Diálogo y escucha, lo que la transformación necesita

ARGENTINA CASANOVA

En la agenda feminista hay múltiples actoras y protagonistas, no es algo que tenga un solo rostro, ni una sola forma, pero sí un solo objetivo que es la revolución del sistema social actual hacia una forma de convivencia en la que las niñas y las mujeres sean consideradas personas y ejerzan a plenitud todos sus derechos.

Frente a la oportunidad de dar un mensaje ante el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, evento al que fui invitada como periodista y defensora, el reto más importante era dejar en claro -desde mi perspectiva- que el feminismo y las feministas no estamos al servicio ni de ningún partido ni de ningún fin político-electoral.

Que se entienda que el feminismo es una práctica política por sí misma, en la que poner en el centro de todos los debates a las mujeres y a las niñas es la coincidencia entre todos “los feminismos”, que en realidad son posiciones desde las que las feministas emprendemos nuestra lucha y defensa de los derechos de todas por la vida, la libertad, el pleno desarrollo y elegir y decidir en nuestros cuerpos y en nuestras vidas.

Cada una llega y se asoma a esta posición desde su experiencia, sus perspectivas y sus deseos y formas. Esto no significa que no haya algunas mujeres con miradas feministas dentro de los partidos políticos, que tienen y eligen la difícil tarea de llevar la agenda feminista a esas instituciones que son otra de las vías para abonar a la agenda.

La causa feminista por los derechos de las mujeres es legítima; nuestras formas son diversas como en toda lucha social, marchamos, protestamos, exigimos escucha frente al feminicidio, desapariciones, abuso institucional, lo mismo que contra nuestros pueblos originarios, por las víctimas de la guerra contra el crimen organizado, y contra la corrupción.

Pero si hay algo claro es que en el movimiento feminista desde hace muchos años, décadas, las feministas somos aliadas de quien busca justicia para las niñas y las mujeres, una mejor sociedad.

En Campeche con otras defensoras y un grupo de feministas fundamos en 2010 la Red de Mujeres, organización que acompaña a víctimas de violencia, el derecho a decidir, para aprender juntas a construir paz en redes de defensoras comunitarias en Hopelchén y Calakmul. En 2015, junto a otras compañeras, impulsamos la Escuela Feminista Peninsular.

En 2015 fuimos “vetadas” de los fondos de Indesol a las organizaciones, la razón: fue que nos sumamos a la protesta en contra del gobernador que permanecía impávido frente a la violencia feminicida, nos sumamos como colectivo a exigir justicia para las mujeres víctimas de la violencia feminicida en busca de justicia y reparación, por defender el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Eso no nos detuvo ni detendrá.

Así operaba el sistema, no es que los recursos disponibles fueran para todas y mucho menos especialmente para organizaciones feministas. No hubo ni ha habido tiempo pasado mejor.

El reto es trabajar por organizaciones autónomas, necesitamos un sistema fiscal que reconozca y apoye, que no estigmatice a las organizaciones, que se acabe el control político partidista que en los estados apuesta por la desaparición de organizaciones feministas con discursos anti derechos.

Antes no teníamos esperanza y avanzamos, hay una responsabilidad con el movimiento feminista en su empuje por los Derechos Humanos. Ahora no podemos seguir en la desesperanza, no podemos seguir sin horizonte pero tampoco es que esperemos sentadas a que vengan a construírnoslo. Al contrario, estamos trabajando desde nuestra posición política llamada feminismo.