Desde la otra mirada

SOLEDAD JARQUÍN EDGAR

A Olga Sánchez Cordero hay que verla desde la otra mirada.

En los últimos días se han escrito chorros de tinta sobre la ahora ex secretaria de Gobernación y actual presidenta del Senado mexicano.

Sobre la política mexicana, de enorme trayectoria en lo jurídico, como académica –recordemos que fue directora de la Facultad de Derecho de la UNAM, hasta ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por dos décadas-, se han dicho centenares de barbaridades como sucede cuando vemos a las personas desde una mirada misógina y sexista.

Eso de describir, como lo hace Guadalupe Loaeza, que se dejó el pelo encanecer o que usa mascadas de más de 17 mil pesos, no son más que superficialidades que abonan a la construcción de concepciones sobre cómo un hombre y una mujer responden a una condición social impuesta, manipulada y estructurada por el patriarcado y que zanjan el camino a la igualdad y refuerzan ideas de una malentendida humildad propia de las mujeres. ¿qué no es un arte ser abuela?, como no todo es cosa de niñas bien.

Lo dicho por la escritora, siempre respetable, como por otras plumas en todo México, nos deja ver que nos falta mucho por avanzar en este país y, sobre todo, por mirar a las mujeres de otra manera y no únicamente desde su condición de mujeres, para reducirlas, como se ha hecho con Sánchez Cordero, a esa categoría de “subordinadas” del poder, un poder históricamente definido por un varón en México.

No será que en realidad tenemos serias dificultades para ver a las mujeres en el poder real. Esa doña Olga que se salió del rol tradicional para poner la muestra, eso sí que causa más que admiración, mucha indignación, no solo a los hombres sino también en algunas mujeres.

¿Por qué cuestionar si tiene o no un desaliñado aspecto? ¿Acaso por ser mujer siempre tendrá que verse impecable y femenina? Solo para responder a los cánones establecidos, predeterminados o construidos para las mujeres, para satisfacción de los otras, más a que a nosotras mismas.

Además de desaliñada, mal vestida, pelo cano y usar mascadas carísimas, en otro texto sin autor, se le cuestiona por pertenecer a una logia masónica y se arremete en contra de sus amistades políticas y, aún más, por su “feminismo radical” que promovió, siendo Ministra, la legalización de aborto, las drogas, la eutanasia y muchas “barbaridades” para los persignados y se le cuestiona por no tener hijos.

Si, usted sabe qué pasó con la legalización del aborto, las drogas –como dice el texto en cuestión- y la eutanasia, sería bueno que viéramos que todo eso ha sido parcial, porque “los anti-derechos” lo han detenido en detrimento de la gran mayoría de la población. Y bueno, si eso les molesta, pues las feministas recomiendan que, si cree que el aborto es malo, no aborte; si cree que la mariguana es mala, no la fume; que si las parejas gay y lesbianas las considera aberraciones, pues no las vea, y que si la eutanasia, piensa, es otro crimen, pues establézcalo en su deseos para el fin de sus días, no sea que sus descendientes le den cuello antes de tiempo. Lo destacable sin duda fue sacar del closet los derechos humanos y que la Ministra en retiro los defendió porque los reconoce, simple y sencillo.

Lo inaudito es cuestionar a las amistades de la Ministra Sánchez Cordero. Por cierto, ninguna de ellas, que sepamos, pertenece al crimen organizado. Ni las persiguen por delincuentes de cuello blanco.

Parece que les da susto y se dan golpes de pecho cuando “la señalan” por pertenecer a una logia masónica. Pero debería revisar cuántos políticos están en esas organizaciones y nadie los cuestiona. Pero, a Olga Sánchez Cordero, sí se le cuestiona, porque es mujer y solo por eso.

A doña Olga Sánchez Cordero se le inquiere –además- por su “no quehacer político”, “por su falta de trabajo”, y omisiones dentro de la Secretaría de Gobernación. Por su abnegación, como dice Jesús Silva-Herzog Márquez, quien plantea que no es injusto al señalar que realmente la ex Ministra no llegó a dirigir la Segob.

Bueno, yo, simple mortal, le cuestionaría que hizo poco en estos tres años. Que nos quedó a deber algunas promesas y que, en algunos casos, no hizo la tarea, que confió al delegar algunos asuntos en personas que no respondieron. Solo eso. Pero me preocuparía mucho se supiera que ha sido corrupta y que robó lo poco que quedaba en Bucareli. Eso sí me dolería más. O sea, no tengo pruebas como tampoco quien señala que no llegó a dirigir la Segob.

Mirar a Olga Sánchez Cordero desde la otra orilla, nos permitirá ver que fue la primera mexicana en conducir la gran secretaría de Estado, la que en sus buenos tiempos fue la antesala del siguiente presidente… lo que suma a sus méritos profesionales y como servidora pública. ¿Qué no logró resultados? ¿Cuál de todos los que tenía la canasta de papas hirviendo que recibió? Ah, perdón ¿y quién o quiénes sí obtuvieron resultados? Me refiero a los más de 70 secretarios de Gobernación, todos señores, que estuvieron antes que doña Olga Sánchez Cordero.

Me pregunto si Guadalupe Loaeza criticó a alguno de los anteriores secretarios de Gobernación porque salieron o más flacos o más gordos, bigotones, panzones, pelones o más miopes… Yo creo que no se fijaría en sus zapatos italianos; en sus camisas francesas o en sus pantalones ingleses, en sus relojes suizos solo para millonarios… ¿No verdad?

Por eso digo, no está demás algo violeta en sus miradas. Hay mucho más en las mujeres que las distorsiones sexistas y misóginas. Y lo más importante, tenemos que aprender a verlas por su capacidad e inteligencia.

Tenemos que aprender a mirar a las mujeres en el poder, ni modos, son los vientos de la paridad.