Los pobres, la otra pandemia de México

RAÚL MANDUJANO SERRANO

No son las cifras ni las estadísticas, es el miedo; tampoco es el pánico por enfermarse, es el pavor por perder el empleo, a no llevar nada de dinero a casa para subsistir, a sólo ver como muchos se abastecen de alimento mientras otros rezan para no enfermarse. Para el hacedor de los umbrales insolentes, la pandemia del COVID-19, está más allá de un contagio masivo, sino de una próxima rebelión social por la falta de insumos y… si, justicia y empatía.

Por eso el amanuense no desea centrarse en lo que se lee todos los días, ni en el lavado de manos o las medidas gubernamentales (que son fundamentales), más bien este crítico irreverente hace un llamado a las autoridades para que, en su infinita gracia, recuerden que quienes pagan sus salarios es la gente y es justamente, la gente, la que hoy está en peligro. Si son capaces de pedir que la gente permanezca en casa, deben también ser sensibles para fortalecer su política social.

Se explica el periodista: No son pocos quienes viven del comercio al menudeo, y ni siquiera se refiere a quienes tienen establecimientos fijos, sino a quienes viven en la informalidad. Aquellos y ellas, quienes venden comida en las calles, frutas o flores en los mercados, muebles de madera y que caminan por horas para llevar a su casa, aunque sea 100 pesos al día; también las que trabajan en casas como empleadas domésticas y que probablemente ya perdieron su trabajo y sus empleadores les pidieron que se fueran a su pueblo a resguardar, cuando bien saben que trabajan porque en sus comunidades prevalece la pobreza.

Ahí, en lo que se avecina, en la rebelión social, en la caída económica de la sociedad es donde deben poner atención las autoridades, gobiernos, legisladores, senadores y hasta partidos políticos, incluido en INE o el IEEM. Tienen que promover acciones para impulsar que el comercio pequeño pueda distribuir sus productos con entregas a domicilio, entregándoles gel antibacterial, tapabocas y guantes; que lleven a los domicilios en comunidades despensas y dinero ¿por qué no? Si lo hacen en campañas electorales; que los empresarios se comprometan a no despedir a nadie a cambio de pausas en el cobro de impuestos y que las haciendas federal, estatal y municipal detengan el cobro de prediales, o luz… Seamos sensibles, empáticos y responsables.

Si el Estado no puede responder con firmeza a la pandemia, debe respaldar a su gente. Así lo define la Constitución, de otra manera muy pronto se enfrentará a otra pandemia: la del miedo y, por ende, a la rebelión social, a los saqueos obligados por la pobreza y a la destrucción, porque es fácil hablar de destinar millones, pero la sociedad, al día, no los ve reflejados en sus bolsillos y la angustia crece para “los de abajo”.

Colofón. – Profeco, a ponerse las pilas por los abusos

Mientras degusta de su ración de ensalada de atún al medio día (el creador del Sótano teme subir de peso en estos días), el evangelista del reporteo le sugiere a la Profeco ponerse las pilas. Ya dejen de pedir a la gente que denuncie abusos de aquellos que son unos aprovechados y ventajistas de las calamidades, que son acaparadores de mercancías y especuladores de precios y que usan esta pandemia para lastimar el bolsillo de los consumidores con malos servicios y productos “chafas”, aprovechándose de la necesidad. También salgan de sus oficinas a realizar inspecciones y verificaciones, es su chamba… Hasta otro Sótano.

Twitter @raulmanduj