¡Calumnia que algo quedará!
RAFAEL CANDELAS SALINAS
Alguna vez un viejo amigo me dijo que todo mundo es honesto hasta que decide participar en política, y no precisamente porque quien participe en política se vuelva deshonesto en automático, sino por que en el momento mismo en que decide participar se convierte en blanco de todo tipo de críticas, descalificaciones, insidias, difamaciones y hasta calumnias, algunas con razón y otras sin ningún fundamento.
La verdad es que eso no es nuevo, siempre ha pasado, por ello quizá en el ánimo de la población siempre se ha dicho que la política es muy sucia y hay quiénes popularmente la describen como: “el arte de comer suciedad y querer más”.
La diferencia entre lo que sucedía en el pasado con lo que sucede hoy estriba solo en la manera en la que hoy los ciudadanos interactúan con la clase política, pues si bien es cierto que en el pasado el chisme corría muy rápido y su alcance era muy limitado, hoy la chismología corre en “Infinitum” -por llamarlo de alguna manera- y su alcance es ilimitado, hasta el punto de hacerse viral y convertir una mentira en verdad histórica o viceversa.
Y es que el acceso a la Internet, las redes sociales y los medios de comunicación han coadyuvado a mejorar el acceso a la información y la interacción entre ciudadanos y políticos, aunque algunos se resistan. En ese sentido hoy vemos que la mayoría de la población tiene acceso a Internet, muchos de ellos poseen un teléfono celular y no son pocos los que hacen uso de las redes sociales.
Me parece que todo ello es para bien y creo que ante el desprestigio de la clase política y la falta de eficacia de los Órganos de control que –en teoría- debieran ser los encargados de vigilar el correcto gasto de los recursos públicos, los ciudadanos están tomando un papel preponderante en la denuncia y vigilancia de quienes no están cumpliendo con su responsabilidad.
Sin embargo, no podemos negar que aún nos falta mucho por hacer en torno al correcto uso de las redes sociales, con frecuencia vemos como son utilizadas por personas que se esconden en el anonimato para agredir y sin fundamento, gente sin escrúpulos que no da la cara para debatir las ideas o las políticas públicas o las trayectorias. Sin embargo hay que entender que se esconden por que no tienen argumentos o bien por que simplemente están haciendo su trabajo y no por que en verdad crean lo que publican, pues para nadie es ajeno el que hoy es común que los gobiernos contraten un equipo de empleados que se dedican a revisar las redes sociales, para ver qué se publica, para atacar a los adversarios, para responder a la crítica y hasta para borrar los comentarios negativos en la página del contratante.
Así pues, es menester que los usuarios de Internet y quienes participamos en las redes sociales nos enseñemos a diferenciar entre las páginas serias, profesionales que informan o critican con fundamentos y las que solo se dedican a desprestigiar a sueldo; diferenciar entre los perfiles falsos o “trolls” y las personas de carne y hueso que con todo derecho hacen un comentario; y por supuesto también tenemos que aprender a utilizar correctamente el lenguaje y entender que la red social es un espacio abierto en el que debemos expresarnos con toda libertad, pero con respeto a quienes nos leen.
Hoy igual que ayer, lo más importante es que quiénes participamos en política nos conduzcamos con responsabilidad, para que cuando nuestros adversarios crean que van a detenerte levantándote falsos en las redes sociales, tu trabajo, tu trayectoria y tu vida pública y privada te permitan caminar por entre el lodazal y salir limpio y con la frente en alto.