El valor económico de la cultura y el costo de la frivolidad

MANUEL IBARRA SANTOS

La promoción de la cultura, en el contexto de las nuevas concepciones del progreso, tendrá que colocar entre sus objetivos la consolidación del desarrollo humano, el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, el crecimiento económico y, por lo tanto, el perfeccionamiento de las prácticas democráticas y de libertad. De lo contrario, no cumplirá sus objetivos y será todo lo que pretendan, pero nunca fomento de la cultura.

Ha quedado empíricamente demostrado que la cultura tiene un elevado valor económico para el progreso de una sociedad, como a la inversa, la frivolidad puede obstruir, como un gran dique, el desarrollo colectivo.

Desde hace mucho tiempo el desarrollo dejó de formularse sólo en términos de progreso material, como lo hicieron los economistas ortodoxos del siglo XVIII y XIX Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1772-1823). Ahora es importante poner el acento en los procesos y en los espacios para construir dignidad, libertad y democracia en los individuos y las sociedades, como lo han postulado las renovadas corrientes económicas heterodoxas, entre las que se encuentran la postulada por Amartya Kumar Sen (1933…), para quien la promoción de la cultura y el arte resulta esencial.

La difusión y promoción de la cultura hecha de manera profesional y eficiente, está dotada de un enorme potencial para activar y apuntalar el crecimiento económico, pero también para estimular el democrático desarrollo humano de una sociedad.

​Por eso, se puede afirmar, que el fomento de la cultura y el arte juegan hoy en día un papel crucial en el crecimiento económico. Sin ese componente no se puede concebir el desarrollo de una sociedad.

La definición de políticas culturales, por lo tanto, no puede circunscribirse a un asunto de coyuntura menor y tendrá que abordarse siempre como tema de la mayor trascendencia e importancia. No cabe, en ese ámbito, la frivolidad.

Pero además, esto implica la responsabilidad de diseñar una agenda pública que trace líneas de interacción entre la cultura y los otros sectores del desarrollo como el comercio, las comunicaciones, la economía, la educación, el medio ambiente, la salud y el urbanismo, solo por mencionar algunos.

¿Cuánto cuesta la cultura en México?

Según datos aportados por el INEGI (a valor del 2011 y 2012), los gastos promedios anualizados realizados por los mexicanos en el contexto de la cultura ascienden a poco más de 122 mil millones de pesos, que representan el 2.7% del Producto Interno Bruto (PIB) Nacional.
Del gasto total en cultura, los mexicanos sólo destinan el 3 por ciento para la edición y adquisición de libros, periódicos, revistas y otros productos similares de consumo cultural.

Pero cómo nos encontramos si nos viésemos en el espejo internacional. El Producto Interno Bruto Cultural de Suecia es del 9%, Inglaterra 8%; Estados Unidos 8%, Francia 8%, Dinamarca 6%, España 4.2%, Brasil 5%, Guatemala 7.4% y México 2.7%.
En el caso de nuestro país, los recursos destinados al sector del consumo cultural, representan el 3 por ciento del gasto total que realizan los hogares mexicanos.

Por eso, en Zacatecas requerimos sistemáticamente monitorear, evaluar, dimensionar y profesionalizar, cada vez más, la realización de las actividades culturales, para que incidan fuertemente en el crecimiento económico y en el desarrollo humano.

La función social y económica de la cultura

Las actividades y las industrias culturales tienen como función agregar valor económico y social a las naciones y a los individuos, constituyen una forma de ampliar y difundir el conocimiento, lo que se traduce en la producción de riqueza, en generación de empleos, en estímulo al crecimiento y perfeccionamiento de la democracia.
Por eso en Zacatecas, importante es avanzar en la consolidación de la profesionalización de las políticas de promoción de la cultura, por lo que ello significa para el desarrollo.