La corrupción de la familia de AMLO

MIGUEL TORRES ROSALES

Es mentira que en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se combate la corrupción; más bien, se “santificó”. Desde que inició esta administración, en el 2018, los escándalos relacionados a la familia y cercanos al Presidente por enriquecimiento ilícito, nepotismo y amiguismo son la constante. Lo que cambió es la defensa a ultranza con la que se les defiende desde el Ejecutivo y la Presidencia, prácticamente “glorificándoles” para dejarles sin castigo.

Son varios los casos en los que se ha expuesto la podredumbre de Morena, sus aliados y AMLO, a quien mejor deberíamos llamar MALO, por haberse vuelto en contra del “pueblo bueno y sabio”.

En cuanto llegó a la Presidencia, por supuesta corrupción clausuró la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM), en Texcoco. Un proyecto viable, con significativo avance y ganador del Premio Internacional en arquitectura y diseño Rethinking The Future Awards 2021. En su lugar, anunció la realización de un parque ecológico.

Ahora entendemos porque al Ejecutivo no le importó pagar miles de millones de pesos en compensaciones por rescindir contratos del NAIM. Los amigos de su hijo Andrés López Beltrán recibieron del Gobierno Federal, mediante la CNA, contratos por más de 100 millones de pesos para efectuar obras en el susodicho parque, a través de una red de empresas que simulaban competencia.

Para defenderles, MALO dijo que ¡100 millones de pesos no son nada! Y tiene razón, porque no son nada en comparación con lo que el Gobierno Federal estaría aplicando con los sobreprecios de su construcción del Tren Maya, que ya rebasa en 90% lo programado en 2018, al pasar de un presupuesto inicial de 120 mil millones de pesos a 230 mmdp hasta ahora y que apenas registra un 20% de avance. Estos sobreprecios son corrupción.

Y qué decir, de los sobrecostos en la refinería de Dos Bocas, cuyo presupuesto proyectado para la construcción fue de ocho mil 227 millones de dólares y terminó costando 14 mil 282 mdd; es decir, costo 80% más de lo planeado. En este contexto, tampoco olivemos la artimaña de MALO para aplicar una dolosa subestimación del precio del barril del petróleo en los Presupuesto Federal del 2022 y 2023, cuando lo estimó en 55 dólares y 68, respectivamente, pese a que hubo momentos que superó los 100 dólares. ¿A dónde fueron a parar los más de 400 mil millones de pesos obtenidos por la diferencia?

¡Imagine usted querido lector los “cochupos” que se pueden hacer y la cantidad de recursos a los que MALO tiene acceso y puede utilizar a su antojo! Eso es corrupción total.

Por otra parte, recordemos que el hijo mayor de AMLO, José Ramón López Beltrán, estuvo involucrado en el escándalo de la “Casa Gris”, al habitar un domicilio en Houston, EU, propiedad de un alto directivo de una empresa contratista de Pemex. No aprendió la lección; otra vez le descubrieron una “Casa Gris”. A su regreso a México vive en un inmueble de Guillermina Aurea, asistente de la Directora de La Jornada, Carmen Lira. Este medio de comunicación ha recibido contratos por más de 750 millones de pesos en este gobierno. ¡Sin duda, es corrupción!

Hay videos de los hermanos de López Obrador, Pío y Martín Jesús, recibiendo fajos de dinero. El otro hermano, Ramiro, mientras se desempeñaba como Subsecretario de Asuntos Fronterizos, Migratorios y Derechos Humanos de Tabasco, se benefició de la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero con un crédito por 1.7 millones de pesos. ¡Es corrupción!

Y los contratos por 365 millones de pesos que Pemex asignó a la prima Felipa Obrador, dueña de la empresa Litoral Laboratorios Industriales. ¡También es corrupción!

Ante las pruebas irrefutables, el morenista intenta defender lo indefendible. La situación es muy clara: López Obrador miente, engaña y roba. A él y a su familia les ganó la ambición y olvidaron la época de antaño en la que -según él- sólo traía 50 pesos en la cartera y se transportaba en un Tsuru. Hoy, la realidad es diametralmente opuesta.