Una reflexión sobre salud pública
GERARDO DE ÁVILA
Ante las aburridas y nada creativas campañas políticas (no es ironía) que veo, mejor reflexionaré sobre salud pública en Zacatecas y las instituciones. Una experiencia personal reciente me motivó a escribir con sencillez y propiedad.
No es nada personal.
Miles de zacatecanos acuden todos los días a las instituciones de salud pública en busca de atención médica de calidad y ocurre que son víctimas de las carencias, como falta de medicamentos, camas, negligencias, mala atención del personal, sin que nadie haga nada.
¿Y los directores?
No exagero. La sociedad no se puede enfermarse los fines de semana (tampoco es ironía) porque no hay especialistas en los hospitales. ¡Peor aún, nadie pone orden! En los municipios y comunidades la situación es aún más patética.
Se perdió el humanismo.
No es un secreto que la mayoría de los médicos trabajan para dos o más patrones, además; atienden en sus clínicas y consultorios personales. Pero entonces, por qué los hospitales no contratan a otros especialistas para los fines de semana.
Hay muchas quejas.
Grillas internas, pérdida de equipo médico e instrumental, insensibilidad y la ausencia de humanismo son un problema en quienes juraron salvar vidas (debe haber honrosas excepciones). Escribo no para reclamar, sino para desnudar parte de lo que ocurre en los hospitales públicos.
Las cosas por su nombre.
Des luego, no todo es malo en los nosocomios, hay personal que a pesar del cúmulo de necesidades dan palabras de aliento en los momentos de dolor. Sin embargo, la atención médica dista de ser de calidad.
Es la verdad.
El Hospital General de Zacatecas, el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Instituto de Seguridad Social al Servicio del Estado no se dan abasto, todos los días luchan contra la falta de médicos, equipo médico, medicamentos y camas, etc. Los sindicatos son otro problema.
No de ahora, de siempre.
Vivir para contarla…
“Vivir para contarla”, dice una de las obras magistrales del finado Gabriel García Márquez. Dicho con propiedad, hasta que vives en carne propia una experiencia de salud, conoces las carencias y grillas en los hospitales.
Ni como ocultarlo.
Las instituciones públicas de salud requieren de más recursos públicos, de personal altamente capacitados, de directores capaces, que recorran el nosocomio, de sindicatos sensibles que no pongan en riesgo la salud, entre otras cosa.
Y mejores salarios, claro.
Por desgracia, Zacatecas adolece de lo anterior. Llegan a los cargos gente sin tener el perfil necesario, el conocimiento sobre salud pública es reducido. Me queda claro, administrar un hospital no debe ser fácil. La faltan apoyos, orden y disciplina es notorio.
Por decir lo menos.
Como derechohabientes, valoramos más otras cosas materiales que la propia salud. Los seres humanos nos perdemos en trivialidades en lugar en atender lo más valioso que tenemos: la salud. Hasta que caemos en un hospital entendemos muchas cosas.
Mucho cuidado.
El propósito de esta entrega no es señalar cuál hospital público es el mejor. En todo caso, reconocer que hay instituciones más sensibles, humanas y éticas que otras, como considero se ha convertido el Hospital General de Zacatecas.
Mi reconocimiento.
Por cierto, mi infinita gratitud, para Raúl Estrada Day, secretario de salud, para la doctora Carlota de la Torre Herrera, para los urólogos Alejandro Figueroa y Sergio Iván Rincón Gallardos, así como para las enfermeras y personal administrativo que me atendieron de manera profesional y humana.
Mil gracias a todos.
En suma, escribo para recordarle a los gobernantes, legisladores y políticos que deben pensar más (que ya es mucho pedir) en la salud pública de una sociedad. Finalmente, podrás tener muchas cosas, pero si no tienes salud no tienes nada.
Reflexionemos.
Del archivo personal:
De todos los aspirantes del PRI a la gubernatura (que ya son como cinco o más), hay uno, que en automático está descartado desde ahora. Es “incómodo”, por mucha razones.
Es tan sólo una opinión.
(*) Periodista
Maestro en ciencia política