Irán, la revolución de las mujeres

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

A lo largo de la historia humana las mujeres de todas las naciones han desafiado regímenes políticos y religiosos, económicos y sociales, culturales y costumbristas que les impiden vivir libres.

Desde septiembre pasado las jóvenes iraníes desafiando la costumbre moral se quitan el hiyab, un velo negro que les cubre la cabeza y parte del cuerpo, tras la muerte de Masha Amini, por golpes en la cabeza propinados por la “policía moral” por llevar ese velo de manera incorrecta. El viernes pasado, el régimen iraní afirmó que no murió por golpes sino por una enfermedad.

¿Le suena conocido?

(El 13 de marzo, el Presidente de la República -es decir- Felipe Calderón, sostuvo que Ernestina Ascencio falleció por “gastritis crónica”).

En Irán cientos de mujeres salen a la calle, también se cortan el cabello y sostienen que pelearán, que ya no tienen miedo.

¿Le suena conocido?

(Atenco, Edomex, 3 y 4 de mayo de 2006; Cancún, Quintana Roo, 9 de noviembre 2020; León, Guanajuato, 22 de agosto 2020; Edomex, 10 de agosto 2021 y un largo etcétera).

En Irán y el régimen musulmán que subordina y pisotea los derechos de las mujeres; en México la violencia feminicida y el feminicidio que caminan en medio de la impunidad; el Me Too que recorre el mundo desde Estados Unidos a través de la internet, el más joven instrumento de comunicación, hasta África y Asia para denunciar la multiplicidad de formas de la violencia sexual.

Esta ola del feminismo que camina-protesta en las calles de casi todas las ciudades del mundo, incluso aquellas donde parecía era impenetrable como los países musulmanes, se va por los hilos invisibles que comunican en instantes a un lado y a otro del mundo, tal parece que el aislamiento geográfico se redujo.

Ellas, las jóvenes de hoy, son las nietas e hijas de las jóvenes de ayer y sus luchas fundamentales que en muchas naciones han cambiado la idea fundamental de ser mujeres, primero para ellas y sus derechos: no más cosificación, no más objetivación, no más subordinación.

Nunca ha sido fácil. Siempre las mujeres encontraron respuestas violentas. Los tiempos actuales no son la excepción a la regla del patriarca-gobierno-religiones-sistemas. El gran señor sigue prevaleciendo, se niega a reconocer que mujeres y hombres somos diferentes por nacimiento (biología) e iguales en derechos (construcción social).

Olimpia de Gouges se le cortó la cabeza, mientras Mary Wollstonecraft murió tras un parto. Ambas habrían puesto las primeras luces sobre esa desigualdad. La francesa en su Declaración de los Derechos de la mujer y de la Ciudadana (1791) y la inglesa en la Vindicación de los Derechos de la Mujer (1790).

La guillotina de hoy es tan letal como la usada en la Francia revolucionaria y como hace tres siglos, las jóvenes de hoy no tienen miedo. Están cansadas de vivir agazapadas, porque el hiyab es un símbolo de las opresiones que soportan cada día. No hay duda, en Irán una revolución de mujeres persiste tras semanas de represión violentísima. Detrás, queda la esperanza, como el emblemático titular de Le Monde (diario francés) del pasado 8 de octubre. Irán: La génération qui défie le régime (Irán: la generación que desafía el régimen).

Desde este lado del mundo hemos sido espectadoras, a través de las redes sociales o los medios tradicionales, me queda claro, esas imágenes no son ajenas, estamos con ellas.