Jerez… Miel y veneno a la vez
RICARDO EVODIO CABRAL VERA
Hace tres décadas
Podrá parecer asunto menor o irrelevante en relación a la importancia de la obra, pero sí es necesario aclarar que el drenaje obsoleto de la calle González Ortega, no tiene más de 40 años de vida, como se ha difundido insistentemente desde la parte oficial y no tiene tal edad, porque simplemente la calle en mención existe desde hace 30, cuando se realizó la apertura; el entubado de lo que fuera el cauce del Río Chiquito, no fue precisamente de las primeras acciones que se desarrollaron a partir de 1983, quedando la calle en utilidad, justo en 1986, cuando se cambiaron los tianguistas del Pasaje Zaragoza a la hoy conocida «calle del tianguis», la que para entonces sólo eran traspatios o corrales de las colindancias con Morelos y Libertad.
El Río Nilo
Recordamos con claridad los fuertes olores que se desprendían de lo que la juventud de entonces dimos en llamar como el Río Nilo (ni lo huelas) ya que su cauce era compuesto por aguas negras que acumulaba descargas directas de muchas casas en el centro de la ciudad y colonias del norte, lo que hacía de aquello un enorme foco de contaminación; fue justamente esa situación lo que motivó desarrollar el proyecto de entubar el Río Chiquito y de paso se aprovechó para dar forma a una nueva calle, que en el marco del Año de González Ortega (1985) se le puso el nombre del general zacatecano, no obstante que ya existía una con ese nombre en el Barrio de San Pedro, que de no ser porque se interpone la finca que fuera del recordado restaurantero Manuel Fernández, es decir por unos 25 metros, estas arterias formarían esquina.
Se advirtió el problema
Viene a la mente también algunas columnas y notas periodísticas que criticaban la capacidad de la tubería y pensando en que además del drenaje se encausarían las aguas pluviales que captaba el diminuto arroyo iba a ser insuficiente y las consecuencias las sufrirían los futuros vecinos. El tiempo ha dado la razón a las plumas que fueron desestimadas por la autoridad en turno; primeramente las inundaciones después de cada tormenta estaban acabando con muchas de las viviendas en la calle García Salinas y la propia González Ortega y ahora la tubería que colapsó y suponemos, que la sobrecarga de abril, fue solo el detonante que 30 años se predijo podría ocurrir y que de hecho estaba sucediendo bajo el pavimento, pero por la profundidad de la tubería, no se apreciaba en la superficie.
Por las Perlas de la Virgen
Por cierto, los tianguistas fueron reubicados en la calle Francisco Villa, que apenas a dos meses de haber sido reabierta tras las obras de pavimentación alrededor del mercado Benito Juárez, otra vez se obstaculiza al tráfico vehicular; pero antes de aceptar mudarse, algunos de los líderes mostraron una aparente resistencia y pretendiendo medirle el agua a los camotes, se fueron a lo grande; según trascendió, pedían como condición de salirse para que les arreglaran “su calle”, que los ubicaran temporalmente nada más y nada menos que en la San Luis, es decir, la vía principal de la ciudad, la de más carga vehicular, la de salida hacia la ciudad de Zacatecas; qué bueno que cupo la prudencia y sobre todo, la congruencia.
¿Y si aprovechan la ocasión?
Pero qué pasaría si los comerciantes ahora establecidos, que hay que decirlo, llegaron mucho después de los tianguistas y la mayoría compraron los terrenos que ahora ocupan años más tarde; qué pasaría –insisto–, si buscarán aprovechar la coyuntura y decidieran hacer lo que hace mucho tiempo les mueve, de rescatar los frentes de sus negocios y a la vez volver vial esa arteria que de inicio tuvo ese objetivo pero que nunca se ha cumplido, por la presencia permanente del tianguis.
Seguramente a algunos se les hace que se ve bonita la calle sin las armazones, mercancía y demás objetos de los semifijos.
Bueno pero mejor ahí la dejamos, porque por andar de mal pensados nos anden acusando de alentar la grilla… y es que el hecho de entrada generaría una confrontación al interior del gobierno municipal, con el propio director del SIMAPAJ, Carlos Alonso Núñez, que coordina la obra y que es parte de los comerciantes establecidos en el sector y el administrador del mercado Gerardo García, como líder de las organizaciones del comercio informal.