrarrestar la desigualdad que, aunque no lo creamos, tiene consecuencias terribles y pueden ser tan graves como el feminicidio.
Quien promete debe cumplir. Alejandro Murat habló de paridad en su gabinete.
Ahora que el deporte de la opinología es hacer los pronósticos sobre quiénes conformarán el grupo cercano del futuro gobernante, se olvidan de ese pequeño detalle, por costumbre, porque la mitad de las personas les son invisibles, se llama ginopia. Y en el peor de los casos, en un ejercicio claro de misoginia, se les considera incapaces. Los datos revelan que hoy las mujeres que ocupan un cargo público o de elección popular están académicamente mejor preparadas que los hombres.
Lo cierto es que si Murat cumple, tendrán que ser igual número de mujeres que de hombres en el gabinete legal y lo mismo en el gabinete ampliado. De lo contrario dará su primer paso en falso y será algo más de lo mismo como siempre.
Sería mucho pedir que las futuras funcionarias y también los funcionarios -pero hay que desearlo y recordar lo importate que es-, que al menos supieran para qué sirve y cómo se come eso de la igualdad, la importancia de la transversalidad de género en todas las tareas de gobierno y que, además, existen leyes, programas y una convencionalidad internacional que obliga a prevenir, erradicar y eliminar la discriminación, la exclusión y la subordinación de las mujeres y las niñas, que se traduce en todas las formas existentes de violencia de género hacia las mujeres.
Son muchos pendientes los que existen en Oaxaca con las mujeres. Más aún cuando debemos reconocer que se han perdido al menos ocho años en la ejecución de programas asistencialistas que no resuelven el problema de la desigualdad y ocho años en gestiones sin destino, ni buen fin.
Problemas visibles, comunes, resultado de la costumbre que nos empieza a dejar de preocupar, lo que pone al gobierno-sociedad en un estado de vulnerabilidad, tan grave y tan terrible que exige soluciones efectivas y a veces mucho dinero que no siempre existe y menos para las mujeres.
Cualquier sociedad que no ve la misoginia ni el machismo pone en peligro a la mitad de la población. Porque ojo, no se trata de algo que le pasa a las otras, a las que no son como una, a las diferentes. La misoginia y el machismo están ahí, en nuestras casas, en las oficinas, talleres, empresas y comercios, en la calles, en las aulas, en el transporte público, en las leyes, en las políticas públicas, en el lenguaje, en las imágenes, en los medios de comunicación, en la educación, en los libros de texto, en los hábitos y en las costumbres, en lo “normal” …
Por eso resulta para muchas personas comprender lo difícil que es. Por eso les parece imposible cambiar. Algunos piensan que somos iguales porque no quieren dejar sus privilegios y esos algunos son la mayoría de los hombres y también, sí, algunas mujeres que no ven que son tratadas con desigualdad, porque no reconocen sus derechos como humanas. Es simple entenderlo siempre que se quiera comprender.
Y esa es la gran tarea para el nuevo gobierno que empezará en diciembre próximo. Con Gabino Cué se rompieron todos los “records” de violencia de género contra las mujeres, pese a la existencia de una ley que no se armonizó; una Fiscalía de Delitos contra la mujer por Razón de Género, cuyo personal no solo perdió el toque, sino que olvidaron la perspectiva de género como política transversal, y un Centro de Justicia para Mujeres que es una feria de servicios, donde también el persona se muestra molesto de escuchar esas historias repetidas de las mujeres, tan corrientes y tan vulgares, como se les ha escuchado decir. Ambas instituciones con un bajísimo nivel de respuesta a las mujeres que abonan de forma cotidiana, junto con el poder Judicial, a la impunidad.
Con Gabino Cué la política de género se volvió tediosa, muy aburrida para quienes la ejecutaban, perdieron la pasión por su trabajo en el Instituto de la Mujer Oaxaqueña, agazapadas por los problemas financieros y la falta de interés de quienes determinan el financiamiento, lo que viene, sin duda alguna desde la definición y posterior autorización del presupuesto.
Alejandro Murat Hinojosa tiene hoy que resarcir el daño que ha sido profundizado por quienes actualmente tienen en sus manos la toma de decisiones. Algunos nombres se manejan en esa tarea de adivinar quién estará al frente de la Secretaría de la Mujer, según anunció a las priistas de Oaxaca el entonces candidato Murat. El perfil más indicado es el de una feminista, una académica y el de una mujer comprometida con la causa de las mujeres. Ciertamente que sea capaz de no traicionar a las mujeres o doblegarse a los intereses políticos del patriarcado. Una tarea nada fácil, pero tampoco imposible.
Se trata de potenciar a las mujeres con conocimiento, con saberes, con el reconocimiento de sus derechos y con el cumplimiento de la ley.
Twitter: @jarquinedgar