De la partidocracia a la familiocracia
HÉCTOR A. ALVARADO GÓMEZ
Esta semana, al mismo que tiempo que iniciaron las campañas electorales, el periódico La Jornada Zacatecas publicó, en su edición del lunes 6 de abril, los resultados de una encuesta levantada por el Laboratorio de Estadística y Matemáticas (Lema) de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) respecto a la confianza que los ciudadanos zacatecanos tienen hacia los partidos políticos.
Los resultados de esa medición arrojan que prácticamente el 30 % de los encuestados manifiestan que no tienen ni la más mínima confianza para con los 10 partidos políticos con registro en la entidad.
Ese porcentaje -que es el mayor en la medición que referimos-, significa que los ciudadanos desconfían absolutamente de los partidos políticos, institutos que viven una severa crisis de credibilidad ante el electorado.
¿A qué se debe esta crisis de credibilidad y de confianza que atraviesan todos los partidos, sin excepción?
Desde mi punto de vista, esto se deriva de varios factores, entre los que está el hecho de que los partidos ya no representan una solución a los problemas que cotidianamente vive la sociedad. Tampoco representan ni defienden una causa específica de manera congruente a sus documentos básicos y de forma permanente, casi todos sus ofrecimientos son basados en la coyuntura política. Ya la mayoría de los partidos tuvieron oportunidad de gobernar en el ámbito estatal y municipal, dos en el nivel federal, y no pusieron en práctica lo que ahora promueven.
Los partidos políticos, lejos de apoyar a la sociedad en sus causas, son burocracias meramente electorales, que están en permanente conflicto y pleitos internos. Que dedican la mayor parte del tiempo a las reyertas que protagonizan sus grupos internos por los espacios de poder en la estructura partidista.
Otra causa que yo veo para severa crisis que viven los partidos, es que algunos de los representantes más visibles para la sociedad, es decir, dirigente, diputados, alcaldes y regidores; rompen fácilmente la palabra que empeñan ante la sociedad y es que hay casos donde aún no cumplen ni la mitad del mandato para el que fueron electos en una elección previa, cuando ya están postulándose para otro cargo de elección popular. Se puede apreciar casos donde los actuales candidatos son los mismos de la elección pasada o antepasada.
La severa crisis de credibilidad y confianza que viven los partidos, también se deriva de que postulan a candidatos que surgen de sus burocracias, de sus grupos de interés, a los líderes de los grupos internos hacen un manoseo exagerado en las candidaturas, algunas incluso se definen un día antes de comenzar las campañas porque no se ponen de acuerdo. No hay ciudadanos en las candidaturas, no hay caras nuevas, son los mismos de siempre.
Y hoy en día hay un nuevo fenómeno, estamos pasando de la partidocracia a la familiocracia, eso significa que para poder ser candidato de algún partido, tienes que ser hijo, hija, esposa, marido, hermano, sobrino o amante de quienes presiden los institutos políticos. Ahora quienes llegan a ser diputados, senadores, regidores o alcaldes ya no serán representantes populares, sino representantes de familias potentadas como en la mafia siciliana.
Los partidos políticos hoy representan una carga económica para la sociedad, no una ventanilla para la solución de sus problemas. No conozco a un instituto político que preste algún servicio en beneficio de la gente, sin que haya de por medio un interés político.
Y en medio de toda esa severa crisis de credibilidad y de confianza, iniciaron las campañas para renovar a los 500 diputados federales (300 de mayoría y 200 plurinominales).