Igualdad en materia civil
SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
En una semana ha ocurrido algo muy importante en este camino por la igualdad que las mujeres de México han emprendido desde hace muchos, pero muchos años, hechos concretos que son significativos sin duda alguna: Jessica Reinah Serrano consiguió que su hija lleve su apellido antes que el del padre. Este caso se registró en la capital poblana.
¿Qué significado tiene el hecho de que Jessica Reinah Serrano haya conseguido que las autoridades permitieran que su apellido fuera primero y no el del padre de la niña? Y todo esto, además, se consiguió tras una “batalla legal” como se dice en el argot periodístico.
Sin duda es muy importante lo que ha sucedido. Es una forma de reconocer el derecho de las madres a decidir en qué orden irán los apellidos de las hijas e hijos y se rompe con un sistema establecido desde hace cientos de años, donde los hombres determinaron cómo sería el “orden en el mundo”, bajo el argumento de que las mujeres no tenían poder para intervenir, para decidir, porque bastaba con lo que ellos determinaban y determinaron los por qué y los para qué del mundo.
Este rompimiento de lo que hasta hace muy poco era un orden establecido provoca sin duda muchos comentarios entre quienes piensan que el mundo “ya está hecho” y por tanto no se puede rehacer y mucho menos cambiar, sobre todo, en aquellos aspectos que en el siglo XXI provocan actos de exclusión y de discriminación por razones de sexo-género, color de la piel, discapacidad, condiciones económicas o preferencias sexuales.
La decisión patriarcal de poner el apellido paterno antes del apellido materno ya no es más en algunos países del mundo y en México el caso de Jessica Reinah Serrano, abogada de profesión, sienta un precedente que se tendrá que admitir, se abren las puertas. Más allá del abolengo, más allá del prestigio, más allá del machismo, las madre pueden hoy poner su apellido a sus hijas e hijos en primer lugar. Tan así las cosas que hasta podrían ocurrir como pasó en Argentina, donde al no ponerse de acuerdo –mamá y papá- el apellido lo define el Registro Civil mediante sorteo.
Leyendo los relatos de la abogada Reinah nunca tuvo fácil su propósito considerando que había que vencer una serie de convencionalismo por parte del propio personal de las instituciones que curiosamente están obligadas a proteger los derechos de las personas, en este caso el de la niña y de su propia madre.
Reinah Serrano tuvo que enfrentar un largo proceso de siete meses. Como madre soltera registró a su hija con sus apellidos; año y medio después el padre reconoció a la niña invalidando la primera acta, todo ello sin ser notificada, por lo que pidió la intervención de la justicia federal.
De esta forma, el Juzgado Quinto de Distrito emitió la sentencia 1977/2015 en la que se determina que ambos padres deberían ir juntos al nuevo registro, en el que también se determinó que sí era posible que el apellido de la madre fuera primero, ya que ella ha sido la responsable de la manutención y cuidado de la niña (una historia repetida millones de veces). Lo anterior debido a una mala interpretación que se ha hecho del artículo 64 del Código Civil. Es decir se hizo costumbre algo que legalmente no está establecido, pues dicho artículo no establece cuál de los apellidos va primero.
Sin embargo, la abogada y madre de la primera niña que en México ha sido registrada con el apellido materno primero y el paterno como segundo apellido tuvo que enfrentar todavía la resistencia de la jueza que debía extender el documento oficial de nombre Edith Dumit Suárez, quien no entendía la resolución de la justicia federal y ante la insistencia de la madre ordenó a la fuerza pública que la sacaran, como lo reportó la corresponsal de SemMéxico en Puebla, Kara Castillo.
Resistencias patriarcales en la mente de las mujeres un asunto que se da de manera reiterada y constante entre el funcionariado de todos los niveles porque no es fácil entender que la subordinación de las mujeres es un asunto que se construyó, no se trata de algo “natural” como luego dicen.
De esta forma se reconoce una igualdad en materia civil a las mujeres que en la gran mayoría, inmensa mayoría son las únicas responsables del cuidado y manutención de sus hijos e hijas, de ahí que cada vez más crezca el número de jefas de familia. Así tenemos hoy y desde hace mucho tiempo, propuestas que buscan castigar a quienes se desobligan con los alimentos de sus hijos tras una separación, es decir, los padres se divorcian hasta de sus hijos e hijas y las desconocen. Por ejemplo en la actualidad se discute en el congreso local de Oaxaca una iniciativa que busca castigar con cárcel a quienes no cumplan con esta obligación. Veremos si los diputados varones, que son mayoría, le entran al tema o los traiciona el machismo.
Sin duda, reitero es un reconocimiento para las mujeres que día con día sacan adelante a sus hijas e hijos, algo tan naturalizado que nadie o casi nadie condena. Pero si sucede al contrario no saben qué condena y qué escándalo.