Los embarazos que no se quieren

LUCÍA LAGUNES HUERTA

En días pasados el Fondo de Población de las Naciones Unidas dio a conocer el Informe mundial de la población, el dato que destacan es que la mitad de los embarazos que ocurren en el mundo cada año no fueron planeados.

La cifra que revela el informe debe sacudirnos, porque estamos hablando que cada año ocurren en el mundo 121 millones de embarazos no deseados, es decir, que cada año 121 millones de mujeres alrededor del mundo se embarazan sin querer hacerlo, situación que se concentra en los países con grandes brechas de desigualdad, como el nuestro.

Qué es lo que hay detrás de esta cifra, cuáles son situaciones que limita a las mujeres la posibilidad de impedir un embarazo si tenemos 62 años de la píldora y una gama amplia de anticonceptivos.

Y la respuesta, tras leer el informe, tiene cuatro elementos que son la base de los embarazos no deseados, que permanecen a lo largo de los años, y estos elementos son:  desigualdad entre mujeres y hombres, violencia, poca educación y mucha pobreza de las mujeres.

Cuatro situaciones que mantienen una relación sine qua non con la falta de desarrollo de los países. A menor desarrollo de las naciones estos cuatro elementos se incrementan vulnerando de manera tremenda la vida de millones de mujeres y niñas.

Porque no es sólo que las mujeres se embaracen o no; sino que estos millones de embarazos no planeados son el reflejo de la imposibilidad de las mujeres para gobernar sobre su vida.

Un ejemplo de la falta de autodeterminación es la imposibilidad de miles de mujeres para  negarse a tener relaciones sexuales, debido a las coerciones o violencia explicita.

En el caso de las niñas, la violencia sexual es la que las convierte en madres, situación para millones de niñas en el mundo. En México recordemos que de cada 100 nacimientos 20 son de niñas de 10 entre a 14 años. Estas maternidades obligadas en las niñas violentadas truncan su desarrollo, porque dejan la escuela, tienen que buscar un empleo, que por sus condiciones de edad y educación, será precario, atrapándolas en un círculo de pobreza.

Qué desarrollo posible puede haber en un país bajo este panorama.

Por ello el informe es tan importante porque muestra que los embarazos no intencionales no son un problema de las mujeres, sino de las naciones y sus gobiernos que no generan las condiciones para que las mujeres y niñas cuenten con autonomía verdadera. Este es el tema central.

A mayor desigualdad de las mujeres menos acceso a los anticonceptivos, aunque deseen usarlos, pues en muchos lugares, incluso de nuestro país, las mujeres no pueden ir solas a consulta médica sino están obligadas a ser acompañadas por los maridos, otras tienen prohibido por sus parejas usar anticonceptivos. Así de grave la falta de autonomía de muchas mujeres, en México y el mundo.

La desigualdad y falta de autonomía para las mujeres jóvenes con vida sexual activa se traduce en prejuicios y estigmas que las alejan de la consejería para elegir el mejor método anticonceptivo para ellas: para las jóvenas pobres la salud pública es su única opción, la cual no prioriza la atención para ellas por lo cual no desarrolla programas amigables que les permita no sólo acceder a los métodos anticonceptivos sino que les brinde herramientas para desarrollar sus vidas con independencia de las presiones sociales.

La falta de prioridad de los gobiernos a estos programas se traduce en presupuestos limitados, en ausencias de campañas que sensibilicen a la población para desterrar prejuicios y estigmas y que a la vez fortalezcan la autodeterminación de las mujeres. En nuestro país desde el año 2006 no hay campañas masivas en este sentido.

Y los resultados de esa displicencia gubernamental en México se refleja cuando vemos que nuestro país ocupa el primer lugar de embarazos en adolescentes entre los países que forman parte de OCDE.

Los impactos de estos embarazos no deseados sobre los países son enormes porque somete a las mujeres y niñas a maternidades no deseadas y las orilla a recurrir a prácticas riesgosas de aborto, por la criminalización que existe en el mundo del aborto.

De acuerdo con el informe 60 por ciento de los embarazos no planeados terminan en aborto, cuyas prácticas de riesgo son una de las principales causas de las 800 muertes maternas que ocurren al día en el mundo y que cada año provoca que 7 millones de mujeres sean hospitalizadas por las secuelas de los abortos realizados en condiciones riesgosas obligando a las naciones invertir 533 millones de dólares para su atención, dinero que podría ser usado en la educación de las niñas y jóvenas, por ejemplo, si el aborto deja de ser criminalizado.

La respuesta está muy clara, si naciones como México quieren caminar hacia el desarrollo, tienen que garantizar que las mujeres y niñas cuenten con igualdad plena, cero violencias, cero pobreza y altos niveles educativos.  Puedo asegurarles que esta inversión da mejores frutos que lo que hoy tenemos.