La Toma de Zacatecas vista desde sus habitantes

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Zacatecas capital, la Civilizadora del Norte, tuvo el orgullo de concentrar como lo tiene ahora mismo, los yacimientos de oro y plata más abundantes de América.  Los españoles, en su miseria y avaricia a la vez, buscaron destruir nuestra cultura y apropiarse de las nativas riquezas para sostener sus guerras y construir sus palacios, viviendo a través de un pueblo creativo que tenía sus propias leyes, sus muy propios procesos de elección de sus líderes, lo que provocó el derrumbe de una cultura generosa y grandiosa, para imponer una de “Nuevo Mundo” proveniente de la parte más primitiva de la anciana Europa.

Una vez derrotados los españoles después de siglos, y doblegadas las naciones intervencionistas por Benito Juárez, ya en la libertad, se generó un nuevo esquema de gobierno con la influencia de nuestra sangre y de nuestras raíces, pero con la imposición de los ex carceleros y delincuentes que convencieron para gobernar nuestras tierras con una muy ecléctica mezcla que aún sufrimos en buena medida.

La Toma de Zacatecas no es una pelea entre los zacatecanos: es una disputa del poder de la nación entre las fuerzas federales y la División del Norte. Fue como prestar un salón de fiestas, para que federales y carrancistas dirimieran sus diferencias destruyendo a su paso una de las más bellas ciudades de América.  No eran nuestros rencores ni nuestras propias confrontaciones, sino definir el triunfo de la Revolución: Zacatecas fue el escenario elegido, por sus cerros y cañadas –que hoy se confunden con la ciudad- y allí se estableció el gobierno federal que comandaba Huerta.

Fueron varios los intentos de tomar la capital del Estado, pero Pánfilo Natera con su valor, pero sin estrategia, fracasó en varias ocasiones.

La otra parte de la guerra venía del Norte de la República: Durango, Chihuahua y desde luego, algunos zacatecanos.  Pero la guerra no fue entre nuestros familiares o paisanos, sino entre quienes venían de fuera. 6 horas fueron suficientes para que no de los estrategas más importantes del mundo, acompañado de Felipe Ángeles, tomaran la ciudad prácticamente sin despeinarse. Esta estrategia muestra a Villa a la altura de Napoleón o de Alejandro Magno, con sus respetuosas comparaciones.

¿Qué hacían los zacatecanos durante todo ese tiempo, previo y posterior a la batalla? No hay datos concretos sobre esta situación.  Se habla de 28 contra 26 mil soldados, de 12 mil contra 14 mil según otras cifras… existe sólo un parte de guerra bastante escueto, porque aparentemente la entonces federación perdió contra los revolucionarios.

Solicité al Ejército Mexicano en los años 90’s que permitiera a un bibliotecario revisar los documentos sobre tan importante hecho histórico que definiera el rumbo de la nación.  No existe nada relevante, más que el parte de guerra con una sobriedad absoluta.  Sin embargo, hemos encontrado documentos pobres en las librerías de viejo, y algo que se publicó en los Talleres Gráficos de don Nazario Espinoza que, desde luego, no estaba a puertas abiertas para atender a la clientela. Con dificultad describe algunas notas sobre el silbido de los rifles que escuchaban los ciudadanos y sobre la forma en que amontonaban a los hombres en las arcaicas plazas.  Las viviendas habían sido saqueadas ya por quienes habían llegado días antes.  Nos pinta la vida interior de la ciudad: sin alimentos, sólo unas cuantas horas de electrificación, con la soldadesca federal paseándose por las calles con absoluto triunfalismo y embriagándose con el vino y usando los enseres de los ciudadanos del lugar.  Y después, las oraciones y las cicatrices que los hombres que viven aún, todavía conservan.

Los colorados ese 23 de junio, tomaron a sangre y fuego la ciudad de Zacatecas por las tropas constitucionalistas al mando de los generales Francisco Villa, Felipe Ángeles y Pánfilo Natera que buscaban restaurar la enmienda por el asesinato de Francisco I Madero y José María Pino Suárez. 30 días antes de la lucha la luz se cortaba para permitir solamente unas cuantas horas de trabajo y evitar los federales que la ciudad fuera visible a lo lejos.  El enemigo carrancista  se instaló a unas 30 leguas más o menos de los que vivían adentro.  Se impidió el tránsito de las calles, hubo leva, había un sordo rumor de cabalgaduras y soldados que dormían en los portales o en algunas plazas.  Ni Luís Medina Barrón conocía el número de fuerzas defensoras de la plaza.   Ya había sido asesinado su hermano Javier Medina Barrón, también general.

Sabía Victoriano Huerta que se jugaba el todo por el todo con la Toma de Zacatecas. Se hablaba de que las fuerzas federales llegaban a 15 mil soldados con los tres tipos de armas.  Además de Pánfilo Natera como parte de la División del Centro estaban J Trinidad Cervantes, Martín Triana, Santos Bañuelos, Tomás Domínguez Cristóbal Cabral, Justo de Ávila y Juan Ferniza.

Desde un mes antes, los alimentos eran sumamente escasos, sin embargo, las conservas, los vinos y las cervezas eran confiscados por los defensores de la plaza con el argumento de que antes de morir debían saciarse de suculentos manjares.

Los jefes federales más expertos podían ser vistos a diario: Benjamín Argumedo, José Rojas, Antonio Olea, Francisco Aguilar así como Ildefonso Azcona barbado jefe del XIV Regimiento,

Hubo un profesor, Francisco Cuervo Martínez, que escribió un hermoso y alegre romance dedicado a los generales Francisco Villa y Felipe Ángeles, que fue impreso en los talleres del señor Espinoza. El poema describía la batalla previa al encontronazo. Esta parte señala los primeros movimientos como eran concebidos por la expectante ciudadanía.

“El día 23 de junio de 1914 los constitucionalistas de la División del Norte, Unidos a los muchachos de otras divisiones, ponen sitio a Zacatecas Desde los cercanos montes y la ciñen y rodean como un círculo de bronce”

“Soldados de las tres armas han tomado posiciones: se emplaza la artillería y el día anterior en la noche en las minas de la plata, sin que los vean los pelones”.

“El general Felipe Ángeles recorre el campo dando órdenes, en su curely famoso de agradable y muelle trote” Tras él caminan Cervantes, Valle y Bazán, y al galope van Montero y Eduardo Ángeles, en sus caballos mejores”

“Todo está listo: las tropas que suman 20 mil hombres sólo esperan un aviso, una señal,, una orden, para lanzarse al asalto de las fortificaciones”

“El enemigo está alerta coronando las alturas de Loreto, Sierpe y Grillo, de clérigos y de La Bufa”.

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