Construir agenda para salir de la crisis
En días pasados, la crisis que vive la Legislatura local se ha agudizado.
La construcción de acuerdos legislativos en la última sesión del segundo periodo ordinario de sesiones, al margen de los coordinadores parlamentarios, fue el factor que ha propiciado que las incomodidades propias del esquema de reparto de privilegios y canonjía lleguen a su punto límite.
Si lo que se discute son los puestos, las prebendas y los privilegios, el paso del tiempo solamente puede desencadenar que esas discusiones terminen en conflicto. El reparto termina incomodando. No hay número de plazas ni cantidad de recursos que alcancen a satisfacer la ambición política que carece de rumbo y agenda.
Esa es la gran tragedia del Poder Legislativo en México, y en las entidades, como es el caso de Zacatecas. Aunque hay materia para la construcción de acuerdos, los esquemas de incentivos en las comisiones de gobierno, la no reelección y la falta de mecanismos de rendición de cuentas, llevan a un saqueo irracional y permanente de los congresos locales y las Cámaras Legislativas de la República.
En Zacatecas hay posibilidades de avanzar. Las iniciativas presentadas, e incluso las anunciadas, en este primer año de ejercicio de la LX Legislatura son una digna materia de trabajo.
Rescato la voluntad que existe en el Partido Acción Nacional (PAN) para propiciar una reforma electoral que permita homologar los procesos electorales locales con los federales. Que dejemos de asistir un año sí, y otro también, a las urnas, y que supeditemos la lógica institucional a la electoral, con los costos económicos y políticos que de ello se deriva.
El próximo gobernador debe ser electo para el periodo 2016-2021, para empatar la primera elección de la próxima década, con el proceso electoral intermedio de escala federal. Aunado a ello, debemos decidir si elegimos a presidentes municipales y diputados locales para periodos de 2, o de 5 años, con el fin de entrar a un proceso de normalización que la sociedad demanda: menos elecciones y más soluciones; menos gasto electoral y más gasto social.
También destaco sobremanera la iniciativa de los diputados del Partido Nueva Alianza para que los miembros más destacados del gabinete que integra el Poder Ejecutivo sean ratificados por el Legislativo. Migrar a un sistema semi-parlamentario que pueda sentar las bases para gobiernos de coalición que garanticen la conformación de amplias mayorías.
Cuando menos cuatro de los principales aspirantes a la Presidencia de la República, de todos los partidos, avalan también este planteamiento: Marcelo Ebrard, Manlio Fabio Beltrones, Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota.
También hay coincidencias con las iniciativas presentadas por mi compañero Roberto Luévano, y la que impulsa el Partido del Trabajo, para reducir el número de regidores que integran los ayuntamientos en Zacatecas.
Se trata de transitar hacia cabildos que propicien la gobernabilidad y ayudar a disminuir el inmenso gasto corriente que se instituye como consecuencia natural de ayuntamientos obesos.
Pongo como ejemplo esos tres temas para dar cuenta de dos cosas:
1) Los compañeros diputados han presentado iniciativas valiosas y que recogen la demanda social.
2) Lo que falta es voluntad y valor para ir en una ruta reformista que privilegie el interés público.
El Latinobarómetro y las encuestas de opinión demuestran a una sociedad cada vez menos comprometida con los valores democráticos ante la escasez de resultados. De ahí nuestro deber y responsabilidad para lograr acuerdos.
La falta de diálogo e interlocución es tal, que en esta legislatura hay iniciativas, como la del incremento presupuestal a la UAZ, que se han presentado en diferentes momentos y prácticamente en los mismos términos. En primera instancia, la propusimos diputados de Primero Zacatecas y el Partido del Trabajo; y después, la presentaron (casi una calca) los miembros del Partido de la Revolución Democrática.
Pero si en las comisiones de gobierno y en el pleno, no nos damos la oportunidad de deliberar a profundidad sobre temas legislativos, y de construir una agenda mínima común, será imposible revertir la tendencia negativa que hoy impera.
Por mi parte, soy optimista, y creo firmemente que la clave podría estar en el re-cambio generacional que reivindique la política y el servicio público tanto en las formas como en el fondo. Soy optimista en que podemos conformar una nueva mayoría, al margen de esquemas tradicionales y acuerdos no escritos.
Al tiempo.