La lucha contra el cambio climático debe ser una prioridad
LUIS GERARDO ROMO FONSECA
Hoy, 28 de enero, conmemoramos el Día Mundial de la Acción frente al Cambio Climático, cuya fecha surgió en 1997 dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, dónde se estableció el Protocolo de Kyoto como el principal acuerdo de 140 países para hacer frente al problema del calentamiento global. Si no frenamos este problema, el clima se volverá más extremo en varias partes del mundo, las regiones más húmedas tendrán más precipitaciones, mientras que las zonas más áridas deberán adaptarse a períodos más prolongados e intensos de sequía, entre otros efectos negativos.
Desgraciadamente, los esfuerzos en el mundo por alcanzar un nuevo acuerdo de compromisos firmes para encarar este problema, se enfrentan a las resistencias de los Estados que más han contaminado y, por ello, los que mayor responsabilidad tienen frente al calentamiento global. Sin lugar a dudas, la gravedad del problema ambiental nos obliga como sociedad global a repensar el modelo de desarrollo dominante y actuar para hacer valedero el compromiso común de revertir el deterioro ecológico a partir de acciones conjuntas desde los planos global, nacional, regional y local.
Sobre todo porque los próximos efectos del calentamiento global registrarán sus primeros síntomas en la República mexicana; con lluvias torrenciales y sequías que se intensificarán, según lo advirtió en días pasados el investigador de la UNAM, Carlos Gay; quien además señaló que “para que México pueda enfrentar los impactos del cambio climático es preciso poner en práctica los programas que permitan prevenir y atender la vulnerabilidad del país, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y detonar el mercado de las energías renovables con justicia social”. De esta forma, en México enfrentamos serios problemas ambientales, al punto de que el 15% de nuestro territorio, el 68.2% de la población y 71% del Producto Interno Bruto (PIB) se encuentran expuestos al riesgo de los impactos adversos relacionados con el cambio climático, tal como lo alerta el científico de la UNAM.
Así mismo, en México, las actividades que más están destruyendo las selvas y los bosques son: el pastoreo, acumulación de basura, la extracción de leña, la invasión de la mancha urbana, la falta de implementación de programas de manejo natural, la deforestación, los incendios forestales, la tala y caza furtivas, el daño por fenómenos naturales huracanes y depresiones tropicales, la falta de regulación de las empresas eco-turísticas y cambio de uso de suelo. Hoy en día, más del 40% de territorio nacional padece algún grado de deterioro u erosión; ya sea de naturaleza hídrica, eólica, física y química. De acuerdo con cifras oficiales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), los procesos más importantes de degradación tenemos la erosión química (principalmente por la pérdida de fertilidad) con un 17.8%, la erosión hídrica con un 11.9%, la erosión eólica con un 9.5% y la erosión física con un 5.7%. Todos estos procesos son responsables del 44.9%, con más de 85 mil hectáreas de suelos degradados en el país. Tan sólo entre los años 2003 y 2006, la tasa media anual de pérdida de suelo en México fue de 0.3% y que el 38% del territorio se encuentra afectado por algún tipo de degradación.
En materia hídrica, el INEGI ha señalado que la disponibilidad natural media de agua por persona en el país bajó considerablemente (sobre todo en la zona centro-norte); en menos de 60 años esta disponibilidad ha disminuido 241 metros cúbicos en promedio anual, al pasar de 18 mil 53 m3 por habitante al año en 1950 a únicamente 4 mil 312 m3 en 2007. Paralelamente, la generación de basura aumentó por habitante y ahora se registra una dramática devastación de los recursos naturales en todo el país.
A la lista de problemas y daños ambientales debemos agregar la contaminación de ríos, el saqueo de flora y fauna silvestres (en 10 años se extinguieron unas 20 especies de vegetales y animales que sólo se encontraban en territorio nacional), el insuficiente presupuesto gubernamental de operación y para emprender programas, la falta de coordinación institucional en proyectos productivos y la muy limitada vigilancia en las reservas ecológicas, así como un incompleto registro de su biodiversidad.
Por nuestra parte, en Zacatecas no estamos exentos de estas problemáticas y tenemos una gran tarea por delante: nuestro estado es escenario de contaminación de los mantos freáticos, de las bolsas de agua y de los ríos; de la degradación natural provocada por desechos industriales, mineros y químicos, además de que padecemos una tendencia hacia la desertificación y la deforestación.
Por tal motivo, es urgente que emprendamos acciones inmediatas conjuntamente entre la sociedad y el Estado en todos sus órdenes y niveles, entre las que figuren: la elaboración de un diagnóstico preciso de los impactos ambientales en Zacatecas, la elaboración de un plan de rescate de la biodiversidad, un mayor y mejor tratamiento de la aguas residuales, el procesamiento adecuado de la basura, el fomento de las energías renovables y seguir avanzando en el diseño de un marco jurídico acorde a las necesidades de nuestro estado y, sobre todo, más severo con quienes contaminan.
Finalmente, esta fecha adquiere aún mayor sentido social y representa una ocasión para incrementar esfuerzos y renovar el compromiso por salvar el planeta y el entorno que nos rodea.
Twitter: @GRomoFonseca