Un abaratado Miguel

GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ 

En la incertidumbre y la invocación de la fortuna -tal como quienes aspiran a un espacio en el gabinete de Alejandro Tello- Miguel Alonso escucha los rumores que lo suman y lo restan en un posible relevo dentro de los variados despachos del Gobierno Federal. Así vive los últimos días de su mandato: en la duda y la esperanza.

Sin embargo, más la fortuna que los “excepcionales” resultados electorales que entregó al Comité Ejecutivo Nacional de su partido en las votaciones de junio, ya lo llevan a encabezar ahora el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), según una versión reproducida por el columnista José Ureña en su cotidiana columna “Teléfono Rojo” del diario electrónico e impreso 24 Horas, el pasado 18 de Agosto.

Su responsabilidad ahí se centraría en fungir como un enlace entre la iniciativa privada y el Gobierno Federal hacia la promoción de la inversión de capitales en destinos turísticos relevantes para la administración pública mexicana.

Se mantendría lejos de la toma de decisión política y, de acuerdo a la especificidad de su agenda, tendría poco tiempo para promocionar su quehacer en el estado (pensando en su ambición de un escaño en el Senado en 2018). Particularmente porque Zacatecas no se encuentra entre los atractivos prioritarios para el fomento de los dineros que estarían en su escritorio.

En lo local, y por el hecho de haberse reunido a mediados de este mes con el dirigente nacional del Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa, luego provocó la especulación de voces provincianas que lo situaron en alguna cartera de dicho partido ahora en reestructuración.

El saldo: hasta hoy Miguel ha sido promocionado para más cantidad de puestos públicos posibles que los que en su carrera ha ocupado mediante el voto. Así nacieron rumores que en un principio lo empujaban a instalarse en la Secretaría de Desarrollo Social federal, o en la Comisión Nacional del Agua, o en la dirigencia nacional del Revolucionario Institucional. Los últimos: FONATUR o en algún peldaño directivo del PRI.

Mientras más abre su panorama de posibilidades menos calidad y valor a la hora de imponerse como una divisa de cambio. Un día caminando a un costado de Enrique Peña Nieto, otro día bajo el brazo de Carlos Salinas de Gortari, con la representación de Romero Deschamps como visitante distinguido de su último informe de gobierno.

Pero no se podría esperar menos de un funcionario que siempre prefirió los reflectores antes que el ejercicio del gobierno o, en síntesis, el ejercicio del poder. La narrativa de su trayectoria hacia un espacio de toma de decisiones nacionales, por méritos personales, ha comenzado a devaluar su autenticidad. Es ahí donde la fortuna, y la apuesta por el acercamiento con Carlos Salinas, deberán desplegar todas sus potencialidades.

No se hace un favor Miguel con una intensa promoción de estar por estar en el Gobierno Federal. Busca en otros lugares la necesidad de reconocimiento que en Zacatecas se le ha negado (salvo columnas de la nómina oficial). Y se le ha censurado esa confianza ciudadana por la decidida ceguedad y complicidad en materia de corrupción e impunidad.

Quien siga pensando que el aún mandatario no fue responsable de la menguada actuación de sus funcionarios, coludidos en diversas irregularidades, olvida que por omisión también se participa de la ineptitud y la ilegalidad, especialmente cuando eres el líder de ese gobierno y (casualmente) tu hermano es el centro de las acusaciones de desvío de recursos.

¿A quién intentan convencer esas voces cuando argumentan que Miguel no tenía injerencia directa o indirecta en la mala fe de sus subalternos? ¿O es parte del repertorio comunicativo con que defienden lo que asumen como “leyendas urbanas”?

La directriz en estos seis años de gobierno siempre fue vertical. No había un mando horizontal. Juan Alonso era la otra cara no pública de Miguel, pero con facultades excepcionales para decidir sobre asuntos públicos (especialmente en el negocio de la obra pública). Los actuales legisladores de oposición llegaron a exponer que en la “Casa del Diezmo” se cobraba en promedio 50 mil pesos por obtener una fecha de entrevista con el cuestionado hermano.

Entonces ¿o son leyendas urbanas o Miguel Alonso es culpable de omisión? El discurso oficial y los comentarios en corto de los altos funcionarios no se contradicen, se complementan: corrupción la hubo y la hay. Impunidad la hay y permanece.

Dependerá de un Alejandro Tello que invita a los próximos alcaldes de extracción priista a “no andar haciendo tranzas” (El Sol de Zacatecas, 26 de Agosto) del peso con que se someterá al escrutinio público el futuro de su amigo incondicional. ¿Prefiere cargar esa pesada losa por su compañero o prefiere dotar de legitimidad a su gobierno? En el proceso que está por desatarse no hay atajos: enfrenta o asume.

Twitter: @GabrielConV

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