Ley Fayad, Misa de Requiem

RAÚL MANDUJANO SERRANO

Ley Fayad, Misa de Requiem 

El literato de las tragicomedias periodísticas no alcanza a comprender por qué ciertos personajes de la política oficial, entiéndase PRI, insisten por temporadas enterrar al gobierno. Le tocó al senador Omar Fayad Meneses al presentar, como proyecto de decreto, su ley federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Informáticos que refiere, entre otros elementos, “Actividades como el comercio electrónico, el periodismo digital, la publicidad y las opiniones, mensajes o elementos vertidos en redes sociales, pueden derivar en menoscabos del patrimonio, la reputación, el honor o la actividad profesional de alguien”…

Los artículos 22, 23 y 24 de este engendro legal, establecen “Delitos contra la Divulgación Indebida de Información de Carácter Personal”. Tal meta advierte e impide a cualquier persona o medio de comunicación, divulgar información de interés público que sea “privada”, que no tenga “autorización” o “consentimiento de su dueño” dado que genera perjuicio y de acuerdo a lo expresado “ilegalmente”, podría sancionarse con hasta 18 años de prisión.

Es incauto pensar que en sinónimo de ello, la gente es inocente. Desde el segundo año de la administración federal, se rompió con la gente aquel vínculo de confianza con sus autoridades. El centralismo comunicacional, el control informativo a los medios y los torpes intentos por evitar la propagación de escándalos y tropiezos políticos, en los que se ultraja la seguridad, se afrenta a la gente y se enaltece la corrupción, son las heridas con las que camina el Gobierno, póngale nombre a esta turbulencia, Tlatlaya, Iguala, Ayotzinapa, Hermosillo, Chapo, Obrador, hacienda… Quizá se hartaron de escuchar y leer al pueblo, de vivir en esa tierna obra de “José El Soñador”, pero exterminar la opinión pública no abona en soluciones.

Amenazar la libertad de expresión convierte al periodista en enemigo y atenta contra la democracia. Peña puede salvar el barco, sólo que su tripulación se lo impide…

Colofón.- Calaveritas a periodistas

Mientras degusta de un suculento chamorro adobado, bien cocido, de ese que se deshace cuando lo llevas a la tortilla, acompañado de salsa verde picosa y frijoles charros, con una cerveza fría, helada, el emperador de los desvaríos editoriales es impulsado por las masas para recuperar un pequeño homenaje a la prensa mexiquense. Con algunas modificaciones y agregados, va devuelta.

Calaveritas dulces y pan de muerto adornan altares de culto,

sólo falta acomodar ahí a los periodistas difuntos;

y es que por mal teclear e irreverentes pensamientos,

desfilan a descansar a frías tumbas de cemento.

Para las fotógrafas y reporteras, flores,

aguardiente para los varones,

lagrimas por los dolores,

cempasúchil y copal ya inundan los panteones.

Claudia, Mariel, Jesús, Gaby e Itzel,

Rosa María, Adriana, Jessy y Juan Manuel,

Prisco, Gerry, Edson, Nader y Glenn.

Celeste, Marthita, José Luis y Argente,

Octavio, Toño, mi compadre Paco e Isabel,

Lupita, Mario, Don Rafa, Edson y hasta Samuel,

Eliseo, Dany, Momis, Alejandro y Juan Gabriel,

Macedo, Felipe, Horacio, Paris e Ismael,

Los Contreras, los Franciscos, Porfierio y hasta Daniel,

todos ellos presumían, a la muerte conocer,

pensaban que sus influencias terrenales

por siempre las iban a tener.

Hoy reportean en caposantos

escribiendo de zombies y de brujas hablando,

dejaron su tablet a un lado

y con lápices de hueso se la pasan redactando.

Inició así el réquiem para las almas de los periodistas,

ya marchan con cámaras, libretas y grabadoras, 

difundiendo notas, estrofas y oraciones;

reportajes, crónicas y de columnistas opiniones.

Y es que así acaba la vida para un periodista,

de cámara o de grabadora, de micrófono o televisión,

no importa sin artistas de la lente, o dramaturgos de la redacción,

para la dama Catrina son todos iguales,

triviales esclavos de su fúnebre panteón.

Susurros: De qué material serían las calaveras

Susurran en los lúgubres recovecos del Sótano Uno, que el hacedor de las andanzas irreverentes divagó y pensó en el material que se utilizaría para hacer calaveras ¿De políticos? ¿Calabaza? ¿De choferes de autobuses? ¿Estiércol de vaca? Ahí podrían entrar también agentes de tránsito… ¿Delincuentes? Mierda, sólo mierda ¿Y si fueran periodistas? Barro de Metepec, seguro, porque ¡ah! como son de sentiditos…

La del estribo: Los difuntos Macedo y Jesús

Cuentan que ya difuntos, Sergio Macedo y Jesús Ruiz decidieron escaparse del cementerio y así lo hicieron, por un túnel que los llevó a una casa abandonada en Zinacantepec, donde los esperaba un jeep que los llevaría a una pista clandestina en Querétaro… Perdón, esa es otra historia… Ambos saltaron por la barda del camposanto y ya afuera Macedo le dice a Jesús: “Espera un momento olvidé algo” y se regresa mientras Jesús lo observaba con su clásica desesperación. Minutos después aparece con su lápida bajo el brazo. Pero ¿A dónde vas con la lápida? “Verás mi Chuy, no me gusta salir por las noches sin papeles”…

Hasta otro Sótano.

@raulmanduj 

[email protected]

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