El nuevo mapa del poder

MANUEL IBARRA SANTOS

El resultado de las elecciones, por cierto las más encarnizadamente competidas en la historia reciente de la incipiente democracia local, que colocó a Alejandro Tello como el triunfador al gobierno del Estado, ha dejado como saldo la construcción de un nuevo mapa de redistribución del poder político en Zacatecas, caracterizado por la pluralidad, en donde dos expresiones, más allá de las franquicias representadas por los partidos, se erigieron como las principales fuerzas hegemónicas en la entidad (el alonsismo y el monrealismo), núcleos sobre los que gravitaron los pasados comicios.

Alejandro Tello Cristerna, el ganador de la contienda, no obstante su formación forjada en la cercanía de Miguel Alonso, bien puede constituirse en el personaje que represente y encabece el proceso de la tercera alternancia política, en la visión de los últimos 18 años de historia, de 1998 a la fecha. Él enfrenta la oportunidad de plantear un nuevo horizonte de desarrollo para Zacatecas, hecho del que dependerá su legitimidad y legitimación futura, si es que quiere trascender positivamente.

Zacatecas adicto a los procesos de alternancia, la que puede ser no sólo de partido, sino también de grupos y dinastías en el poder, estaría experimentando la tercera en un periodo de tres sexenios. La primera la encabezó Ricardo Monreal en 1998; la segunda estuvo representada por Miguel Alonso con el retorno del PRI al gobierno en el 2010 y la tercera la protagoniza ahora Alejandro Tello, al no pertenecer directamente él al grupo que ha mantenido al control hegemónico de la entidad durante los últimos 18 años. Se registra de esa forma una ruptura de las expresiones dominantes y se gesta en consecuencia un reacomodo de fuerzas.

Sin embargo, no obstante esto, Alejandro Tello tiene la responsabilidad histórica no sólo de presidir y agotar su propuesta en la tercera alternancia política, sino de sentar las bases de la transición que permita la construcción de renovadas instituciones públicas, que  administren y gobiernen con mayor eficiencia los asuntos fundamentales del pueblo de Zacatecas.

Se ha configurado, por lo pronto, un renovado esquema de redistribución del poder público en Zacatecas, en donde el “Monrealismo” y MORENA, con la nada despreciable cifra de 180 mil votos a su favor se constituirá, en una excepcional fuerza de sanos equilibrios en el ejercicio del poder en la entidad.

Pero que nadie se equivoque en la lectura. En la aplastante estrategia de la acción política – en donde el centro dejó la iniciativa a la autoridad local-, los operadores se dieron tiempo de ajustar y depurar incluso con anticipación los carriles por donde se desplazarán las cartas de aquellos que lucharán por un puesto de representación popular en el 2018. A eso responde en gran parte el comportamiento “extraño” de los votos cruzados en el municipio de Zacatecas, sin demeritar, por supuesto, los resultados y el trabajo de  Soledad Luévano y el partido que le postuló.

La alternancia, la conspiración y el voto de castigo

Los amigos opositores íntimos del presidente Enrique Peña Nieto, aquellos que le ayudaron en el 2012 a legitimar en el Congreso de la Unión las reformas estructurales y el Pacto por México, el PAN y el PRD, ganaron en el contexto nacional siete de doce   gubernaturas, acontecimiento que de facto modifica la correlación de fuerza en el país.

Este resultado conducirá en el corto plazo a realizar ajustes urgentísimos en el gabinete federal y a efectuar enroques en la dirección nacional del PRI, si quieren llegar con capacidad competitiva al proceso electoral del 2018. Hizo su  efecto de forma  virulenta el voto de castigo.

En Zacatecas, imperó una lógica distinta, en donde todo pareciera que federación dejó sin más la operación absoluta a la autoridad local. El voto anti/corrupción tuvo un efecto distinto, de lo contrario no se entendería que el PRI haya ratificado su triunfo en la gubernatura, en 30 municipios y  en la mayoría de los distritos electorales. El “alonsismo” salió mejor librado de lo pensado.

Por eso resulta inexplicable el resultado en el municipio de Zacatecas, en donde, con un voto  extraño y cruzado, todo apunta más a una conducta conspirativa interna e irresponsable, que bien pudiera convertirse para quien la provocó en un balazo en el pie. Alguna opinión al respecto tendrán Alfredo Salazar y Carlos Peña Badillo. Por lo demás nada demerita el trabajo de Soledad Luévano. El caso de la Maestra Mónica Borrego tiene otra lectura.

Habrá que esperar con prudencia que transcurra el tiempo de la calificación electoral.

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