Bola de Nieve
JUAN GÓMEZ
Nadie ha podido detener las movilizaciones y paros estudiantiles que se han generado a lo largo y ancho de todo el país, principalmente entre estudiantes de educación media y superior, desde la desaparición forzada de 43 estudiantes de la escuela normal rural “Isidro Burgos” en Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, lo que en este momento mantiene en jaque al gobierno de Enrique Peña Nieto, al de Ángel Heladio Aguirre Rivero y al Partido de la Revolución Democrática.
Estas movilizaciones que confluyen con el paro en el Instituto Politécnico Nacional y los generados de manera solidaria en otras instituciones de educación superior como la Universidad Nacional Autónoma de México, tienen otras motivaciones de tipo político-académico, pero todo parece indicar que adquieren un denominador común: desestabilizar al gobierno priista de Enrique Peña Nieto.
Lo que inició con una inconformidad por un nuevo reglamento impuesto por la directora Yoloxóchitl Bustamante, y que derivó en una marcha multitudinaria en la ciudad de México, no pudo ser detenida con la suspensión de la vigencia de la norma académica y mucho menos por la renuncia voluntaria de la directora y del secretario de la institución.
La salida en mangas de camisa del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el diálogo directo con estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en las inmediaciones de la calle de Bucareli el pasado cuatro de octubre, se diluyó en la respuesta que dieron los jóvenes politécnicos al señalar que analizarían las respuestas positivas sobre los diez puntos de sus demandas, en asambleas con los distintos comités.
Los estudiantes convocaron a las escuelas del poli aquel fin de semana para analizar la propuesta del gobierno federal, pero han pasado dos semanas y no hay respuesta concreta por parte del comité parista.
¿Por qué?
El fondo del problema por lo tanto, no es académico y menos institucional. El transfondo es político y podría tener connotaciones de tipo ideológico partidista, pero fuera de la cúpula del Partido de la Revolución Democrática (PRD) por obvias razones.
Y es que el PRD es uno de los principales perdedores en la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, porque uno de los principales vínculos con la delincuencia organizada que estaría implicada en dicha desaparición es el alcalde hoy prófugo, José Luis Abarca y su esposa.
La dirigencia perredista a cargo de Carlos Navarrete Ruiz está sumergida en un lago pantanoso del cual será muy difícil salir adelante pidiendo perdón por los funestos acontecimientos en el estado de Guerrero, en donde la vida política del gobernador Angel Aguirre Rivero, pende de un hilo que cada vez es más delgado.
“Por mayoría de votos, el Consejo Nacional del PRD rechazó anoche exigir al gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, solicitar licencia al cargo, como demandaron diversos dirigentes partidistas al advertir que en el estado “hay ingobernabilidad” y el mandatario estatal “ya no es un interlocutor legítimo” con la sociedad”. La Jornada nacional, Pág.5. Domingo 19 de octubre).
Mientras tanto estudiantes de diversas instituciones de educación superior, reunidos en una asamblea interuniversitaria, dieron a conocer su plan de acción para los próximos días. Reunidos en el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, los jóvenes acordaron impulsar el Día de acción global por Ayotzinapa, el miércoles 22 de octubre.
Los jóvenes han transitado de lo local a lo nacional y ahora a lo internacional, hacia la globalización de un conflicto. Realizarán acciones de impacto para llamar la atención de la comunidad internacional para presionar al gobierno de Peña Nieto y ahondar en el debilitamiento del gobierno priista que no ha sido capaz de frenar este movimiento.
La confluencia de las acciones por los acontecimientos de Tlatlaya con la ejecución de presuntos delincuentes a manos de elementos del Ejército Mexicano y la desaparición forzada de 43 normalistas y el asesinato de tres, fortalecerá no solo el tema de la inseguridad en el país y en algunas regiones, sino la violación al respeto de los derechos humanos, la connivencia entre la delincuencia organizada y algunos gobiernos estatales y sobre todo, la incapacidad gubernamental para establecer el orden e imponer la ley.
El próximo miércoles se iniciará la bajada de una “bola de nieve” que irá devorando lo que encuentre a su paso, partidos políticos, fuerzas armadas, gobernantes de los tres órdenes de gobierno, etc., si es que el gobierno de la República no juega sus cartas fuertes con inteligencia y oficio político, para detener una ola que irá creciendo hasta lesionar a una economía endeble y presionada en los mercados bursátiles.
En estados como Zacatecas en donde la indiferencia ante los acontecimientos nacionales es una constante en el comportamiento de una sociedad preocupada más por su seguridad y la economía doméstica tan castigada, el viernes pasado la movilización en apoyo a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa logró una amplia solidaridad entre la comunidad estudiantil.
Planteles como los Cobaez y el Instituto Tecnológico de Zacatecas que siempre se han mantenido al margen de las movilizaciones sociales, se sumaron a una marcha que, en estimación de algunos medios de comunicación, conglomeró a cerca de los cinco mil participantes.
La movilización está tomando una fuerza que, si el gobierno de la república no atiende de manera inteligente, lo rebasará hasta llegar al borde de una ingobernabilidad que obligue a la comunidad internacional ,presionar para detener un movimiento que podría contagiar a otros gobiernos de la región en el mediano plazo.
¿Permitirá Enrique Peña Nieto que el movimiento estalle el próximo miércoles y crezca la bola de nieve hasta formar una avalancha, sin que tome alguna medida imperiosa en la Secretaría de Gobernación?
Al tiempo.