Hija de villista Pedro Caloca sigue valores inculcados por él
Zacatecas, Zac.- Sencillez, honradez y trabajo son los valores que el villista Pedro Caloca Larios, con su ejemplo, dejó a sus dos hijas, tal y como los practicó durante la Toma de Zacatecas en 1914, cuando desarrolló un papel preponderante para el triunfo de aquella histórica batalla.
Doña Olivia Caloca Gutiérrez todavía no había nacido cuando su padre, el General Caloca, se unió a la División del Norte, comandada por Francisco Villa, y estuvo bajo las órdenes de Pánfilo Natera, para defender los ideales del pueblo de México.
Ella nació hasta 1931. Es la más pequeña de los tres vástagos del general. Pedro, fue el mayor y murió cuando tenía como cinco años; le siguió Rosa María, quien falleció hace relativamente poco tiempo, y le sobrevive su hija Olivia, de 83 años de edad.
Fue a las dos mujeres a quienes el militar y revolucionario les transmitió sus valores e ideológicas, principalmente a Rosa María, que era mucho más grande que Olivia y ella sí escuchó sus historias de la toma de Zacatecas.
Por eso, Olivia recuerda muy poco de las anécdotas que su padre les contaba de aquel momento histórico. Lo que sí recuerda muy claro y hoy, a sus más de 80 años de vida, todavía tiene presente son los ideales y valores que a lo largo de su vida les inculcó.
«Fue una persona maravillosa. Como padre fue dulce y siempre ayudó como pudo», afirma Doña Olivia con voz nostálgica, quien asegura que el general cumplió con su deber y dio a su nación lo mejor de él.
La hija del general visitó recientemente el estado para asistir a los homenajes que el pueblo y los gobiernos estatal y municipal de Teul de González Ortega le rindieron al oriundo del rancho de La Tetilla, en el marco del Centenario de la Toma de Zacatecas.
En su corta estancia de tres días, accedió a dar una entrevista exclusiva a Notimex para hablar del reconocido militar, que ya «descansa» en el Mausoleo de los Personajes Ilustres de Zacatecas, junto con su primo Lauro Caloca.
El zacatecano, nacido en el municipio de Teul de González Ortega, el 23 de octubre de 1890, siempre les dijo a sus hijas que estudiaran, se superaran y que fueran honradas y trabajadoras. Consejos que las dos siguieron al pie de la letra.
Pero no sólo fueron consejos lo que el otrora responsable de conformar una guerrilla en el norte de Zacatecas le dio a sus hijas; fue con el ejemplo con lo que las crió y formó como ciudadanas.
En aquellos años «mi papá hospedaba en la casa a los llamados espaldas mojadas hasta que se iban de braseros» a Estados Unidos, eran de los primeros, rememora nostálgica la mujer de raíces zacatecanas. Y claro que así fue, pues él mismo fue indocumentado en el vecino país del norte.
Amablemente, Doña Oliva accede a contar lo poco que recuerda de la vida de su progenitor, porque ella nació «cuando él ya era grande, porque se casó muy grande», enfatiza.
La vida que narra del General Pedro Caloca como padre contrasta con la imagen que se pudiera tener del general que anduvo en la revuelta donde hubo miles de muertos, pero librando una batalla por los ideales mexicanos.
Olivia recuerda a un hombre generoso, honesto y colaborador, que siempre la impulsó a estudiar ingeniería, como él, aunque no le hizo caso, porque se tituló en Diseño de interiores, profesión que hasta la fecha ejerce en la ciudad de México, donde ha radicado toda su vida.
También fue bailarina y maestra de ballet, disciplina que hasta ahora practica, explica mientras sin doblar las rodillas la octogenaria se agacha para tocar el suelo con la punta de sus dedos de las manos y mostrar la excelente condición física en la que se encuentra.
«Siempre he trabajado», afirma la entrevistada con gran satisfacción en la mirada. «Y eso lo aprendí de mi padre, fue su ejemplo y es el ejemplo que ahora yo doy», asegura mientras durante la plática está acompañada de sus dos hijos: Peter Walter y Katia Schenbach Caloca.
La imagen que tiene del general, que se dio de baja del Ejército que consideró usurpador para unirse a las fuerzas de Pancho Villa, es la de un hombre amante de su patria, que no soportaba las injusticias y que deseaba un México mejor. Por eso, por el esfuerzo que Pedro Caloca hizo, interrumpiendo sus estudios y arriesgando su propia vida por México, Doña Olivia lo recuerda como «un hombre de lucha y trabajo».
Parada a un costado del mausoleo donde ya están depositados los restos de su padre, en el histórico cerro de La Bufa, concluye con orgullo que es la hija de un zacatecano que contribuyó para construir un México mejor y del que hoy gozamos.
Pero ese orgullo el general Pedro Caloca Larios no sólo se lo dejó a sus hijas, sino a todo el pueblo, pues él proviene de una familia prominente y luchadora que legó a México mucho trabajo, satisfacciones y triunfos, afirma su prima Rosa María Caloca Caloca.
La maestra Rosita, como se le conoce en Zacatecas, asegura que toda la familia Caloca es destacada e hizo desde las diferentes trincheras algo por su nación y que afortunadamente les ha sido reconocido su esfuerzo.
Los cinco hermanos Caloca Larios y varios de sus familiares hicieron mucho por México y lo mejor es que «llegaron alto y no se hicieron ricos». El que tuvo más recursos económicos fue Pedro, pero porque era ingeniero aviador, estudió y trabajó en extranjero (Estados Unidos y Francia), confirma su prima. Pedro Caloca tuvo cuatro hermanos: Enrique, que era aviador; y Salvador, que estaba sordo.
Ellos fueron los únicos que no se involucraron en la guerrilla civil. «Ignacio fue diputado y José Manuel, revolucionario, y Pedro, pues militar y villista», confirma la entrevistada. Luego, agrega, que Lauro G. Caloca, primo del general, fue senador y trabajó muy de cerca con el secretario de Educación, José Vasconcelos, cargos desde donde fue el creador e impulsor del ejido y de la escuela rural mexicana.
Además, otro de los primos, Agustín Caloca, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II. Él es el santo del Teul de González Ortega, sus restos están en la iglesia principal, «es muy venerado y ha hecho muchos milagros», confirma. La propia maestra Rosita Caloca Caloca también es muy reconocida por su trabajo en los ámbitos políticos y educativos del estado y en marzo pasado recibió por ese esfuerzo el «Reconocimiento Mujeres que Abrieron Camino», que entrega la Secretaría de las Mujeres (Semujer).
La entrevistada recuerda con cariño a la familia Caloca y en especial a su primo el general Pedro, de quien ha estudiado mucho y reconoce su destacada participación.
LNY/Mary Chávez-Notimex