¿Traicionarán los diputados al pueblo?

 OSVALDO ÁVILA TISCAREÑO

Para la aprobación del  presupuesto 2020, los diputados tienen como plazo constitucional y límite el 15 de noviembre. Al momento de escribir estas líneas aún no existía dictamen de la comisión correspondiente, las manifestaciones que circundan el recinto parlamentario crecen en número e intensidad y desde distintos puntos de la geografía nacional acuden campesinos, colonos, estudiantes, amas de casa y obreros que anhelan sean contemplados en el presupuesto a efecto de que el dinero que administra el Gobierno y supera los 6 billones de pesos se traduzca en bienestar para las familias, sobre todo para los que menos tienen y que carecen de los servicios más elementales como agua entubada, drenaje, electrificación e infraestructura educativa.

Durante muchos años escuché una y otra vez a representantes populares emanados de partidos de oposición manifestarse sobre el papel que debían cumplir como punto de equilibrio y de control del ejecutivo a efecto de evitar excesos y atropellos que lesionaran los intereses de la población, con recurrencia se escuchaban enardecidos mensajes e incendiarios llamados a la reflexión, afirmaciones como la siguiente pululaban: “no pueden cumplir el papel de levanta dedos”, “hagamos valer la autonomía”, “no seamos oficialía de partes del Gobernador”, “hagamos valer la voz de quienes nos dieron la confianza”, “no traicionemos a los electores”, etc.

El tiempo ha pasado y la rueda de la historia ha dado vuelta. Hoy muchos que se desgañitaban como líderes sociales de oposición  o representantes de las fracciones minoritarias son parte del bloque mayoritario que apoya al presidente Andrés Manuel López Obrador y envueltos en una bandera de salvadores de la patria hoy se suman sin ningún rubor a la orden presidencial de aprobar el proyecto enviado por el titular del ejecutivo, sin modificarle absolutamente nada, ni siquiera una coma.

De cumplirse este vaticinio, estaríamos ante un acto de traición al renunciar a la obligación de representar los intereses de la población y plegarse a los designios del primer mandatario y desde luego que no es una afirmación temeraria, pues a los atropellos cometidos durante este año en nombre del combate a la corrupción con  la eliminación de programas sociales como Prospera, guarderías infantiles, Procampo, recortes a salud,  educación y la eliminación en absoluto del ramo 23 para la ejecución de obra pública.

A los atropellos anteriores se sumaría en 2020 una drástica disminución a programas y rubros significativos como la disminución de 154 millones al programa  jefas de familia; 40, 533 millones a las becas Benito Juárez; 624 millones a la cultura; 15, 826 millones menos del programa jóvenes construyendo futuro; disminución de 3144 millones al crédito ganadero; 554 millones menos para adquisición de fertilizantes; 305 millones menos para la vivienda social y 191 millones menos para la compra de medicamentos.

 ¿A dónde irán a parar los recursos disminuidos a estos programas?, ¿Qué acción será más urgente que la vivienda digna  o la salud de los mexicanos?, ¿En una economía en recesión puede menospreciarse el apoyo a la ganadería y agricultura?, ¿Cuáles son las prioridades y urgencias que obligan a castigar al campo, salud y vivienda? Si alguna vez López Obrador mandó al diablo a las instituciones y hoy las atropella recurrentemente, qué más da el sentir del pueblo mexicano. Al carajo las demandas del pueblo, hoy la visión totalitarista y soberbia pretende concentrar los recursos en transferencias monetarias a padrones clientelares y proyectos rimbombantes como el tren maya, el aeropuerto de Santa Lucia o la refinería de Dos Bocas.

Una idea más, ¿Dónde quedaron los supuestos ahorros producto de la austeridad republicana y el combate a la corrupción? En campaña se dijo que al menos 500 mil millones se obtendrían combatiendo el terrible flagelo y no se ven por ningún lado en la propuesta del presupuesto, pero no sólo eso,  muy a su estilo, sin presentar prueba alguna hoy por la mañana en la conferencia mañanera de nueva cuenta vinieron los embates al acusar que quienes llevamos tres días esperando buscamos “moches” y “bolsas de dinero para los lideres”, nada más lejos de la realidad, obras, servicios  para los que menos tienen es la demanda y lo sabe bien el presidente y la fracción de MORENA, pero lanzan los venenosos dardos para deslegitimar la protesta y despertar apoyo social a la soberbia y desdén con la que se trata al pueblo.

 ¿Qué nos queda a los mexicanos humildes ante los excesos y atropellos de los gobernantes? La respuesta es clara y ha sido la misma siempre, organizarnos, conformar una gran fuerza social que sustituya a quienes en los hechos traicionan al pueblo, esa es la tarea a largo plazo, pero en lo inmediato denunciemos a lo largo y ancho del territorio nacional a quienes actúan como enemigos del pueblo y en venideros procesos electorales démosle la espalda y no permitamos que nos representen, ese será el pago que deberán de recibir sino queremos seguir siendo víctimas del “Castigo de Sísifo” aquel mítico personaje que fue condenado a rodar cuesta arriba una piedra y al llegar a la cúspide se le iba de las manos y rodaba hasta abajo. El pueblo no debe cargar con esa piedra y la manera de cobrar tantos agravios será depositando en el basurero de la historia a quienes traicionan al pueblo, hoy podrán ignorarnos, mañana cobraremos la factura, no lo dudemos un solo minuto. Estemos muy atentos, mañana sabremos si  entre los santos (Cámara de Diputados) se encuentra el Judas que traicionará al pueblo.

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