La Casa de los Perros: Tenga para que se entretenga

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Hoy, Fresnillo no sólo ocupa el primerísimo lugar en el país como la ciudad en donde su población tiene miedo de ir a un cajero automático, de utilizar el transporte público, de ir al banco o, simple y sencillamente, de salir de casa.

Hoy, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) que levantó en marzo el INEGI, Fresnillo es la tercera ciudad de México en donde Andrés Manuel López Obrador tiene el nivel más bajo de confianza entre la población.

Por primera vez, y jugándose su futuro, el INEGI decidió medir en 75 ciudades “de interés”, el nivel de confianza de la población mexicana hacia el presidente de la República, los gobernadores y los alcaldes.

Y a pesar de que el líder de la fallida 4T presume que una enorme gran mayoría lo idolatra, lo quiere, lo cuida y le aplaude sus desplantes, según el INEGI hoy es el 50.9 por ciento de la población de 18 años y más la que considera que podría confiar en el presidente López. Es decir que cinco de cada 10 le dieron calificaciones entre un 8 y un 10.

Los paisanos de López Obrador, allá en Villahermosa, son los que sí lo quieren en demasía. Algo así como que 8 de cada 10 lo seguirían al infinito y más allá.

Pero, por ejemplo, en la Alcaldía Benito Juárez, sí, en la Ciudad de México, el nivel de confianza desciende al 4.2, como quien dice, reprobado. Y en las mismas anda allá en el mero norte, en San Pedro Garza García con un 4.5 de aprobación.

Así, en esta lista de ciudades en donde López Obrador no es percibido como el Mesías que México esperaba aparece el golpeado Fresnillo, con 4.6. Le siguen Naucalpan, Estado de México, con un 4.8, y empatados en el quinto lugar están Guadalajara y la mera capital de Zacatecas con un 5. También reprobado.

Y como en este rancho la mata no para de dar, son precisamente Fresnillo y Zacatecas las ciudades de México en donde no sólo la percepción de confianza hacia López Obrador está por los suelos. Sí, las dos ciudades zacatecanas se niegan a salir del primero y segundo lugar en lo que a percepción de inseguridad se refiere.

Y a diferencia de San Pedro Garza García, Benito Juárez, Piedras Negras, Los Cabos, Saltillo y Tampico, en donde la percepción de inseguridad resultó menor, en las dos ciudades más importantes de Zacatecas, el miedo sigue siendo la constante.

Y cómo no si esta mañana, por ejemplo, ya fueron localizados dos cuerpos sin vida en la carretera federal 45, ahí en el entronque al Baluarte.

Y eso que los del INEGI no tienen como “ciudades de interés” a Jerez y Guadalupe, porque entonces la cosa pintaría peor.

Lo preocupante del caso es que, en Fresnillo y Zacatecas, los porcentajes sean del 96 y 94.3 por ciento, respectivamente, cuando a nivel nacional esta percepción de inseguridad sea del 62.1 por ciento.

Entonces, que no se pregunten por qué en Fresnillo y Zacatecas a López Obrador no se le quiere, no se le apapacha, no se le celebra como él pregona. Como quien dice: tenga para que se entretenga.

Qué diferencia

Dos meses tenían empleitados los trabajadores del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). Nadie los miraba. Sus protestas eran ignoradas muy al estilo de ya saben quién.

Pero todo cambió en cuanto el exalcalde de Zacatecas, y hoy subdelegado, Salvador Estrada, hizo su arribo a la dependencia federal.

Hizo lo que sabe hacer y lo que otros ni siquiera tienen ganas de simular: trabajar, dialogar. Hacer su chamba pues.

“Gracias a la voluntad” de los directivos del hospital y del sindicato de trabajadores, el problema que no sólo estaba feo, sino que además lucía bastante desagradable a la vista de todo el que transitara por el bulevar, llegó a su fin. ¡Albricias!

Chava Estrada acordó la remoción de siete funcionarios que creían trabajar en la nueva gobernanza, y con esto se destrabó el asunto. Uno, Jesús García Lira, jefe de Recursos Humanos Subdelegacional, se salvó por un pelito, pero está en la mira de quien hoy es el mero mero en el ISSSTE en Zacatecas.

Si bien los líos que en el ISSSTE hay, al haber sido abandonado por años en manos de funcionarios de medio pelo que nomás asistían a cobrar, pero jamás a conciliar o a intentar siquiera velar por los intereses de los trabajadores y de los derechohabientes, son muchísimos, de que se ha avanzado, se ha avanzado. Que nadie lo dude.

Por lo pronto, Alicia Villa Cisneros, directora del Hospital General, dijo que renunciaba porque su conciencia, después de dos meses, le sugirió al oído que no debía ser ella el “motivo del conflicto”.

En la Presidencia Municipal de Zacatecas, al observar como las cosas comienzan a fluir en el ISSSTE soltaron algunas lagrimitas. Y casi al unísono, los trabajadores de la verde alcaldía soltaron un suspiro.

Y en Zacatecas, hoy queda claro que sí se puede, aunque lastimosamente no todos tienen la capacidad de lograr que las cosas avancen.

Como quien dice: tenga para que se entretenga.

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