Se busca una Lady Godiva mexicana
JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX
… Para salvarnos de la Miscelánea Fiscal
Realmente nadie sabe con exactitud, en qué época vivió la muy conocida dama de los bombones. Las leyendas sitúan su nacimiento en el año 1040 de nuestra era, y su muerte apenas 40 años después. Pero igualmente pudiera haber vivido en pleno siglo XXI, pues su filosofía de la vida y su arrojo son comparables a los de muchas mujeres de nuestros días.
Así se trate de una mera leyenda, su fama ha trascendido hasta hoy, a tal grado que quedará para siempre plasmada en el firmamento de la Vía Láctea, pues nada menos que el Asteroide 3018 Godiva, lleva su nombre.
La versión más antigua de la leyenda que relata su participación en la vida pública, fue registrada por Roger de Wendover durante la tercera década de los años 1200 en su obra Flores Historiarum.Pero su vida no quedó inserta en la mera curiosidad de una narración, sino que fue incluida en la Historia de Inglaterra, escrita por Rapin, entre los años de 1723 y 1727.
Lady Godiva fue una dama sajona famosa por su belleza y su bondad. Los registros afirman que se casó con Leofric, conde de Chestery de Merciay señor de Coventry y que su nombre original era Godgifu ó Godgyfu que quiere decir gift of God («regalo de Dios»). A nosotros ha llegado la versión latina de ese nombre: Godiva.
La leyenda cuenta que la bella señora vivía compadeciéndose de los sufrimientos y apuros de sus vasallos, a los que su marido trataba con poca consideración, y a los que aplicaba tributos abusivos y absurdos. A la merced de esta bella dama se debe, según la historia, la construcción del monasterio de Coventry, a la que prácticamente obligó a su esposo quien, dicho sea de paso, era un buen administrador de los tributos que le eran conferidos por sus súbditos.
Nada malo había en las cualidades gerenciales del noble caballero, a excepción de que los recursos eran extraídos de sus vasallos con toda voracidad, de forma que Lady Godiva vivía sufriendo al ver la cantidad de los abusos cometidos por su señor. Su desesperación fue tanta, que suplicó de rodillas al conde, la disminución de los impuestos injustos que aplicaba. Nunca pensó Leofric que ella accedería a hacer lo que le pidió, a cambio de bajar las tasas que cobraba sin misericordia: que recorriera Coventry a caballo, sin más vestidura que sus largos cabellos.
Hoy en día muchos estarían dispuestos a desfilar ante Eduardo Videgaray sin atavío ninguno, con tal de que reorganizara la Miscelánea Fiscal, aunque es altamente probable que los resultados fueran mínimos, pues la estrategia del desnudo la han agotado ya los miembros de “Los 400 Pueblos”, quienes se han aburrido de quitarse la ropa en pleno Paseo de la Reforma, en tanto que los automovilistas se han cansado de verlos también. Sus demandas jamás parecen ser oídas.
Sin embargo, nuestra valiente dama de esta historia, sí lo hizo, convirtiéndose seguramente en la primera persona en los anales del tiempo, que recurrió a esta forma de manifestación “pacífica” e indubitable.
Para resguardar su pudicia, acordó con sus vecinos que estos se encerrarían en sus casas para no perturbarla en su desnudez. El día elegido, Lady Godiva se paseó desnuda por el pueblo, montada en su caballo, mientras todos los vecinos de Coventry permanecían en sus casas encerrados y con las ventanas cerradas.
…Todos, menos uno, un sastre a quien la tradición inglesa llama Peeping Tom («El mirón Tom») quien no se pudo resistirá ver a la dama desnuda, y que tuvo el descaro después, de jactarse de ello sin recato.
La actitud del mirón fue castigada por el pueblo con un repudio total, pues Lady Godiva había sacrificado su honra en bien de la comunidad. También este sastre, de ingrato recuerdo, pasó a la historia con su actitud, pues dio origen a la expresión que ahora se conoce como “voyeurisme” en francés, y que será siempre “Peeping Tom” en inglés. Es así que el pueblo mismo va construyendo su lenguaje, con palabras sacadas de la vida misma.
Hay quienes señalan al contar la leyenda a su manera, que el mirón quedó ciego en el mismo instante de ver a la bella dama pasearse por el pueblo, montada a caballo, cubierta tan solo por su larga cabellera. La verdad no se sabrá nunca, desde luego, pero la leyenda se convirtió en algo tan “sabroso”, que una de las marcas belgas de bombones de lujo más populares se llama “Godiva Chocolatier” en homenaje a esta figura histórica. Con los años, sus cajas doradas de bombones con el dibujo de la condesa desnuda se han convertido en un souvenir típico de Bélgica. Así también se hacen los buenos negocios, con ideas originales, bien aprovechadas por los emprendedores.
Leofric, conmovido por el gesto de su esposa, cumplió su promesa y bajó los impuestos, mostrando con ello más corazón, del que puede esperarse de muchos de nuestros Secretarios de Hacienda a lo largo de la historia de este país.
En 1955, el director de cine Arthur Lubin dio un rostro a Lady Godiva: el de Maureen O’Hara quien, junto con George Nader protagonizó la película que retomó la historia de esta dama intemporal con una leyenda que vivirá para siempre. La arqueóloga Margaret Rylatt, quien asegura que la existencia de Lady Godiva es incuestionable, se refirió a la protagonista del filme con contundencia: “Es la cara que hubiéramos imaginado que Lady Godiva tendría”.
Así se hacen los mitos y se refuerzan bellamente las leyendas: con un buen cuento que contar, algunas ruinas que complementen el relato, ciertos productos que lo mercantilicen y una película bien hecha, que ponga rostro a los hechos y a los personajes como este, tan tentadoramente delicioso.