Breves recetas de Economía. ¿Cuánto cuesta tomar una decisión?

JAVIER LARA CABALLERO

Todos los individuos que participan en política tienen como objetivo central, el arribar al poder. El ocupar esas posiciones en donde se toman las decisiones. Lo paradójico del asunto es que uno de los problemas endémicos mas difíciles de superar en el modelo político mexicano, tiene que ver con el costo de asumir esas decisiones, toda vez que, en muchas de las ocasiones, se supedita el desarrollo de políticas públicas al mantenimiento de una imagen personal, lo que provoca que esas decisiones se tomen basadas en lo que pueda pensar la gente, más allá de pensar sin son adecuadas o no.

La toma de decisiones incorrectas tiene su origen en la calidad información con la que cuentan nuestros políticos, con sus creencias y estilo personal de gobernar, y con el costo político que se paga al tomar decisiones impopulares. Pongamos un ejemplo claro: existe una queja generalizada entre los gobernantes de los estados de la República mexicana, acerca de la falta de recursos para impulsar el desarrollo en sus regiones. Sin embargo, en gran parte de esos lugares, los gobernantes, decidieron eliminar el cobro de la tenencia vehicular por resultar una medida impopular, aunque en los hechos, ese impuesto, aportaba recursos significativos a las arcas públicas. ¿Porqué anteponer la necesidad personal de no pagar un costo político a sabiendas de que la medida tomada perjudicará el desarrollo estatal?

Los resultados son evidentes. Basta con que circulemos por cualquier estado en donde se cobra tenencia, para darnos cuenta de que las placas de los vehículos, son de los estados vecinos en donde no se cobra la misma.

En días recientes, se registraron altísimos niveles de contaminación en la Ciudad de México, lo que generó una especie de sicosis colectiva que no se veía desde los días de la crisis provocada por el virus de la influenza. En aquella ocasión, las autoridades tomaron la decisión de suspender drásticamente las actividades, sin importar que eso significara un alto costo político. A la luz de los hechos, se trató de una decisión impopular, pero correcta ya que, de no haberse tomado, las consecuencias pudieron haber resultado desastrosas. A diferencia de aquella ocasión, en la reciente crisis ambiental que sufrieron los chilangos la semana pasada, a algunos les pareció que las autoridades debieron tomar medidas mucho más drásticas. ¿Porqué no parar absolutamente el tráfico vehicular? La respuesta es sencilla: por que eso hubiese generado un malestar generalizado y obviamente, hubiese representado costos políticos considerables.

Al inicio de esta columna nos referíamos al modelo mexicano, en referencia al protagonismo personal de quienes ostentan el poder. Si en lugar de ello, tuviéramos un organismo ambiental independiente, con dientes para prohibir en su totalidad la circulación de vehículos, se eliminarían los costos de tomar decisiones y se garantizaría que se tomarían las mejores medidas, aunque fuesen impopulares.

La despolitización de las decisiones públicas es algo en que deberá trabajar, de manera responsable, la cuarta transformación.

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