La alternancia y la solución de los problemas en Zacatecas

JACOBO CRUZ

David Monreal Ávila asumirá el poder estatal como gobernador constitucional de Zacatecas luego de haber ganado las elecciones celebradas el 6 de junio alzándose con 340 mil 934 votos, es decir, el 49.33 por ciento de la votación total, su periodo será del 12 de septiembre de 2021 al 11 de septiembre de 2027.

Estará acompañado por 15 diputados del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que tendrá como aliados en la 64 legislatura local, de los que se espera pronto aprueben el presupuesto a ejercer en 2022 para enfrentar los retos de su gobierno.

Además, el partido guinda pasó de gobernar 10 municipios durante el 2018 a 12 tras las votaciones pasadas; logró 6 alcaldías en coalición con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el Partido del Trabajo (PT) y el partido Nueva Alianza (NA), en total la 4T controlará 30 de los 58 municipios en la entidad.

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), pasará la estafeta a Monreal en la gubernatura manteniendo solo 3 alcaldías, serán 24 los municipios que gobernará con la coalición PAN-PRD. Como se ve en 2021 cambió la configuración política de Zacatecas, con lo que terminó una etapa del priismo que se extendió durante dos sexenios continuos, el de Miguel Alonso Reyes y de Alejandro Tello, por esta razón conviene decir que ya se había roto la continuidad del priismo a quien se le acusa de causar todos los males que aquejan al estado

En Zacatecas la historia es diferente, en 1998 Ricardo Monreal Ávila se reveló contra el tricolor porque le negó la candidatura, se postuló por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y ganó el gobierno, luego continuó el sexenio de Amalia García Medina también con el partido amarillo. Ambos sexenios tuvieron aciertos y errores que en su momento fueron reconocidos o detestados por la opinión pública, pero lo cierto es que el rezago se mantuvo.

Ahora que se habla de alternancia, los zacatecanos tenemos la duda de los beneficios que se obtengan en esta tierra que fue castigada presupuestalmente por el gobierno federal al mando de Andrés Manuel López Obrador por ser gobernado por un partido contrario a su proyecto. Es cierto que esta vez federación y estado se alinean como los astros brillantes del universo con lo que es posible que las cosas cambien y se destinen los recursos que hacen falta en proyectos truncados como el de la autopista de interconexión con Aguascalientes o la presa Milpillas.

Sin embargo, pensar que la alternancia es la solución a los problemas es un error, los zacatecanos ya vivimos ese ejercicio y descubrimos que las políticas de desarrollo social varían muy poco, que en realidad salientes y entrantes disponen medidas de beneficio empresarial que no tienen impacto en el desarrollo familiar.

El cambio de gobierno se da a la “mitad del camino” de la autollamada transformación, (que no se sabe bien en qué consiste y las metas precisas que busca), lo que no queda duda es que se han dedicado a repartir dinero a través de programas, pero aún con eso, hay experiencias desastrosas en las gubernaturas de entidades como Puebla o Veracruz donde nada ha cambiado y sus gobernadores están reprobados por los votantes.

Pero volvamos a Zacatecas. Hay conflictos que denotan un desorden dentro del futuro gobierno y aunque sus defensores lo nieguen, las decisiones que en esta etapa de transición se están ejerciendo son ya decisión del electo.

Los diputados salientes de Morena no pudieron aprobar la reforma al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores (Issstezac), cuyo fin es modificar las condiciones actuales del organismo porque favorece actos de corrupción; luego de las maromas legales practicadas tuvieron que ceder en su intentona porque los sindicalizados salieron a las calles a defender sus derechos y aunque los que llegan echen la responsabilidad a Tello, este es un intento frustrado de la 4t.

Además revivió el conflicto por la dirigencia estatal de Morena, con la visita a la entidad de Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional, quien ratificó a Ricardo Arteaga para enfrentar a “los enemigos del partido”, que se deduce se refiere al grupo monrealista, que en los hechos arrebató el control y se despachó con la cuchara grande en los puestos disputados el 6 de junio desplazando a los llamados fundadores, quienes a pesar de eso mantienen control en una parte de la estructura del instituto, por lo que el escenario no es nada halagador para desarrollar “la nueva gobernanza”.

Y sumemos el tema de la inseguridad. La opinión de los zacatecanos está dividida, unos culpan al agonizante gobierno priista y otros a la llegada de la transformación por la violencia que se vive a todas horas en el estado, donde no hay ya un lugar seguro para los ciudadanos. Al momento de escribir estas líneas se dio a conocer que unos mil 500 habitantes de comunidades del municipio de Jerez, principalmente de Ermita de los Correa y Palmas Altas, fueron obligados a abandonar sus casas por crímenes de la delincuencia organizada, allá dejaron sus hogares, los cultivos de manzanas y duraznos para salvar la vida; se supo que el gobierno mandó un destacamento de la Guardia Nacional para lograr la tranquilidad de la zona.

Por otra parte, se sabe que las arcas estatales se encuentran sin dinero y debemos adelantar que se vienen los compromisos de fin de año para el pago de salarios y aguinaldos de la burocracia estatal y ya le tocará al entrante pedir el apoyo de la federación con recursos extraordinarios para salir adelante. En buena lógica esta vez debe notarse el respaldo de López Obrador a la entidad y este será referente del trato futuro que se dé a David Monreal y por ende al pueblo de Zacatecas.

Ojalá que esta segunda alternancia sea para bien de todos los zacatecanos porque si algo se requiere aquí es trabajo, paz y tranquilidad para nuestras familias, esos anhelos son lo más indispensable y a lo que tenemos derecho a aspirar como producto de la jornada democrática del 6 de junio.