Dos años de gobierno de la 4T

SARA LOVERA

El presidente Andrés Manuel López Obrador cumple 2 años de gobierno, le ha tocado un tiempo muy crítico. Tres décadas de democracia, permitió su triunfo, no de mayoría, pero evidentemente grande. Su administración ha sido, punto por punto la ejecución congruente del  plan gubernamental: mejorar la situación de un país devastado por la violencia, la corrupción y la desigualdad. Todo heredado.

Cumple. Gobierna para desaparecer el marco jurídico, emanado de una Revolución detenida y contraria a los sueños mexicanos, signado en contrato social de 1917, buscaba la reivindicación de las masas campesinas levantadas en 1910. La que, de paso, excluyó derechos políticos a más de la mitad de la población.

La 4T, enfrentó la realidad: violencia estructural, añejos problemas de educación, salud y bienestar. El presidente no contó con la aparición de la pandemia, la resistencia de las clases medias y la creciente protesta feminista. Tiene mala suerte.

Su mirada antigua, respecto de las relaciones sociales, cuya base es la desigualdad entre hombres y mujeres, sumó la falta de visión para profundizar y/o establecer políticas públicas para la consecución de la igualdad de género. Algo fuera de su radar.

Apenas llegó, explotó la protesta feminista de nuevo cuño, nuevo ciclo, como concluyen Julia Cámara y Laila Jefet en “Dos siglos de Feminismos” cuya autoría es de Cinzia Arruzza y Lidia Cirillo – Crítica Alternativa 2018-. Nuevo ciclo de los feminismos que interpelan al sistema, en todo el orbe, con furia ocasional. En marzo de 2018 hubo manifestaciones masivas en 50 países y en más de 20 ciudades de México. No ha parado.

A ello, la administración de López Obrador, respondió con el cliché inamovible desde su campaña: las feministas “están movidas por el conservadurismo” y “la corrupción”, desestimando   la crisis anunciada. Hasta ahora esta administración es incapaz de cumplir con la Constitución y compromisos firmados en el plano internacional, en materia de género.

Saldos:

Aumentaron los asesinatos de mujeres en razón de género, mil 500 durante de la pandemia; en 3 millones 400 mil hogares, según INEGI, ocurrieron al alza abuso sexual (42.6%) y violación (37.8 por ciento).

La mortalidad materna que disminuyó durante 15 años, creció con AMLO. La semana epidemiológica 47, reporta un crecimiento de 33 por ciento, superior a 2019; mantennos primer lugar en embarazo en adolescentes, se prevén 21 mil nacimientos entre ellas por violación. Diariamente 10 mujeres mueren por cáncer de mama, situación agudizada por la política de salud.

Las desaparición de niñas y mujeres, aumentó 2 por ciento; hay poca efectividad del protocolo Alba; el COVID 19, produjo pérdida de empleos, el 60 por ciento, afectó a mujeres, el doble que a hombres.

A esta realidad, la respuesta gubernamental es indiferencia, débil y confusa política. El mensaje directo y simbólico reiterado, es producto de la pérdida de valores. En 502 conferencias mañaneras, AMLO nunca pronunció violencia de género; se acompaña de mujeres integrantes del gabinete sólo en 22 por ciento. Cuando presentó el Plan Nacional de Desarrollo, pidió “no se hagan bolas”, primero los pobres. Veremos.