La violencia criminal, el valor de la historia y la Toma de Zacatecas
MANUEL IBARRA SANTOS
En ocasión del año conmemorativo del centenario de la batalla de La Toma de Zacatecas, importante será reivindicar que el valor del estudio de la historia –como bien lo argumentó Hegel en su fenomenología del espíritu-, radica en la posibilidad de crear espacios de libertad y alternativas civilizadas de progreso y nunca en la disyuntiva de perfilar puentes de evasión al pasado, porque eso habrá de tipificarse siempre como evidente conducta regresiva.
Los fines y objetivos de la historia, como lo afirman los especialistas, son variados y destacan los siguientes: 1).-Aprender de los errores del pasado para evitarlos; 2).-Forjar espacios de libertad y de progreso; 3).-Conocer el presente, sus orígenes y causas. Es decir, saber por qué en Zacatecas estamos como estamos; 3).-Trazar novedosos horizontes futuros de desarrollo; y 4).- Descubrir los nuevos mensajes y valores que se desprendan del conocimiento historiográfico.
Los eventos conmemorativos de la heroica batalla de La Toma de Zacatecas, para que trasciendan la esfera de la frivolidad y de lo meramente festivo, tendrán que abordar el estudio de la historia con visión crítica y aportar nuevas perspectivas de desarrollo para la entidad, a fin de impedir que se repitan los errores y las circunstancias que nos han atado al subdesarrollo.
Y es que nadie puede negar que esa épica batalla heredó, particularmente a nuestro pueblo, más de siete décadas de atraso, marginación, hambre, emigración y pobreza. La recuperación de las heridas sangrantes que generó dicha batalla, apenas inició hace unas décadas atrás y todavía no termina. La Toma de Zacatecas presenta muchas vertientes por analizar. ¿Cuál de ellas se conmemorará?
Será acaso, la guerra que dejó como testimonio necrológico la muerte de más de 10 mil personas que como consecuencia posterior provocó enfermedades, hambre, emigración y la destrucción de la estructura productiva del Estado.
O tal vez se conmemorará, con esa batalla, que Zacatecas se convirtió, según se nos ha dicho oficiosamente, en la tumba de la dictadura, aun cuando para el 23 de julio de 1914, el tirano Victoriano Huerta estaba virtualmente derrotado, debido a que ya no contaba con el apoyo de los terratenientes, del clero político, del capital económico mexicano ni tampoco del imperio del norte.
El compromiso de quienes organizan los eventos conmemorativos del centenario de La Toma de Zacatecas, está en darle relevancia al acontecimiento, para relanzar a la entidad, a partir de los valores de la historia, hacia un nuevo porvenir y a un mejor futuro. De lo contrario no habrá trascendencia.
Violencia criminal versus violencia revolucionaria:
Los hechos conmemorativos de esta importante batalla en la historia de México, nos acercarán también a deslindar, distinguir y diferenciar la violencia revolucionaria de la violencia criminal, ésta última tan omnipresente en la actualidad en todas las latitudes de la geografía.
Las revoluciones y las rebeliones sociales son fenómenos de identidad colectiva que surgen del ímpetu ciudadano y de los núcleos organizados del poder para propiciar cambios, destruir viejos regímenes y construir nuevos.
La violencia criminal se desprende, en cambio, de la acción subversiva de las mafias para privilegiar el desorden, la impunidad y la ilegalidad. Trasgredir la ley y operar en la complicidad de autoridades deshonestas, es la base de la acción del crimen organizado.
No confundir por lo tanto, la violencia revolucionaria con la violencia criminal. La primera tiene una motivación ética, la segunda no. Pero tal vez, para muchos, ninguna se justifique.
El fin y el valor de la historia:
Los actos conmemorativos del centenario de La Toma de Zacatecas cumplirán su objetivo, si contribuyen a fomentar un nuevo sentido de identidad y de orgullo del ser y la esencia del zacatecano, para trazar la ruta de un mejor destino para la entidad.