10 de mayo: una promesa por cumplir

SARA LOVERA

Este miércoles se realizará la Marcha de la Dignidad de las Madres buscadoras de sus hijos e hijas. Se trata de la número 12, y es muestra del valor y la entereza de su dolorosa experiencia; así transcurren, buscando sin descanso, tras la desaparición de sus seres queridos.

La marcha sin duda es una reacción política frente a la impericia y la indiferencia y una manera de desmontar la hipocresía de la narrativa donde se venera la maternidad y se reafirma el mandato patriarcal para las mujeres de que ese es su destino principal.

La cifra de desapariciones es tremenda. En el primer trimestre de 2023, crecieron 20 por ciento; la de las mujeres se calcula en 37.7 por ciento y tres de cada 10 son de niñas, niños y adolescentes.

¿Cómo  imaginar el dolor de la ausencia? Hace más de una década, principalmente mujeres, crearon las colectivas de buscadoras. Recorren el país con instrumentos para roturar la tierra, labrar surcos y cavar. Lo hacen sin descanso, armadas de valor, de solidaridad, de “protocolos” y arriesgando su vida.

Hoy se cuentan por cientos sus historias y testimonios; saltan dificultades y obstáculos. Entre 2021 y mayo de 2023, siete fueron asesinadas, antes de hallar a sus hijas e hijos. Apenas el 2 de mayo fue asesinada Teresa Magueyal, del colectivo “Una promesa por cumplir”, en San Miguel Octopan, municipio de Celaya, Guanajuato.

Por ello la relevancia de la marcha de este miércoles en la Ciudad de México. Luego de más de una década, insistirán frente a las autoridades: verdad y justicia.

Denominada marcha de la dignidad, muchas de estas mujeres dicen que no quieren una celebración teñida de intereses. Algunas afirman que el 10 de mayo es una forma de tender cortinas de humo sobre cómo se vive la maternidad en México, donde, por ejemplo, todavía hay muertes evitables. La mortalidad materna creció 36 por ciento en los últimos tres años.

Las madres que luchan contra las desapariciones tenían esperanza hace apenas cuatro años. Pero lo cierto es que más de 36,000 personas desaparecieron desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia. De ellas, el 37.7 por ciento son mujeres, según los datos oficiales del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.

Ante la impericia, cada 10 de mayo, las madres dicen que “no hay nada que festejar”, puesto que desde que empezó el sexenio —del 1 de enero de 2019 al 7 de marzo de 2023— 7 mil 571 niñas, niños y adolescentes fueron reportadas como desaparecidas o no localizadas en México. Se trata los niveles históricos más altos de la última década.

Ellas dicen que buscar a sus hijos e hijas les permite mitigar su dolor, y como un salto cualitativo de la lucha general de las mujeres, ahora las madres por la dignidad están mandando un mensaje a la sociedad mexicana: no descansarán hasta encontrarlos/as.

La celebración de las madres tiene en México un origen espurio. Decretado el 13 de abril de 1922, fue una respuesta política y represora tras el levantamiento de las mujeres de Yucatán que pedían educación racionalista en las escuelas y la demanda de sus derechos sexuales reproductivos. Pedían una maternidad libre. A ello, el entonces secretario de Educación Pública, José Vasconcelos Calderón, asociado con Rafael Alducin Bedoya, fundador del diario Excélsior, promovieron la celebración para acallarlas.

En 1949, el presidente Miguel Alemán Valdez construyó un monumento, donde, en 1991, las feministas colocaron una placa que dice: A las madres, “porque su maternidad fue voluntaria”. Lo cierto es que las buscadoras aseguran que ya perdieron hasta el miedo. Veremos…

*Periodista, directora del portal informativo SemMéxico https://www.semmexico.mx