La Casa de los Perros: Villa de Cos, ejemplo de hartazgo en Zacatecas

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Por más de seis horas, el Bulevar Adolfo López Mateos estuvo bloqueado. Se cercó la carretera federal 54 Zacatecas-Saltillo; también la carretera federal 45 en el tramo Zacatecas-Trancoso, justo a la altura del entronque a la carretera de cuota a Aguascalientes.

Y hubo más. Otro bloqueo se realizó en el tramo Zacatecas-Fresnillo, en donde la fila de vehículos se extendió varios kilómetros.

Zacatecas permaneció sitiada horas y horas. Ahogada en el humo de las llantas quemadas. Estrangulada por la indiferencia, el dolor y la angustia.

Y sí, el caos vial, como se podrá imaginar, fue de antología. Pero a diferencia de otras ocasiones, cuando las autoridades apelan al enojo ciudadano para que manifestantes se retiren, esta vez no sucedió así.

Los habitantes de la capital de Zacatecas, del municipio conurbado de Guadalupe, y los viajantes que se dirigían a Aguascalientes, a Saltillo, al dolorido Jerez y a Fresnillo se solidarizaron.

Si desde el 20 de diciembre, Tadeo Núñez Trejo, un niño de seis años, no ha regresado a su casa porque hombres desconocidos lo sustrajeron de la comunidad Chaparrosa, en Villa de Cos, ¿qué más da unas horas de retraso parado en el tráfico?

Y lo dijeron bien en las redes sociales: si fuera mi hijo tendría incendiado todo el estado.

Los habitantes de Villa de Cos, municipio enclavado en el semidesierto de Zacatecas, demostraron que la ciudadanía aguanta, pero no tanto. Que los zacatecanos tienen paciencia, pero no tanta. Que el agua llegó al cuello y está a nada de subirse a la cabeza.

Los vecinos de Villa de Cos, una región que según el INEGI cuenta con más de 34 mil habitantes, optaron por no seguir callados. Decidieron que es momento de exigir a la autoridad, léase la nueva gobernanza y la Fiscalía General de Justicia, se pongan ya a trabajar. Para eso se les paga… y bien.

Fue el 20 de diciembre del año pasado cuando el pequeño Teo, de apenas seis años, fue subido a la fuerza a una camioneta azul en la que viajaban varios hombres. El vehículo fue abandonado unos días después por el rumbo. Pero del niño, hasta hoy, nada se sabe.

El problema es que las vacaciones de los funcionarios son sagradas, y la desaparición de un niño, como lo han sido la de cientos y cientos de zacatecanos, aguascalentenses y jaliscienses, no amerita, según ellos, un mayor esfuerzo. Ya aparecerán.

Pero esta vez se equivocaron. Y los familiares y vecinos de Villa de Cos demostraron que son de armas tomar. Que ellos sí se atreven no sólo a encarar al inquilino de La Casa de los Perros, abandonado por su gabinete en el primer evento público del año, esta vez en Vetagrande.

Que ellos están dispuestos a bloquear los accesos a una Cancha de Usos Múltiples, allá en Sauceda de la Borda, en donde el gobernador ofrecía audiencia pública.

Que ellos no se amedrentan y pueden espetarle en la cara al mandatario: “¡Queremos a Teo, queremos a Teo!”

Ellos, los de Villa de Cos, gritaron y dejaron una vez más al descubierto la ineficiencia que se desborda en la Secretaría General de Gobierno, en donde no sólo la titular, Gabriela Pinedo Morales, sino todos los funcionarios que ahí cobran han demostrado una y otra vez que no son aptos para el cargo. No le sirven a Zacatecas.

Ya los de Villa de Cos lo habían hecho un día antes, en Chaparrosa. Ahí, la autoridad municipal, atada de pies de manos, coadyuvó en lo que pudo, pero el tema escapa a sus manos. La desaparición durante 22 días de un menor no es algo que la limitada Policía Municipal o el alcalde puedan resolver.

Pero, aun así y a pesar de la llamada de atención, la nueva gobernanza y la Fiscalía General de Justicia se quedaron cruzados de brazos. Nadie les dio una respuesta certera a los familiares y amigos de Teo. Y sucedió lo que tenía que suceder: la manifestación llegó a la capital.

Pero ni las llantas incendiándose, ni los vehículos bloqueando carreteras y vialidades, ni los gritos desesperados de los familiares, amigos y vecinos de Teo hizo reaccionar a la nueva gobernanza.

No fue sino hasta pasadas las cuatro de la tarde cuando el subsecretario de Gobierno, Javier Reyes Romo, pudo acercarse al contingente para, según él, llegar a un acuerdo y liberar los bloqueos.

Las vialidades fueron siempre la preocupación de los funcionarios de la Secretaría General de Gobierno. Atender el reclamo de la desaparición de Teo se trataría después, con más calmita, en una mesa de diálogo. Porque a estos de la 4T les encantan las mesas en donde nada, absolutamente nada resuelven.

La nueva gobernanza nunca entendió nada. Jamás se dio cuenta que, para los zacatecanos, un bulevar bloqueado o una carretera cerrada no son importantes. En su cómoda y frívola vida olvidaron que atender a una familia desmembrada por una desaparición es la verdadera prioridad.

Tan no lo dimensionaron que Javier Reyes Romo dijo a los manifestantes: “Como parte de los acuerdos que se dieron en la mesa de trabajo, la secretaria de Gobierno puede venir a platicar con ustedes”. ¡Bendito Dios! La funcionaria puede atenderlos. Enorme favor.

Fue hasta las 18:30 horas cuando el contingente dio paso a los vehículos. Pero se fueron inconformes. Querían hablar con el gobernador, pero no se pudo.

Eso sí, dejaron bien claro que las comunidades organizadas hoy exigen justicia: “si no la obtenemos nos levantamos, luchamos y se la arrebatamos para entregársela al pueblo”.

Mientras: falta Teo; faltan Daniela, Viviana, Paola y José; falta Diana Laura y Alejandro de Jesús; falta Wendy Dayana; falta…

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