80 años del exilio español en México
DAVID MONREAL ÁVILA
Un día como hoy, pero de 1939, llegó el buque Sinaia a costas de Veracruz con 2 mil 500 españoles que buscaban refugio de la dictadura militar fascista de Francisco Franco, y a propósito, quiero compartirles una reflexión.
La historia universal está plagada de guerras por ambición, tanto de riquezas, como de poder. Desde la Roma esclavista hasta el capitalismo global actual, los estratos sociales se han mantenido a través de la instauración violenta de un sistema coercitivo intrínsecamente injusto.
El derecho puede ser “el arte de lo bueno y lo justo”, como lo define Celso, o puede ser un “[fenómeno] amoral que se desarrolla por carriles de utilidad y fuerza”, en palabras de Benedetto Croce.
Cuando hemos permitido que el poder actúe en favor de ese pensamiento, han aparecido tiranos y dictadores que sofocaron las libertades de naciones enteras, como fue el caso del General Franco en España.
En aquella época gobernaba un militar muy diferente en nuestro país, el General Lázaro Cárdenas del Río, quien prometió dar asilo político a 60 mil exiliados españoles que huían del genocidio contra opositores políticos del franquismo, motivo por el cual podemos ver una efigie del mandatario en el Parque España de la Ciudad de México.
Fue en ese momento de crisis cuando se hizo sentir la solidaridad internacional de México, que abrió las puertas a quienes con dolor dejaron su hogar para salvar sus vidas.
Entre los refugiados destacó la presencia de Wenceslao Roces, galardonado con la Orden Mexicana del Águila Azteca y pionero en la traducción de la obra de Karl Marx; José Gaos, también traductor, catedrático y filósofo; Luis Buñuel, cineasta y premio nacional de Bellas Artes 1977; y la famosísima pintora Remedios Varo.
Este pasaje histórico, aunque doloroso, permitió a pensadores coetáneos como Karl Popper formular tesis políticas que nos mantuvieran en guardia contra el totalitarismo, como la famosa paradoja de la tolerancia, que afirma que para mantener una sociedad tolerante, la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia. De otro modo, los intolerantes terminarían por aniquilar a todo opositor, como lo han intentado las dictaduras de todo el mundo.
En este punto vale la pena recordar la ya célebre frase de nuestro presidente Andrés Manuel: “el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás”.
En la actualidad México vive una época de cambios hacia el futuro, pero también de recuperación de principios y valores arraigados en nuestra historia, como la solidaridad internacional; además de mantener y reavivar las relaciones diplomáticas y de respeto con todas las naciones del mundo.
Con estos criterios estoy seguro que podremos hacer frente a las nuevas condiciones migratorias, respetando en todo momento los derechos humanos y la dignidad de las personas.