Ciudadanía incompleta

SARA LOVERA

Este 17 de octubre se cumplen 66 años desde que se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) las reformas constitucionales que dieron lugar al voto de las mujeres, así como la posibilidad de que fueran electas.

En más de medio siglo, la incorporación de las mujeres a la toma de decisiones y a los congresos fue lenta y con muchas dificultades. La resistencia se rompió a contracorriente, hasta que en 2014 se incluyó en la Constitución la paridad electoral. En 2021, el Instituto Nacional Electoral (INE) obligó a los partidos políticos a cumplir con la ley y se llegó a la paridad en las listas de gubernaturas.

Hoy, una nube de horrores empaña el derecho a la ciudadanía de las mujeres: está erguida la violencia política de género. Es increíble la resistencia para dar a las mujeres recursos para sus campañas electorales y que persistan las ofensas, como las que en las elecciones del 6 de junio pasado vivió Ruperta Nicolás Hilario, en el municipio de Iliatenco, ubicado en la región de la montaña alta del estado de Guerrero.

Ella, mujer indígena me’phaa, originaria de ese municipio, economista, fue presidenta municipal en el periodo 2018-2021 y se postuló para la reelección. El cargo lo perdió por una diferencia de 53 votos, menos del 1 por ciento de la votación total, y se favoreció al candidato del Partido del Trabajo (PT), Erik Sandro Leal Cantú.

Durante su campaña, Ruperta Nicolás Hilario enfrentó actos de denostación, basados en estereotipos de género, con una carga misógina que promovió la idea de que las mujeres no saben gobernar, y de que “ya es tiempo de los hombres”. La consigna era: “Fuera Ruperta”.

Los mensajes aparecieron en pintas en carreteras y bardas localizadas en una zona por la que las y los votantes debían transitar para llegar a las casillas. Se localizaron lonas con propaganda de la candidata que también fueron pintadas y en las que se le dibujaban bigotes, barba, figuras obscenas, con el mensaje reiterado: “Las mujeres no saben gobernar”. Además, en Facebook se le acusó de prácticas de brujería.

Hoy se anularon ahí las elecciones. Es la primera vez que sucede ello, por razón de violencia política de género. Habrá elecciones extraordinarias en noviembre. Esta es la muestra más reciente de cómo las mujeres que han decidido ejercer su ciudadanía han enfrentado y seguirán enfrentando hostigamiento y oposición a sus deseos.

Increíble que se acuse de “brujería” a una candidata en pleno siglo XXI. Increíble que, en primera instancia, el Tribunal de Delitos Electorales en Guerrero haya desestimado la denuncia. Increíble que eso no genere una revuelta, que el silencio sea la constante. Es inaceptable este escenario. Increíble que no se castigue a los hombres del PT que armaron la campaña. Se trata de revelaciones de cuánto camino queda por recorrer.

Celebrar el 66 aniversario del voto de las mujeres, aplaudir los adelantos en paridad que hicieron posible su “triunfo electoral”, de los municipios a las gubernaturas, no puede ser alegre, mientras una serie de hechos conspiran contra ellas.

Lastimoso que, en la Cámara de la paridad total, las diputadas hayan sido relegadas en su dirección y en las comisiones parlamentarias. Difícil el conjunto de obstáculos en esta carrera que en México comenzó en 1824, cuando un puñado de mujeres de Zacatecas pidieron tener poder para poder hacer en el México Independiente. Una historia que enturbia a la democracia. Sin duda. Habrá que asistir todavía a escenarios como los del municipio de Iliatenco. Veremos.

*Periodista. Directora del portal informativo SemMéxico.mx