El gran atraco a los consumidores

FILOMENO PINEDO ROJAS

De manera especial los pueblos europeos y norteamericano, están siendo sometidos a una intensa sangría económica en beneficio de las grandes empresas energéticas, con el consentimiento de sus propios gobiernos, que sin recato alguno permiten que se vacíen los bolsillos de los consumidores para capitalizar a las empresas que durante la pandemia recibieron una ganancia moderada.

Recordemos que, durante la pandemia, las 6 grandes empresas farmacéuticas de Europa y Estados Unidos, productoras de la vacuna, ganaron casi 270 mil millones de dólares, al pasar su valor conjunto de 685 mil millones de dólares a 955 mil millones, lo que equivale a un 40 por ciento de crecimiento de su capital. De manera similar se catapultaron las ganancias de las empresas de venta en línea, por ejemplo, Amazon que ha llegado a registrar ganancias por más de 100 mil millones de dólares por trimestre, y cuyo propietario, Jeff Bezos de Estados Unidos, ya es el hombre más rico del mundo con una fortuna de 177,000 millones de dólares, según la revista Forbes.

Como los citados, varios ejemplos más pueden mostrarse, del mundo de los empresarios que aprovecharon la pandemia para aumentar increíblemente sus ganancias, sin embargo, no puede decirse lo mismo de las empresas dedicadas al petróleo y sus derivados que han pasado por momentos críticos como en el segundo trimestre del 2020 cuando el precio del crudo rondó entre los cero y 10 dólares por barril debido al saturamiento del mercado y la reducida movilidad, provocada por el confinamiento derivado de la crisis sanitaria mundial.

No menos importante es el caso de la potente industria bélica norteamericana que ha padecido la disminución en intensidad de las guerras en las que participan los países de occidente, que son los principales compradores e impulsores de este mercado, el de las armas.

La invasión sangrienta a Afganistán e Irak, por las que por cierto el mundo no protestó, exhibiendo su hipocresía en términos de que la vida de los habitantes del medio oriente a nadie importa, dejaron de ser importantes. De igual manera, las invasiones a los países del Norte de África con sus “revoluciones de colores”, dejaron de ser fuentes importantes de demanda de armas.

Si Afganistán, invadido por 20 años por Estados Unidos y la OTAN, ya no era rentable, había que planear nuevas guerras. Y se hizo. Pero contrario a lo que se comentaba, que Estados Unidos fortalecería su presencia en la zona de Taiwán enderezando un conflicto contra China, el gobierno demócrata norteamericano lo hizo impulsando una fuerte campaña contra Rusia, utilizando como ariete a Ucrania con la complacencia del gobierno ucraniano sin importar que sacrificaría a su pueblo. El gobierno de Biden sabía que así lograría más beneficios geoestratégicos, para lo cual hubo de alinear a los países europeos integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que, sin alternativa, aprobaron sin resistencia el plan, porque bien dicen, donde manda capitán no gobierna marinero.

Con meses de anticipación, Estados Unidos condenó la puesta en operación del Nord Stream 2, gasoducto a través del cual Rusia aumentaría el abasto de gas natural a Europa, que es un combustible vital para la vida completa de la industria y la población.  Así dio un fuerte golpe a Rusia, pero quien más sufre es la población europea al tener que pagar precios elevadísimos por el gas que le vende Norteamérica.

Que quede claro. No hay escases de combustibles en el mundo, sino que fue provocada por el gobierno norteamericano, obligando a los países europeos a disminuir su dependencia de Rusia para eliminarla de la competencia económica del gas, provocando la elevación de precios a niveles inalcanzables para las familias en beneficio de las empresas occidentales. Lo mismo ocurre con los consumidores de combustible de Estados Unidos que se ven obligados a adquirir las gasolinas y el gas a sobre precio, con el pretexto de la guerra en Ucrania.

Además, buscando cercar militarmente a Rusia utilizando a Ucrania, cuyo gobierno aceptó sacrificar a su país sometiéndolo a la mayor crisis humanitaria y destrucción, Estados Unidos ha convencido a los países europeos a que inviertan en armas para prepararse ante una hipotética guerra en el continente, y aprovechó para enviar miles de toneladas de armas y equipamiento a los ucranianos para que mueran peleando, como está sucediendo, mientras la industria armamentista norteamericana fortalece sus ganancias.

En estas condiciones, especialmente los pueblos europeos y norteamericano saldrán perdiendo con una inflación que de por sí ya superaba el 7.9 por ciento en febrero pasado y que amenaza con romper récord en marzo por efectos de esta guerra geo energética y geopolítica con el fabricado pretexto de Ucrania.