La inclusión financiera de las mujeres: un proyecto a largo plazo

MARÍA DEL CARMEN SALINAS FLORES 

La inclusión financiera de las mujeres es uno de los retos más complejos dentro del proceso hacia la igualdad en el que nos encontramos inmersos, pues no sólo depende de las políticas públicas que se emitan desde el gobierno, sino que la iniciativa privada también se encuentra inmiscuida en esta materia.

El cierre de las brechas de género en el sistema financiero se convierte en un aspecto indispensable para la construcción de una sociedad igualitaria. Sin embargo, la pregunta ahora es, ¿cómo hacemos que esto verdaderamente suceda?

La pregunta anterior es fundamental, sobre todo cuando existen datos tan desalentadores como que sólo el 7% de las grandes empresas pertenecen a mujeres. Por ello, es necesario no sólo decir qué hace falta, sino establecer el camino que guíe a las mujeres empresarias a colocarse como líderes dentro de este sector.

La respuesta a estas preguntas forma parte de un proyecto a largo plazo de inclusión financiera, donde las personas involucradas puedan implementar planes integrales de acompañamiento a las mujeres en tres grandes fases.

La primera fase de acompañamiento debe enfocarse a apoyar a las mujeres a plantear un negocio viable en donde se contemplen cursos de educación financiera, estableciendo estrategias de inversión, ganancia y sobre todo cómo hacer frente a los créditos a corto y largo plazo.

En esta etapa es esencial comenzar con el empoderamiento económico de las mujeres, a fin de que sean conscientes de todas sus capacidades en el sector empresarial y como líderes de empresas, y puedan así dar inicio con sus proyectos.

Sin embargo, en la mayoría de las políticas públicas gubernamentales, los programas suelen retirar su acompañamiento justo en este momento, dejando a la deriva a las mujeres. Por eso, la propuesta que me permito compartirles es a largo plazo, pues dejar aquí el proyecto de las mujeres sería truncar su proceso de crecimiento empresarial.

En este sentido, es necesario establecer dentro de las políticas públicas dos etapas más. La primera de ellas, enfocada al proceso de consolidación de las empresas. De esta manera, las mujeres tendrán que poner en práctica todo lo aprendido sobre educación financiera. Además, es esta la fase en donde el empoderamiento económico será fundamental para atravesar todos los retos que debe enfrentar una mujer líder.

Es aquí en donde se lleva al proyecto empresarial a la madurez; es decir, que dejan de ser una pequeña empresa para transformarse en una mediana empresa, capaz de generar empleos a otras personas.

Sin embargo, muchas de las mujeres no logran consolidar sus empresas por falta de planes integrales de acompañamiento durante este proceso, que es el más complejo, pues depende de las habilidades económicas, empresariales y financieras de las mujeres.

Finalmente, la última requiere de acompañamiento gubernamental para que, a través de políticas públicas capaces de transformar la realidad social, llevemos a las mujeres empresarias no sólo a fundar sino a consolidar sus proyectos económicos.

Un proyecto empresarial liderado por mujeres no podrá convertirse en una gran empresa, capaz de expandirse a nivel nacional e internacional, si antes no existe todo un proceso de acompañamiento gubernamental. Es sólo de esta manera, con planes de largo plazo, que se podrán abrir más espacios dentro del mundo financiero, que deriven en grandes proyectos empresariales.

Si bien el papel del Estado es fundamental, existe una parte esencial en el que la iniciativa privada debe mirar a los proyectos de mujeres como un buen negocio, como buenas inversoras, capaces de transformar financiamientos en empresas consolidadas.

Finalmente, aprovecho este espacio para reconocer el trabajo de todas aquellas mujeres que han logrado iniciar su propio negocio y buscan todos los días hacerlo crecer, reiterando mi compromiso para establecer caminos gubernamentales en donde cuenten con una verdadera inclusión financiera.

* Tesorera del Senado de la República