La Toma de Zacatecas. Los corridos

Jaime Enríquez

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Son llamados “Corridos” los cánticos populares, letanías que el pueblo emitía cuando sucedía algún hecho digno de contarse y recordarse siempre: una trifulca armada, un asesinato, un fusilamiento… son hechos épicos de hombres y mujeres valientes. Ocurrían en los panteones, en las plazas públicas, afuera de las iglesias e incluso adentro –cuando la Guerra Cristera- Generalmente existía un personaje fundamental en torno del cual se tejía la trama de la canción entera. Se narraba de una plaza, un pueblo y casi siempre iniciaba dando la fecha del evento.

Los corridos describían lo acontecido como en una poesía: daban horas, pelos y señales populares y terminaban con el “vuela, vuela palomita”. Se vendían en la calle como volantes, impresos en cientos o miles de copias. Los emitía alguna imprenta y eran niños, mujeres o el propio autor quienes los pregonaban por las calles.

Los nombres de los autores se perdieron en el anonimato y en general sólo se recuerda al personaje de la tragedia.

Los corridos de Pancho Villa son muy comunes y se repiten constantemente, cambiando sólo el lugar de los hechos. Los de Francisco Madero no fueron populares: se cita en ellos el asesinato del prócer, pero generalmente no es el motivo central de los corridos que a él se refieren.

La Bandida, aquella mujer que tenía una casa de citas y que prevaleció hasta los tiempos de Uruchurtu, con todo y sus prohibiciones, en lo que es hoy El Palacio de Hierro Durango en la colonia Condesa de la Ciudad de México, es reconocida por muchos como la autora de algunos de los corridos más famosos de esa época.

El fracaso de Pánfilo Natera en sus aspiraciones de tomar Zacatecas, dio motivo también a un sin número de corridos:

“Siete días, con siete noches,
Es lo que lleva el ataque,
Estando los carrancistas,
Valientes en el combate…”

“Argumedo, el general,
Con buena caballería,
Fue persiguiendo a Natera
Por toda la Sierra Fría”

“Los Arrieta y los Natera
Uno al otro se decían:
No tomamos Zacatecas
Por falta de artillería”.

“Decía Pánfilo Natera;
Les avisamos a Villa
Para que nos den la mano”.

“Vuela, vuela palomita
Por las ramas de un membrillo,
Anda avísale a Carranza
Que no sale de Saltillo”

El traslado de la División del Norte se da a partir del 17 de junio, de Torreón, Coahuila a Calera en Zacatecas, saliendo el grueso de la tropa y la artillería en 5 trenes, 4 para la soldadera y el quinto para el Estado Mayor con sanitario y proveeduría. Salieron a las 8 de la mañana. El quinto tren que salió de Torreón se descarriló y tuvo que ser reparado, lo que les llevó hasta las 2 de la tarde. Llovía y arribaron a la estación de Calera a las 7 de la noche.

En estas muchedumbres los combatientes venían acompañados por jilgueros, fotógrafos, cronistas, periodistas, músicos, romanceros, juglares, cinematografistas, prostitutas y limosneros. También iban con ellos reporteros internacionales, para cubrir al mundo lo que allí sucedía.

El general Felipe Ángeles, ex director del Colegio Militar, formado en las escuelas francesas en las áreas de artillería, dedicó el 19, el 20 y el 21 de junio a hacer un reconocimiento general previo a la batalla, distribuyendo 15 mil hombres alrededor de la ciudad.

“Gritaba Francisco Villa
¡Dónde estás viejo Barrón!
Yo creo que todos me quedan
Guangos como el pantalón”

“Ora sí, borracho Huerta
Harás las patas más chuecas
Al saber que Pancho Villa
Ha tomado Zacatecas”

“¡Que viva Francisco Villa!
Que defiende al pueblo entero,
¡Que vivan sus generales
Urbina y Raúl Madero!”

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