El presidente, un mitómano compulsivo

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

Según el diccionario, mitómano es un adjetivo que refiere a lo perteneciente o relativo a la mitomanía, el término procede del francés mythomane. La mitomanía, por su parte, es un trastorno psicológico que consiste en mentir de manera compulsiva y patológica. El mitómano falsea la realidad para hacerla más soportable e incluso puede tener una imagen distorsionada de sí mismo, generalmente con delirio de grandeza (lo que produce una gran distancia con la imagen real).

La anterior definición viene a cuenta para describir la personalidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, que desde el inicio de su gobierno ha optado por vivir en un mundo alterno donde culpa al pasado de todo y ante cualquier error encuentra cómo explicación profunda, la conjura, el complot o la oposición de sus adversarios, que se resisten a perder sus privilegios, acusa.

Así se justifica la ausencia de resultados de su gobierno por ejemplo en el combate a la inseguridad,  a la fecha se cuentan más de 151, 335 muertos en actos violentos, (alcanzando en 4 años el total de los decesos que en el peñismo, que sumó en total 156, 066), la fallida estrategia de “abrazos, no balazos” no logra abatir los índices y ante los reclamos ciudadanos como aconteció en Zacatecas, el jefe del ejecutivo sólo tuvo culpas para los del pasado y repitió el cansino discurso de que iban a trabajar para resolver el problema, nada nuevo, solo evasivas, como puede verse el presidente vive en un mundo surreal, en donde todo va bien, pero ríos de sangre inundan la patria producto de su fallida estrategia.

El lema principal de su campaña fue, por el bien de todos “primero los pobres”, para ello centralizó los recursos públicos y eliminó programas como el 3×1, Fondo Minero, Ramo 23 y otros tantos, el argumento fue que sería para combatir la pobreza y ayudar a los que menos tienen, resultado: el INEGI (Instituto Nacional de Geografía e Informática), contabilizaba 52 millones de pobres en el 2018, hoy se habla de 58 millones, es decir, la repartición de dinero en programas clientelares ha sido infructuosa para combatir la desigualdad. Ante ello López Obrador habla de eliminar el INEGI y crear un nuevo índice a modo que mida el bienestar, ¡vaya sin sentido!, pero qué se podría esperar de quién habla de austeridad y a la vez vive en un palacio a cargo del erario, lo dicho, se trata de un mitómano empedernido.

La pandemia costó más de 600 mil muertes en México, el sistema de salud está colapsado, la sustitución del Seguro Popular por el Insabi, sólo ha servido para cambiar de nombre y ralentizar la entrega de medicamentos, pero a fuerza de repetirlo inaugurando hospitales que ya estaban en funcionamiento desde hace años, como lo hizo recientemente en Fresnillo, se apuesta a convencer a incautos sobre las maravillas del servicio público, pues se combate la corrupción y ya hay dinero para adquirir medicamentos, invito a mis escasos lectores a que recorran los centros de salud y comprobaran que es un mundo idílico el que presume el morenista.

Lo mismo acontece con el Movimiento Antorchista, desde su gira de agradecimiento se dedicó a repetir una y otra vez que se acabarían los intermediarios, que los apoyos se entregarían directos, pues según él los líderes se robaban el presupuesto y se hacían millonarios, resalta el estilo de Gobbels (el ideólogo del nazismo), se sigue apostando que “una mentira repetida 100 veces se convierta en verdad”, la aseveración se da sin aportar una sola prueba, la realidad le ha demostrado la falsedad de la afirmación, primero porque los líderes Antorchistas siempre encabezamos las demandas de la gente a la que se atendía de forma individual, segundo porque una vez que se ha cerrado la llave de la solución de las demandas seguimos existiendo, lo que prueba la falsedad de sus acusaciones.

El pasado 15 de abril en su gira por Oaxaca, el mitómano en cuestión volvió a las andadas, afirmó que “las organizaciones eran buenas, pero se descompusieron”, pedían para quedarse con la mayor parte y hacer ricos a los líderes y su fijación personal se puso de manifiesto, “una organización que tenía mucha fuerza recibía al año, calculo 20 o 30 millones al año”.

Mentira, tras mentira, primero, ¿es posible que el presidente tenga que calcular? ¿no le rindieron informes precisos sobre el manejo de los recursos?, ¿será tan malo para las matemáticas que no entiende la diferencia entre 20 y 30 mil? Dice que recibían los líderes, ¿sin consecuencia alguna?, afirma qué Antorcha tenía mucha fuerza, ¡otra vez la mentira!, sin presunción, tenemos o que nos diga quién organiza un Encuentro Nacional de Teatro o una justa deportiva como la que se efectuará próximamente, en el idílico mundo del presidente donde se acabó la inseguridad, abatió la pobreza o se resolvieron los problemas de salud, también piensa que acabó con Antorcha y debemos preguntarnos en caso afirmativo, qué sentido tiene ocuparse de algo inexistente.

Lo dicho, estamos ante un mitómano compulsivo que pretende engañarnos, porque los mexicanos, que padecemos todos los días tales calamidades debemos abrir bien los ojos y llegado el momento debamos depositar en el basurero de la historia a quién con discursos pretende ocultar que todo empeoró con la 4t, aunque se diga lo contrario.