La Casa de los Perros: Valparaíso, muerte, desplazados y desolación

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Don Carmelo Fernández era originario de Peñitas de Oriente. Salvador y Eutimio Herrera de la Loma de la Cruz. Los tres fueron sacados por la fuerza de su hogar. Los tres fueron hallados muertos en la brecha San Martín, la misma que conduce a la comunidad La Florida. Esa que hoy todos conocen por haberse convertido en un tiradero de cadáveres. Sí, todo en Valparaíso.

La ejecución de estos tres adultos mayores se suma a la ola de inseguridad que padecen los vecinos de las comunidades de El Chilar, Salsipuedes, Vicente Escudero, Maravillas, El Mirador, Peñitas de Oriente y, obviamente, La Loma de la Cruz.

Como no hay cifras oficiales, sólo ha trascendido por los mismos pobladores que han sido al menos 150 familias, algo así como 700 personas, las que huyeron de esas comunidades. A la buena de Dios dejaron cosechas y animales.

Pero también en El Infiernillo, Purísima de Carrillo, El Peinillo y La Estancia de La Cruz, los desplazados se cuentan ya por cientos. Acaso “queda una que otra familia”.

En Santa Ana de Abajo, Santa Ana de Arriba y San Martín no es diferente. En estas pequeñas comunidades quedaría acaso la mitad de las familias en sus tierras. Olvidadas.

La desesperación de los habitantes de Valparaíso choca con la indiferencia de las autoridades de la nueva gobernanza que tal pareciera han dejado solo al alcalde perredista Eleuterio Ramos Leal, “hombre de leyes” a quien no le quedó de otra que mandar un mensaje vía Facebook a “los dirigentes e integrantes del crimen organizado”.

A ellos les pide que respeten el patrimonio y la integridad personal y vida de los valparienses luego de que “hemos perdido a decenas de ciudadanos, hombres, mujeres, niños y ahora adultos mayores”.

El presidente municipal dijo: “Si ustedes han decido vivir a salto de mata, luchando por una causa incomprensible y exponiendo su vida permanentemente háganlo a la distancia de nuestras comunidades y familias. Pero respeten el deseo de salir adelante con esfuerzo, trabajo y promoviendo valores y en sana convivencia”.

Tras la violenta ejecución de los tres hombres, la desesperación del pueblo de Valparaíso ante las “escenas criminales vista por niños y jóvenes” tocó fondo. De ahí el llamado de Eleuterio Ramos a mantenerse unidos y evitar, a toda costa, relacionarse con quienes mantienen asolados a los pueblos.

“No colaboremos en su lucha y reduzcamos así la posibilidad de riesgo”, pide el alcalde que, eso sí, reconoce el esfuerzo y la colaboración de la Guardia Nacional y el Ejército a quienes, dijo, ha visto patrullar y enfrentarse a aquellos que, hasta hoy, se pasean impunes en sus camionetas con sus armas de grueso calibre a la vista de todos.

Don Carmelo Fernández, Don Salvador y Eutimio Herrera eran gente buena, dedicados a las labores del campo y a su familia. Estos valparienses eran unos luchadores incansables y ejemplo en la construcción de una mejor sociedad. Carmelo, Salvador y Eutimio estaban llenos de propuestas y de proyectos personales y comunitarios limpios y transparentes. Ellos fueron cruel y despiadadamente asesinados como no lo merecían.

Ante este horror se mantiene indiferente el inquilino de La Casa de los Perros cuyas prioridades son otras. Inaugurar pozos en el municipio de Guadalupe son las acciones que ocupan su agenda. Lanzar largas peroratas en programas de radio a modo son su actividad principal. Acudir con su séquito a felicitar a Andrés Manuel López Obrador por tres años de “gobierno” son su preocupación.

Valparaíso, su gente, sus niños, sus mujeres, sus hombres, sus ancianos no. Eso puede esperar. De los cientos de desplazados y desaparecidos, de esos, ni hablar.

La impotencia, la frustración, la rabia y la enorme tristeza de los habitantes de los pueblos de Valparaíso parece no interesarle a nadie de la nueva gobernanza, ocupada en grillas, estúpidas venganzas y rencores malsanos que mantienen en el lugar 30, de 32, a David Monreal Ávila, en el último ranking de gobernadores publicado.

Para el gobernador, lo importante es destacar que tras las balaceras reportadas en Valparaíso sí hay detenidos ¿Cuántos? Nadie sabe. El alivio es que “son de Nayarit”.

De los integrantes de la LXIV Legislatura, enfrascados en su lucha por el dinero, lo mismo, apatía total. Del perredista Gerardo Pinedo Santa Cruz, diputado por el Distrito VII que abarca Fresnillo y Valparaíso, ni sus luces. Ni un solo pronunciamiento en Tribuna. Él se mantiene cómodo en su curul, que es lo que, finalmente, le interesa.

Sobre López Obrador y sus promesas a Zacatecas, pues eso, son promesas.

Pero también está el recordatorio de Miguel González Barrios, de 59 años, quien, según la cédula de búsqueda de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Zacatecas (FGJEZ), fue sacado de manera violenta de su finca, en Purísima de Carrillo, en la sierra de Valparaíso, tras ser obligado por integrantes de un grupo de criminales a darles de comer.

A Miguel González lo visitaron el 12 de noviembre. Le exigieron comida y les ofreció elotes y quesadillas. Los agresores regresaron por la noche y lo sorprendieron mientras dormía. Lo golpearon y se lo llevaron.

Hasta hoy no hay noticias de él.

Pero también están pendientes de localización Antonio Guzmán García, de 47 años; Sabino Venegas Hernández, de 50 años; Diego Alejandro Pacheco Cruz, de 16 años, y Gilberto Cabral Talavera, de 37 años. Todos con cédula de búsqueda vigente de noviembre. Sólo de noviembre.

Así las cosas, a Eleuterio Ramos no le queda de otra que seguir exigiendo una revisión en la “estrategia” de seguridad que, lo dijo claro, hasta hoy, “lejos de disminuir el fenómeno de violencia lo ha incrementado. Son levantones, extorsiones, robo, muerte, exclusión y desolación” lo que sufre Valparaíso.

Al alcalde no le queda más que convocar a David Monreal y a las autoridades de seguridad a lograr una coordinación real que permita avanzar de forma certera en esta guerra que todos los días, sin descanso, libran los habitantes de este pueblo en el total desamparo.

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