Yo conocí Aidé

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

Me lo había prometido, quería hacerlo, pero parece una tarea imposible, ¿cómo se vuelve una ajena ante lo evidente? Imposible. Periodista no dejo ser y puedo ser parcial, romper una regla de oro. Pero ¿quién puede decir que no es subjetivo en el quehacer periodístico? Yo creo que pensar así el periodismo es una condición no humana.

La violencia está aquí, a la vuelta de la esquina no de una calle sino de nuestras vidas. Son muchos los llamados de las feministas mexicanas hablando de una emergencia nacional, en contrario las respuestas han sido nulas. Son muchas las madres pidiendo justicia para sus hijas, la respuesta ha sido descalificarlas e ignorarlas.

Tal parece que la violencia feminicida es un fenómeno que sólo afecta a un determinado grupo de mujeres y, por tanto, resulta para esas personas, exagerado decir que todas podríamos ser víctimas de los diferentes tipos y en diferentes ámbitos.

El problema es que la violencia existe, es una realidad. Si en un grupo de más de 25 personas una pregunta ¿quién conoce un caso de violencia contra de una mujer y hasta un feminicidio? encontrará como respuesta que buena parte han sabido de casos y nos acercamos con esa simple pregunta a una realidad insoslayable. A descubrir que la violencia machista está a la vuelta de la esquina y que ha trastocado la vida de alguna mujer que nos es conocida directa o indirectamente.

Yo conocí a Aidé Rojas Hernández. El martes 28 de junio, Aidé fue víctima de un atentado directo. Hombres armados la atacaron en su casa en el fraccionamiento El Rosario, en la ciudad de Oaxaca, y le dispararon. Herida de gravedad permaneció casi un mes en coma. Ayer cuando apenas salía el sol perdió la batalla, murió víctima de la violencia machista. Hoy, Aidé es una de las 665 víctimas del feminicidio, un hecho que tiene permiso en Oaxaca.

En ese Oaxaca donde no pasa nada. Estamos de fiesta, es la Guelaguetza. En estos días hablar de Oaxaca es hablar solo de ese acontecimiento. Es el Oaxaca alegre y ciertamente ficticio que disfruta como un “soberano” Alejandro Murat, el mismo que hoy está a 129 días de dejar el cargo que asumió el 1 de diciembre de 2016. Se irá pronto, dejará Oaxaca en una condición que defino como lamentable en más de un sentido. Sí, hasta hoy durante su gobierno van 665 mujeres asesinadas, esto de acuerdo con un conteo hemerográfico hecho por Consorcio Oaxaca.

Hay quienes quisieran que le bajáramos el volumen a “nuestras estridencias”, así llaman a la exigencia de justicia para las víctimas de feminicidio y otras terribles violencias machistas que cada día pasan por nuestras vidas y que tienen un común denominador: la total impunidad. Hay quienes en estos días ni siquiera quieren volver la vista a las tragedias de las otras y los otros, parecería un despropósito hablar de la inseguridad que se vive en Oaxaca, porque piensan algunas personas que es atentar contra la “fiesta de los oaxaqueños”. En realidad, es la fiesta del gobernador Alejandro Murat que la disfruta en ese baño de pueblo que se da antes de irse y que se utiliza para publicitar su desgobierno en aras de su futuro político.

Yo conocí Aidé Rojas Hernández fue hace muchos años, poco más de tres décadas. Estaba embarazada de mi hija Sol, otra de las víctimas de la impunidad que solapa el que ahora baila en las esquinas. Entonces conocí a Aidé. Trabajamos juntas por un tiempo. Después nos vimos algunas veces. El sábado hablé con Paty Jiménez y le pregunté cómo seguía Aidé, ella como sus amigas cercanas estaba conmovida. Confieso que no sabía que era ella, la misma Aidé que conocí a finales de los ochenta. Por tercera vez, Paty Jiménez dijo que ella siempre expresaba que si algo le pasaba me llamaría. Aquí estamos para exigir #JusticiaParaAidé

En Oaxaca de Juárez, hoy hay una fiesta. Al mismo tiempo en que el cuerpo de Aidé luchaba por sobrevivir al ataque, el gobernador de Oaxaca, despreocupado, bailaba en cada esquina de centro histórico encabezando los desfiles de las delegaciones, como si fuera eso necesario. Y hoy, al mismo tiempo en que el cuerpo de Aidé era recibido en la tierra que la vio nacer, en Miahuatlán de Porfirio Díaz, el gobernador de Oaxaca Alejandro Murat eufórico presidía la fiesta desde el auditorio Guelaguetza. Así es la vida, dirán algunos. Otras la vemos diferente.