IFE, otra vez incompleto
CAMERINO ELEAZAR MÁRQUEZ MADRID
Cumpliéndose el proverbio “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, y valga la comparación, por segunda ocasión desde que fue creado en 1990, el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) se quedó incompleto, pues desde este miércoles está conformado por sólo cuatro de sus nueve integrantes.
Esta es una lamentable situación, porque precisamente ayer concluyeron su gestión cuatro consejeros generales -entre ellos el presidente Leonardo Valdés Zurita-, que se suman al espacio que en febrero pasado dejó vacante con su renuncia Sergio García Ramírez, quien hasta el momento no ha sido sustituido.
Es decir, el funcionamiento y las decisiones del máximo órgano electoral del país quedaron bajo la responsabilidad de sólo cuatro consejeros, que para mayores males son número par y no impar para mover la balanza de los acuerdos, por eso el Consejo General debe estar integrado por nueve miembros.
Esta situación actual que se vive en el IFE nos puede dar una idea de la importancia que para el Estado y el partido en el poder tiene la democracia, ya que los nombramientos de los cinco consejeros no se ha podido dar debido a las posturas negativas e inflexibles del PRI, que no han permitido lograr los consensos entre los partidos políticos para que en la Cámara de Diputados se den las designaciones, ya que quiere imponer a funcionarios electorales de su contentillo.
Es increíble que en el IFE vivamos de nueva cuenta la situación que hace casi tres años se presentó también al carecer de tres consejeros generales.
La inconformidad del PRD ante esta situación la presenté en mi calidad de Representante del partido, precisamente este miércoles en que concluyeron su gestión los cuatro consejeros y a continuación pongo a su disposición el mensaje íntegro que di en la sesión.
“El día de hoy concluyen el periodo para el que fueron designados 4 de los 9 Consejeros de este Consejo General, quedando integrado con tan sólo 4. Es la segunda ocasión en que no hay relevos designados.
Esta situación no es más que la expresión de la falta de voluntad política del partido mayoritario y su empecinamiento de tener el control de los órganos electorales, proponiendo no sólo un número de consejeros en proporcionalidad a su fuerza electoral, sino eligiendo perfiles que respondan a los intereses de sus líderes. Ante tal actitud hoy vivimos una crisis de nuestro sistema electoral, de desprestigio ante amplios sectores de la población.
Ha quedado demostrado que no basta con tener un diseño formal de democracia si las leyes no se cumplen o se interpretan a conveniencia para cubrir los fraudes electorales y evadir las atribuciones que se encomiendan.
La alternancia del año 2000 no logró cavar la tumba del partido de Estado, el de la dictadura perfecta. Esta dictadura hoy se expresa en resoluciones de la autoridad electoral que permiten rebasar topes de campaña y justificar, «bajo una ingeniería electoral genial», que se compre el voto y se trafique con la necesidad de la gente.
Resoluciones ficción que han ocasionado que las autoridades se desvinculen de la sociedad por falta de credibilidad y se trasladen en vehículos blindados, no para protegerse de la delincuencia organizada, sino del pueblo.
Es cierto que relación de los partidos de oposición con los órganos electorales siempre ha sido compleja. Sin embargo, nunca antes la autoridad electoral se confrontó directamente a los partidos políticos como ocurrió en esta mesa cuando defendieron encuestadoras que sesgaron la percepción de la ciudadanía, cuando se defendieron errores insostenibles en los dictámenes de gastos de campaña o cuando se tildó de estrategia mediática la queja por el caso Monex.
Urge un acuerdo político como en 1996, en el que los partidos se comprometan a nombrar ciudadanos capaces de recuperar la confianza de la ciudadanía y no operadores políticos o caciques de los órganos electorales partidarios.
Podemos llamar a los partidos a celebrar este acuerdo con orgullo, porque el PRD siempre ha propuesto consejeros ciudadanos a los que nunca verán defendiendo ilegalidades cometidas por nuestro instituto político, es nuestra obligación y todos los partidos políticos debemos cumplirla.
Si queremos gobernantes legítimos, necesitamos autoridades electorales que cumplan a cabalidad con los principios electorales que tanto hemos invocado.
Felicito a los consejeros que así lo hicieron durante su periodo, desafortunadamente no conformaron mayoría”.
Ahora sólo nos queda esperar a que pase el tiempo y los partidos políticos logremos ponernos de acuerdo, el PRD expresa su voluntad política, para que en la Cámara de Diputados se hagan las designaciones correspondientes, que no beneficien a partido alguno, sino al pueblo y a la democracia de México.