Jerez… Miel y veneno a la vez

RICARDO EVODIO CABRAL VERA

Entre el asombro y el morbo
Y de pronto el miedo al COVID 19 se olvidó pro un momento, igual que el distanciamiento social y hasta quedarse en casa; algunos trasnochados no perdieron la oportunidad de asomarse a donde el olor a quemado se originaba; otros no soportaron la tentación de suspender el descanso nocturno y ser testigos de lo que ocurría. Los teléfonos compartían al instante las imágenes del espectáculo y el grueso de la población se despertaba por la mañana con la noticia, se quemó el Portal de las Palomas.

Durante el día y aun el domingo, decenas de personas seguían visitando el sitio, ahora no para disfrutar de la belleza que ofrece el conjunto arquitectónico de la Plaza Tacuba, con la arquería tradicional, y las bellas construcciones que la rodean, sino simplemente deseaban ver cómo quedó.

Así, entre el asombro y el morbo, la incredulidad, la nostalgia y un sinfín de especulaciones, cambió repentinamente la agenda informativa en Jerez, se dejaron de lado las cifras alarmantes e incluso la confirmación de un nuevo caso positivo de COVID en Jerez, pasó a segundo término.

Reacción oportuna
De acuerdo con el comunicado oficial, los servicios de emergencia recibieron el reporte del siniestro a las 2 horas con seis minutos y los trabajos se prolongaron hasta poco después de las cinco, cuando se cotejó que el siniestro estaba completamente bajo control.

Es sabido que desde antes del derrumbe de 2013, la casa estaba deshabitada y los únicos locales que estaban todavía habilitados, se cambiaron a otro espacio, por cuestión de seguridad, por lo que no se registraron daños personales ni afectaciones en mercancía, aunque quedó un panorama desolador.

Pero de cualquier manera es importante reconocer el trabajo de los equipos especiales, bomberos y protección civil, así como corporaciones de seguridad que respondieron adecuadamente ante a una circunstancia de emergencia.

Cicatrices históricas
El historiador Luis Miguel Berumen Félix escribió en su cuenta de Facebook, que un acontecimiento de esta naturaleza indudablemente dejará cicatriz en la historia y relata otros hechos que ha sufrido el emblemático portal, como el ocurrido hace 35 años, cuando se realizaban trabajaos de restauración que sin la precaución adecuada provocaron que se viniera abajo una parte.

La secuela de aquel cada vez más lejano 1985, no fue tan grave y la cicatriz es apenas notoria, gracias a que de inmediato intervino el gobierno del estado para corregir a la mayor brevedad el error y que el daño estructural no fuera mayor.

No ocurrió lo mismo con el segundo incidente en el que se perdió la totalidad de la que fuera la casa de la familia Mercado Acosta, incluyendo varios locales comerciales y que a casi siete años, no se ha podido realizar ningún arreglo y por si algo faltara, el incendio vino a acabar con parte del inmueble, puertas, portones, cortinas y otros elementos.

Mala imagen
En lo que respecta a la necesaria remodelación del edificio, los propietarios aluden trabas que pone la Junta Estatal de Monumentos Coloniales, mientras que la instancia, suponemos que simplemente realiza su función y hace cumplir la ley, aunque suena poco congruente que se prefiera tener un espacio en ruinas, afectando no sólo al portal y la Plaza Tacuba, sino la imagen de todo un sector del centro histórico.

Quizá a estas alturas ya tendría que haberse dado una solución y no estaríamos lamentando el nuevo incidente del sábado pasado.

Ahora a esperar la valoración de expertos, para determinar si el edificio estilo colonial, sufrió algún daño estructural, aunque a decir de Arturo Mercado Acosta, su padre Arturo Mercado González, en algún momento (antes de que existiera la junta) mandó reforzar las columnas con castillos, por lo que supone que no hay afectación considerable, no así con lo que fuera la finca que ya de por sí estaba inservible.

Jerez se cae en pedazos
El colapso del Portal Cuauhtémoc, debió ser en su momento una advertencia de lo que puede pasar con otros edificios, públicos y fincas particulares. Y es que Jerez desde hace años se cae en pedazos ante el considerable deterioro y abandono, falta de interés de particulares y requisitos difíciles de salvar, de la Junta de Protección y Conservación de Monumentos Coloniales y Zonas Típicas del Estado.

De acuerdo con la unidad de protección civil, existen dentro del perímetro del centro histórico, alrededor de 400 fincas dañadas, de las cuales 250 son de riesgo ordinario, cien de riesgo próximo es decir que pueden colapsar en un máximo de dos años y 50 se consideran de riesgo inmediato, o sea con altas posibilidades de derrumbarse en cualquier momento.

Las cifras crecen cada temporada de lluvia; comienza con una filtración que no se atiende, plantas que crecen en el techo y bardas, una canal taponeada, una cuarteadura, o fisuras que se van extendiendo al grado que al paso de cuatro o cinco años inevitablemente se da el colapso.

Existen fincas muy representativas que como la de la familia Mercado, pueden correr la misma suerte, como ejemplo está la que fuera la tienda Al Ferrocarril en una de las contraesquinas del Jardín Rafael Páez, donde ya se aprecia el desprendimiento de enjarres y partes de cantera, o bien la arquería del Mercado Juárez, que es cotidianamente supervisada por PC, debido a que presenta la separación de algunas piezas.

Ojalá alguien tomara medidas concretas, más allá de la rigurosidad con la que la junta trata cada caso; no con ello decimos que se descuide el patrimonio o quede al libre albedrío de los propietarios, pero está demostrado que ser drásticos en exceso, sólo ha llevado al deterioro casi general y en algunos casos ya es irreparable.