Breves Recetas de Economía. Los estragos que no podremos evitar

JAVIER LARA CABALLERO

Si algo caracteriza a los políticos en el poder, es la euforia con la que nos comparten las noticias que consideran buenas, contrastadas con el desdén de las que no parecen ser tan amables. Ello ocasiona que tendamos a sobredimensionar algunas cifras y con ello generemos expectativas que no son acordes a la realidad, lo que peligroso porque las esperanzas pueden acabar en el bote del desasosiego cuando la realidad de las cosas nos alcanza.

Es cierto, que el INEGI haya dado a conocer cifras positivas de crecimiento de la economía para el segundo trimestre del año, siempre serán buenas noticias, pero debemos contextualizarlas. En primer lugar, son cifras con respecto al mismo periodo del año anterior, es decir, con cifras de plena pandemia. En segundo lugar, es indudable que ya comenzamos a sentir la desaceleración con respecto al primer trimestre. Pasa como con el tema del déficit fiscal, que se ha ido incrementando durante el año, y eso como no es una buena noticia, nadie nos lo menciona, como tampoco nos mencionan los incrementos que han requerido los presupuestos en la construcción de las grandes obras de infraestructura.

A ello habría que agregarle algo: las cosas siempre pasan primero en otros lugares y poco después tienen su repercusión en México. Hagan de cuenta como lo que ha pasado en las olas de la pandemia, primero llegan allá y rebotan meses después acá.

Uno de los argumentos que más hemos escuchado es que, a diferencia de lo que está ocurriendo en otros países, en donde las cifras de crecimiento están siendo negativas, aquí estamos creciendo, pero les aseguro que pronto las cosas serán diferentes. Con la economía norteamericana en recesión, no hay forma de que nos salvemos de ello. La globalización y la interdependencia de nuestras economías generará per se ese fenómeno.

Cuando los norteamericanos reducen sus niveles de consumo, reducen su demanda de productos mexicanos y ello hará que nuestras exportaciones se estanquen. Eso no se ha notado hasta ahora, pero créanme, lo hará pronto y pondrá en evidencia la debilidad de muestro mercado interno. Menos exportaciones, menos producción, menos empleo y así es como se generará un círculo vicioso que hará que nuestra economía deje de crecer como lo está haciendo.

La semana pasada, dábamos cuenta de cómo las calificadoras internacionales que son como el buró de crédito internacional, no estaban tan optimistas respecto a nuestras expectativas de crecimiento y apostaban a que, en el mejor de los casos, terminaríamos el año creciendo más menos 1 por ciento. Si tomamos en cuenta que en el primer trimestre crecimos al 1.2 por ciento, y el segundo .8 por ciento, seguramente el tercero no creceremos y en el último trimestre del año, que es cuando comencemos a sufrir ese rebote de la caída internacional de la economía, habrá un retroceso o un crecimiento negativo como suelen decir engañosamente los economistas.

Por eso, más allá de celebrar que “estamos creciendo” debemos prepararnos para la época de vacas flacas que se nos avecina y no festinar demasiado, porque a la larga, tendremos que aceptar que nos somos tan ajenos a lo que pasa en el mundo, simplemente, vamos retrasados.