El crimen, la pandemia que se justifica

RAÚL MANDUJANO SERRANO

México siempre ha estado con los “pies llenos de lodo” cuando se trata de la violencia. Pero había esperanza de que esto cambiara con Andrés Manuel –refiere el creador del sótano irreverente-. A su llegada a la presidencia, el crimen organizado lo recibió con enfrentamientos en Coahuila con presuntos delincuentes que dejaron 21 muertos, 4 de ellos agentes estatales. El fin de año fue “negro”, batido de matanzas, emboscadas y asesinatos múltiples.

Pero qué ha ocurrido. Las masacres de Sonora, nueve asesinados, entre ellos seis niños; en Guerrero, 15 presuntos delincuentes muertos en una balacera con el Ejército; en Michoacán 13 policías acribillados. Y el goteo incesante de asesinatos de mujeres y jóvenes, muchos de ellos cubiertos con el pretexto de “las desapariciones”. Y más, los vergonzosos errores en el operativo fallido de Culiacán contra el hijo de El Chapo Guzmán. En el gobierno federal sin duda, existe el fantasma de la incapacidad para imponerse en los amplios territorios del crimen organizado. El 24 de abril de 2019, Andrés dijo estar optimista tras pedirles a los criminales que se “portaran bien”. «Estoy optimista, vamos a garantizar la paz y la tranquilidad en el país», y se dio un plazo de 6 meses para bajar las cifras de homicidios. Y por cierto, también culpó a Felipe Calderón de la violencia. Dijo que ésta surgió el 2 de febrero de 2007, cuando, ordenó al Ejército salir de los cuarteles para enfrentar a los cárteles, por ello reformularía el combate al crimen con programas sociales y la Guardia Nacional.

Mire Usted, la delincuencia está enquistada y hoy no se necesitan culpables del pasado, sino acciones del presente. Apenas el 16 de junio de este año, el juez de Distrito, Uriel Villegas Ortiz, fue asesinado junto con su esposa Verónica Barajas, en Colima. Llevaba varios casos relacionados con narcotráfico, delincuencia organizada, lavado de dinero y huachicoleo. Por cierto, solicitó la extradición a EE. UU. del “Menchito” y conoció casos del Z-40, los Arellano Félix y de implicados en el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Un caso similar al ocurrido en Metepec, el 17 de octubre de 2016, cuando fue ejecutado el juez quinto de distrito en materia federal, con sede en Toluca, Vicente Bermúdez Zacarías, quien manejaba varios casos contra el crimen organizado.

Pareciera sin embargo que la pandemia por Covid-19 en México le “cayó como anillo al dedo”, quizá para encubrir la violencia. Tan sólo en este mes, han ocurrido 565 asesinatos y, durante los primeros cuatro meses del año, los homicidios alcanzaron niveles récord con 11 mil 535 asesinatos. Por cierto, datos de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana refirieron poco más de 34 mil 600 asesinatos en 2019.

Colofón.- En esta crisis de violencia, se redujo el fondo anticrimen

Por cierto –externa el opinador mientras degusta de un plato de calabazas rellenas con queso y carne molida que él se preparó, acompañada de un vaso con agua de limón y pepino-, el rubro de la violencia está en crisis. Las cifras crecen y la indefensión es mucha. Sólo para no perder la esencia de periodista investigador, en marzo de este año, el Gobierno federal autorizó a estados y municipios a utilizar los recursos federales etiquetados para prevenir el delito, en compras de insumos sanitarios, es decir, menos recursos para combatir el crimen y dizque fortalecer el sistema de salud. Esos fondos, denominados FASP y Fortaseg, representaban casi 12 mil millones de pesos.

Twitter: @raulmanduj