El dominio inmortal del narcotráfico

RAÚL MANDUJANO SERRANO

Mire usted –reflexiona el incómodo amanuense- entre el crecimiento del número de contagios y muertes por el Coronavirus, la lucha de los partidos políticos por el control del poder en las cámaras de diputados y senadores, las irresponsables fiestas y eventos populares, aún con esta pandemia, y el terrible divisionismo gubernamental que pone en riesgo el pacto federal, que da vida a los Estados Unidos Mexicanos, y que no es cosa menor, leo una singular declaración de Alfonso Durazo Montaño, quien, al formalizar su renuncia como Secretario de Seguridad Nacional, declaró “que se acabó todo el dominio del narco en las zonas del país”. Se retira para contender por la gubernatura de Sonora y según él, se despide dejando entrever que eliminó el poder del narcotráfico.

La guerra contra el narcotráfico en México se quiera usar o no el término de guerra, inició allá por el 2006, cuando el gobierno federal anunció un operativo contra el crimen organizado en Michoacán, en el que se privilegió el uso de las fuerzas armadas. Ya era descarada la infiltración del narco en la política.

Los sanguinarios cárteles como el de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, el del Golfo, el Cártel del Noreste, el Cártel de Juárez y su brazo armado denominado La Línea, la Unión Tepito o el Cártel de Nueva Plaza, controlaban las zonas del norte, centro y sur del país, apoyados de grupos armados como los Zetas, la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios. Estos grupos, realmente siguen operando y controlando la violencia en el país. Quizá no se vea su presencia porque disminuyó su propaganda existencial, ya sea por las amenazas al periodismo o los vínculos del silencio pactados con autoridades, pero no olvidemos el atentado contra el secretario de Seguridad de la Ciudad de México, o las ejecuciones masivas contra muchas familias de civiles, como los Lebaron, o tantas más, sin que se hayan esclarecido los hechos.

A lo mejor el gobierno federal y el propio Alfonso Durazo tienen otros datos, pero el país, sus ciudadanos necesitamos saber, necesitamos entender por qué vivimos con miedo e inseguridad mientras se minimiza o normaliza la violencia.

El semáforo rojo al que quizá regresemos por la pandemia también está latente en materia de criminalidad, no nos engañemos, no debería mentirnos el recién renunciado Alfonso Durazo ni la cuestionada Cuarta Transformación. Los mexicanos, que quede claro, ya no nos chupamos el dedo…

Colofón. – Estrategia acertada de la FPPVEM 

Mientras degusta de una hojaldra rellena, nuestro tradicional Pan de Muerto, acompañado de un café con leche caliente, el hacedor sotanero ve de forma positiva el trabajo de José Couttolenc, coordinador de la fracción parlamentaria del PVEM, quien propondrá una iniciativa de promoción del empleo para jóvenes, en cuyo contenido plantea que las empresas contrataciones; además, se reunió con Óscar Moreno y José Luis Canchola, dirigente estatal de la Confederación de Obreros, Campesinos y Empleados de México y presidente del Congreso del Trabajo en la entidad, respectivamente, así como otros dirigentes de centrales obreras. Couttolenc anda muy movido y parece que el objetivo son los jóvenes y armar una buena estrategia productiva para la entidad.

Por cierto, mientras hablábamos antes de la “mano sanguinaria del crimen”, que no veía Durazo ni sus jefes, tres militantes del Partido Verde Ecologista mexiquense, fueron emboscados por u grupo de sicarios en el municipio de Tlalmanalco, ejecutando a Guillermina Sánchez Ramírez, delegada del partido en esa región. Condenable, sin duda… Hasta otro Sótano.

Twitter: @raulmanduj